Excursión al Museo Nacional Militar
Hace 11 años, cuando llegamos a Bucarest por primera vez como despistados turistas, KLM había perdido nuestras maletas y con ellas la guía de viajes, así que erramos por la ciudad sin destino aparente mientras esperábamos a que nos avisasen desde el aeropuerto de que nuestras cosas estaban en suelo rumano.
Mucho tuvimos que vagar por la ciudad para topar con el Museo Nacional Militar pues no está precisamente céntrico, sin embargo, ese justamente fue el primer museo que visitamos en Rumania a falta de algo mejor que hacer. Aunque estaba un poco perjudicado debido al abandono y a la falta de visitantes, fue una grata sorpresa pasear por sus salas y especialmente por su patio trasero, un verdadero cementerio de curiosísimos cacharros soviéticos (aviones de combate, tanques de la Segunda Guerra Mundial, misiles, helicópteros, vehículos de transporte, camiones destartalados…).
Tantos años después, las profesoras de la guardería de nuestros enanos les han permitido seguir nuestros pasos y han visitado el museo renovado, aunque han vuelto a casa algo confusos pues, según ellos, se trataba de un museo de piratas.
El Museo Nacional Militar (http://www.defense.ro/muzeumilitar/index.html) es una institución creada en 1923 por el rey Fernando I para explicar la historia de los ejércitos rumanos. El museo ha contado desde siempre con la protección de la Casa Real Rumana, sin embargo, ha contado también con excelsos padrinos como Radu Rosetti, Vasile Pârvano o Nicolae Iorga, entre otros.
La exposición está principalmente dedicada al arte militar, aunque no exclusivamente. En el edificio se muestran objetos desde el Neolítico hasta la Rumania integrada en la OTAN, según una secuencia cronológica que lo convierte en un verdadero museo de la historia de Rumania (sobre todo considerando la ignominia de que el verdadero Museo Nacional de Historia de Rumania lleve cerrado al público varios años por falta de presupuesto).
Las distintas salas muestran todo tipo de armamento, dioramas históricos, uniformes, cuadros explicativos, mapas y un sinfín de cachivaches de lo más interesantes. Como no podía ser de otro modo, también hay un espacio dedicado a la Revolución de 1989, con interesantes fotos y documentos, que pueden ayudar a comprender un poco mejor la explosión de rabia contra el régimen anterior.
Aunque los museos militares suelan dar una cierta grima al público general, recomiendo sinceramente la visita a este lugar pues permite hacerse una idea bastante precisa de la historia de Rumania a través de sus guerreros pasando, además, un buen rato.
2 comentarios
Aba Inma -
Yo creo que estos peques han visitado más museos que su abuela Inma.
AMA Gloria -