Se muestran los artículos pertenecientes a Abril de 2009.
¿Nueva Revolución?

El pasado domingo, el aparentemente proeuropeo Partido Comunista de Moldavia (PCM) logró una victoria aplastante en las elecciones legislativas, por lo que obtuvo la mayoría absoluta en el Parlamento de esta ex república soviética, cuyo territorio fue arrebatado a Rumania por el pacto secreto Ribbentrop-Molotov de 1939. Según la OSCE, las elecciones fueron limpias, sin embargo, cualquiera que conozca un poco la República de Moldavia sabe que es un auténtico nido de corruptos y mafiosos que han hecho del país su cortijo, manteniéndolo en un lamentable estado de postración sin esperanza.
Indignados con los resultados de las elecciones del pasado domingo, miles de moldavos convocados mediante Twitter - especialmente los estudiantes - han salido a la calle para defender una Moldavia libre de comunismo. Los nervios se han desatado y los manifestantes han asaltado los edificios de la Presidencia y del Parlamento. Gritan consignas contra el presidente saliente Voronin y contra el sistema comunista que gobierna el país. ¡Abajo el comunismo!, rezan muchas pancartas. Ondean banderas de Moldavia y también algunas rumanas, pues muchos jóvenes piden reunificar ambos países.
Voronin ha salido por la televisión, gris en un plato con poca luz, y ha hablado de agitadores bien pagados por agentes extranjeros, todo muy al estilo de la Revolución que sacudió Rumania en el año 89. En la Piaţa Universitate de Bucarest hay ahora mismo cientos de manifestantes, jóvenes y familias, que claman por la unión y contra el comunismo.
Veremos a dónde nos lleva todo esto.
Nueva terminal de Barcelona

La nueva Terminal del aeropuerto de Barcelona (T1) es una auténtica maravilla, espectacular por sus amplios espacios y su luminosidad, aunque el suelo de mármol negro colocado en algunos lugares, casi un espejo, pueda jugar algunas malas pasadas a las pasajeras más descocadas.
A mi regreso a Bucarest, además, he podido viajar un rato en la cabina con los pilotos, charlando del funcionamiento del avión, de las rutas de Blue Air y contemplando una impresionante tormenta frente a nosotros, con rayos incluidos.
¡Una pasada!
¿Se acabó?

He seguido con mucho interés los acontecimientos de Chisinau. Un par de días de manifestaciones permitieron empezar a hablar de la nueva Revolución Naranja, sin embargo, el martes por la noche la maquinaria neosoviética, siempre lenta, consiguió desperezarse y el miércoles empezó su actividad.
En la capital empezaron los arrestos con destino desconocido. Policías chandaleros y tipos grises trajeados asaltaban a los estudiantes de repente, sin identificarse, los encapuchaban y los metían a la fuerza en furgones. Agentes impedían a los periodistas filmar (muchos han sido expulsados del país, especialmente los enviados rumanos). Cierre de fronteras. Internet censurado. Móviles sin señal. Opositores sitiados en sus casas y detenidos. El gobierno hizo llamamientos a los padres para que controlasen a sus hijos si no querían que… Nada nuevo bajo el sol soviético.
Entre ayer y hoy ha casi desparecido la violencia. La Duma rusa ha dado su apoyo explícito al gobierno de Voronin. Occidente necesita colaborar con Rusia, al fin y al cabo, tiene miedo de volver a quedar helada el próximo invierno a falta de gas, así que mira pusilánime el escenario moldavo. Voronin ha salido exultante en la TV acusando a Rumania de fomentar las protestas, ha impuesto incluso el visado a los ciudadanos rumanos y ha declarado persona non grata al embajador de Rumania. Ya tiene a su chivo expiatorio, al fin y al cabo, Rumania no tiene peso internacional suficiente para suponer una amenaza. Ahora sólo debe cerrar algunas bocas y seguir sacando provecho al cortijo moldavo.
Târgul de Florii

