La desmembración de la Gran Rumanía
Desde años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Rumanía jugó un peligroso juego de equilibrios que consistió en mantener su alianza con Francia y la Pequeña Entente mientras realizaba inequívocos gestos de acercamiento al Eje. A pesar de ello, a partir de septiembre de 1939, ya no cupieron las ambigüedades, la garantía franco-británica a la independencia de Rumanía ya no servía y el país estaba rodeado de enemigos que reclamaban grandes parcelas de su territorio.
La dictadura del rey Carol II tenía, además, en los fascistas de la Guardia de Hierro a su enemigo interior. Tras el asesinato del francófilo, Armand Calinescu, se organizó una campaña de represión que dejó desarticulada a la Guardia de Hierro. El nuevo jefe de Gobierno, Gheorghe Tătărescu, intentó mantener la neutralidad de Rumanía en el combulso escenario europeo aunque, en un claro gesto al Eje, liberó a los legionarios que habían sido detenidos durante la campaña. A pesar de ello, en marzo de 1940, los alemanes no dudaron en amenazar con invadir Rumanía si no se admitían sus pretensiones y de este modo consiguieron el derecho de paso en caso de intervención en los Balcanes y un ventajoso “pacto del petróleo”, que permitía al Reich extraer y obtener crudo a bajo precio en territorio rumano. A cambio, Carol esperaba el apoyo alemán contra la URSS, sin embargo, cuando los soviéticos reclamaron la anexión de Besarabia - de acuerdo con el pacto secreto Ribbentrop-Molotov - y Bucovina (en rojo en el mapa adjunto), el Ejército Rojo pudo ocupar cómodamente ambas regiones con el consentimiento de Berlín y Roma.
En estas circunstancias, Tătărescu fue sustituido por el pronazi Ion Gigurtu en un Gobierno que, además, incluyó al nuevo jefe de la Guardia de Hierro, Horia Sima. De poco sirvió el gesto pues muy poco después, Gigurtu fue llamado a la residencia de Hitler en Berghof donde sufrió las presiones de alemanes e italianos para entregar el norte y centro de Transilvania (en verde en el mapa adjunto) hasta el punto que, el 19 de agosto, el Gobierno aceptó el arbitraje de Viena, por el que las potencias del Eje entregaron el norte y el centro de la región a Hungría. En septiembre, Bulgaria, otra aliada del Reich, exigió la devolución de la Dobrudja meridional (en lila en el mapa adjunto), entregada poco después por Bucarest mediante el acuerdo de Craiova.
La Rumanía resultante de estas amputaciones (en amarillo en el mapa adjunto) no tenía ya el peligrosísimo problema de las nacionalidades, sin embargo, la población recibió de forma traumática el final del sueño de la Gran Rumanía. En un ambiente de protestas populares contra el rey y el Gobierno, la Guardia de Hierro intentó dar un golpe de Estado por lo que Carol II colocó al frente del Gabinete al general Ion Antonescu, que secretamente simpatizaba con los legionarios. Apenas llegado al poder, Antonescu obligó a abdicar al rey en su hijo Miguel I y pasó a encabezar como Conducator al Statului una dictadura militar que, apoyada en la Guardia de Hierro, proclamó en septiembre de 1940 el Estado Nacional Legionario, cuya suerte quedó unida a la del Reich mediante su adhesión al Pacto Tripartito, sólo un mes después.
2 comentarios
cesareo -
Traicionaron a sus aliados alemanes y se pasaron al bado sovietico.
Ahí empezó la verdadera desgracia de Rumania
AMA Gloria -