Cazando florones
Me refería hace unos días a los originales florones que coronan muchos de los edificios neo-rumanos de Bucarest. Hoy, paseando por los alrededores de Gara de Nord, he atesorado unos cuantos más que añado a la colección que inicié en aquel momento.
Muchos de los florones que he visto eran cónicos. El siguiente, muy simple y sostenido por una alta base con medallones y un entrelazado típico del estilo neo-rumano, no ha soportado el duro clima de Bucarest y se eleva, mutilado, a la espera de una difícil restauración.
Otro, en mejor estado, se levanta gallonado sobre una base esgrafiada.
Otro curioso florón simula una llama sobre un pebetero, sostenido por una pedestal trapezoidal sencillamente ornamentado con motivos geométricos noe-rumanos.
Dos torres gemelas son coronadas por dos florones en forma de maza con puntas, en recuerdo de un pasado violento en el que los rumanos tuvieron que enfrentarse a múltiples invasores y, por encima de todos ellos, a los turcos.
Unos metros más allá, otra casa muestra en su punto más alto una maza simple o quizás el extremo de un cetro.
Otro florón, menos agresivo, tiene forma de campana.
Y al casi al final de mi paseo, un gran descubrimiento. Un florón enorme, de madera, sostenido por una robusta base octogonal, con una cornisa decorada y una cúpula gallonada y escamada de inspiración bizantina, que no puedo evitar me recuerde también a la cúpula del crucero de la catedral de Zamora.
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