La fiesta de Florii es la que da el pistoletazo de salida a las celebraciones de la Semana Santa Ortodoxa, aunque sus raíces, como siempre ocurre en las fiestas de Rumania, se hunden en la historia precristiana pues tiene su más remoto origen en los rituales paganos llamados Floralia, dedicados a la diosa de las flores, Flora.
Este festival romano se fecha hacia el 238 a .C. y solía tener lugar hacia el primero de Mayo. Durante cinco días se llevaban flores en la cabeza, se celebraban rituales para la fertilidad, se jugaban juegos y se liberaban animales domésticos. Era una celebración típica de primavera que adoptó y adaptó después el cristianismo.
Este día celebran su onomástica las llamadas Florica, Viorica, Liliana, Dalia (es decir, aquellas mujeres que tienen nombre de flor). Los creyentes van a la iglesia con ramas de sauce para que, una vez bendecidas, alejen la enfermedad de sus casas. Otra tradición dice que las chicas más jóvenes que duerman esa noche con flores de albahaca bajo sus almohadas, soñarán con el chico que las desposará ese año.
El domingo fuimos con el Avi y Marga a ver las celebraciones que tenían lugar en la Catedral Ortodoxa del Patriarcado de Bucarest. Estaba a rebosar de gente, todos con sus ramas de sauce preparadas. Los enanos no pararon de perseguirse y reír, así que nos marchamos en seguida pues sus carcajadas se oían desde todas partes - interior de la catedral incluida - y no iban a tono con el recogimiento del momento.
Después, comilona en el City Grill de Lipscani con César y Simona. De nuevo, un ejemplo de los enanos de lo que significa portarse bien en un restaurante y comer como limas. ¡Además, lo pasamos en grande!
Mariscal Antonescu
En un container cerca de la Academia Militar de Bucarest fotografié ayer esta pintada: Antonescu, héroe nacional. ¿Quién fue Antonescu?
Debido a los difíciles equilibrios entre nazis y soviéticos, Rumania sufrió dramáticas cesiones territoriales en verano de 1940 que sellaron el fin del régimen monárquico del rey Carol II (Rumania perdió 99.738 km² de su superficie y 6.821.000 habitantes, casi un tercio del territorio y de la población del país). Poco después, Carol II nombró a Antonescu para formar gobierno pero presionado por él, acabó abdicando en su hijo Mihai I.
El general Ion Antonescu se proclamó entonces Conducător y redujo drásticamente los poderes del nuevo rey. Aunque intentó formar un gobierno con el Partido Nacional Campsino y con el Partido Nacional Liberal, fue rechazado por éstos y acabó estableciendo un Estado nacional-legionario entre sus colaboradores y los fascistas de Horia Sima. Se instauró entonces un régimen dictatorial en el que los legionarios de Sima intentaron conquistar mayores cuotas de poder mediante acciones violentas, incluyendo el asesinato de prominentes políticos como Nicolae Iorga o Ghorghe Argeşanu.
Desbordado por los acontecimientos, Antonescu pidió ayuda a Hitler para acabar con los legionarios y éstos respondieron con una abierta rebelión entre el 21 y el 23 de enero de 1941. Con la ayuda de los alemanes, Antonescu aplastó la rebelión y formó un gobierno que cayó totalmente en los brazos de Hitler, amenazado además como estaba por la cercana Unión Soviética. En estas circunstancias, Antonescu vio una oportunidad perfecta para recuperar territorios perdidos, especialmente Besarabia (la actual República de Moldavia), así que se añadió al Pacto Tripartito y participó junto a alemanes, italianos y húngaros en la invasión de Ucrania y el sur de Rusia, hasta que fue rechazado en Stalingrado.
Viendo que la suerte del Eje cambiaba junto al Volga, el rey Mihai empezó a conspirar contra él junto a los principales líderes campesinos y liberales y en agosto de 1944 se produjo un golpe de Estado que acabó con la detención de Antonescu y su entrega a los soviéticos. En junio de 1946, moría fusilado frente a un pelotón, no sin antes gritar: “La historia me juzgará”
No debe olvidarse que el régimen de Antonescu fue culpable de la matanza de cientos de miles de judíos y de miles de gitanos aunque, por lo que se ve en la fotografía, todavía hay algunos que lo recuerdan con nostalgia, quizás suspirando por una nueva Gran Rumania. En cualquier caso, la difícil situación de Rumania durante la Segunda Guerra Mundial convierten a Antonescu en un personaje sumamente interesante.
De Konada

En la calle Sf. Elefterie, en un buzón
Cuéntame
En Vama he conocido a Constantin. Es un señor ya mayor, con una tripa tan enorme como la sonrisa que no se le abandona en ningún momento. Está medio sordo pues, durante los años de la dictadura comunista, escuchó las noticias de Radio Europa Libre con la oreja pegada al aparato por miedo de subir demasiado el volumen. Hoy su hijo lo recuerda así con nostalgia, pegado a la radio, mientras nos explica que durante las visitas de Ceauşescu a Bucovina, los responsables de la fábrica de madera donde trabajaba obligaban a los trabajadores a vestirse con sus trajes tradicionales y los formaban en el patio de madrugada en espera del dictador. Allí se helaban de frío en invierno y se tostaban bajo el sol en verano, hasta que Ceauşescu simplemente pasaba de largo o se paraba a dar algunas palmaditas en la espalda. "Al menos, todos teníamos trabajo", dice. En Maramureş, Ludovic me contaba que durante la dictadura su padre subió al monte a matar un cordero. Lo hizo en secreto pues no estaba permitido, pero un policía lo descubrió y amenazó con denunciarle al Comité Local del Partido por actividades anticomunistas. Su padre le ofreció una parte del cordero y el hambre hizo el resto. Oficialmente, nunca se supo de esta historia.
El antiguo Teatro Nacional de Bucarest

Desde septiembre de 2006, el Hotel Novotel de Calea Victoriei tiene abiertas sus puertas al público, ocupando el lugar del que fuera el Teatro Nacional de Bucarest, recuerdo reflejado en la originalidad de su fachada.
El Gran Teatro de Bucarest fue inaugurado el 31 de diciembre de 1852 con la opereta Zoe sau Amantul împrumutat (Zoe o el amante prestado) y no adquirió la categoría de Teatro Nacional hasta que fue declarado como tal por el gobierno Mihail Kogălniceanu en 1864. Fue construido en un estilo barroco, tenía más de 300 localidades en platea, tres pisos con palcos y una galería desde la que los estudiantes podían asistir gratuitamente a las representaciones, además de un vestíbulo espectacular con unas impresionantes escaleras de mármol de Carrara.
El teatro fue sin duda un centro de referencia cultural de la ciudad y contribuyó significativamente a la fama de París del Este que tenía Bucarest, sin embargo, su destino fue trágico pues quedó casi totalmente destruido durante los bombardeos de la Luftwaffe del 24 de agosto de 1944.
A pesar de la posición que ocupaba en Bucarest, durante los siguientes 60 años el lugar languideció, llegando incluso a verse sustituido por la decadente cafetería Anda, con su terraza ocupada principalmente por taxistas. En 2002, el Grupo Accor compró el terreno y, con muy buen gusto, recuperó la fachada del antiguo Teatro Nacional, incorporándola al edificio de cristal que constituye el actual Novotel.
Busto de Mustafá Kemal Atatürk

Frente al Teatro Odeon y al Hotel Majestic de Bucarest se levanta un busto en recuerdo a Mustafa Kemal Atatürk, curioso homenaje teniendo en cuenta las difíciles relaciones que han tenido Rumania y la Sublime Puerta durante siglos. A pesar de todo, entiendo el gesto pues Atatürk es, sin lugar a dudas, uno de los personajes más influyentes de esta parte del continente y, especialmente, de los movimientos democráticos y secularizadores del mundo islámico.
Gazi Mustafa Kemal Paşa nació en 1881 y su carrera pública empezó como oficial del ejército turco y destacado estadista en la Batalla de Gallípoli de la Primera Guerra Mundial. A pesar de sus esfuerzos, los males endémicos del decadente Imperio Otomano lo arrastraron a la derrota, viéndose inmediatamente amenazado por las amenazas aliadas de desmembración. En estas circunstancias, Mustafa Kemal lideró el Movimiento Nacional Turco y dirigió hábilmente la Guerra de Independencia Turca (Kurtuluş Savaşı) que culminó con el establecimiento de la República de Turquía.
Como presidente de la República, Mustafa Kemal introdujo reformas de gran alcance que dejaron atrás el anquilosado sistema imperial y permitieron establecer un estado laico, moderno y democrático que dejó de ser una amenaza para los países balcánicos (de ahí el reconocimiento que supone este busto en un lugar tan destacado). Posiblemente no existiría siquiera el debate de la integración de Turquía en la UE sin la extraordinaria intervención de Mustafa Kemal. A pesar de ello, contrariamente a que ocurrió en tantos países europeos (como España), el Ejército turco sigue siendo el garante de la herencia democrática y secular del sistema kemalista, cosa que lastra su política y sus posibilidades de ingreso en la Unión.
Atatürk significa Padre de los Turcos y fue el sobrenombre que la Gran Asamblea Nacional Turca dio a Mustafa Kemal en noviembre de 1934, como reconocimiento a su ingente labor.
Cutremur!

Tenía que ocurrir…
Hoy, a las 20.20 h, hemos sentido el primer terremoto de nuestra vida. Han temblado las paredes, los muebles, la pantalla del ordenador, el agua en los vasos, todo. Ha durado unos tres segundos, muy poco excepto si lo vives en persona y te da tiempo a darte cuenta de lo que pasa.
Aunque, en el fondo, no ha sido nada, ¡uf!
Más Konada

En la zona de descarga de mercancías de la Piaţa Cotroceni