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Bucarestinos

70º aniversario del trágico hundimiento del Struma

70º aniversario del trágico hundimiento del Struma

Con sendas sobrias ceremonias, a las que no asistieron autoridades, ayer se conmemoró en Bucarest y en Estambul el 70º aniversario del naufragio del buque Struma.

Tras el violento final del Estado Nacional Legionario en Rumanía, el mariscal Antonescu atenuó la persecución de los judíos, aunque no la detuvo completamente, manteniendo un extraño equilibrio que todavía hoy es motivo de apasionados debates. La dictadura permitió así que miles de judíos huyeran a través de los puertos rumanos hacia Turquía, con destino final en Palestina, no sin antes desposeerlos de todos sus bienes y sus ahorros.

La misma noche del bombardeo de Pearl Harbor (6-7 diciembre de 1941), 769 judíos provenientes de Bucovina, Moldavia y Besarabia tomaban un tren hacia Constanţa en la estación de tren de Obor en Bucarest. El viaje lo había preparado la organización sionista Alyah y, gracias al permiso de las autoridades militares, el grupo pudo llegar al gran puerto rumano del Mar Negro el día 8 de diciembre. Cuando llegaron a los muelles, los viajeros sufrieron una gran decepción al ver el barco que debía llevarlos a Palestina, el Struma, una ruina flotante construida en Newcastle, Inglaterra, en 1867, matriculada en Panamá y propiedad de la empresa griega Singros. Con el equipaje limitado y sin dinero, tras tres días de controles y verificaciones por parte de las autoridades, el 11 de diciembre de 1941 los pasajeros pudieron embarcar en el Struma. Todos ellos, ciudadanos rumanos, eran formalmente enemigos de los Aliados pues, ese mismo día, Estados Unidos e Inglaterra habían declarado la guerra a Rumanía como aliada de Alemania.

El pasaje era de lo más variado, aunque el elevado precio del billete había obligado a una criba natural entre la comunidad hebrea: la mayoría tenía estudios superiores, eran abogados, médicos, economistas, comerciantes e ingenieros que viajaban con sus familias al completo completas, con abuelos, niños e incluso algunos bebés. El 12 de diciembre, el Struma partió de Constanţa y los pasajeros, esperanzados, cantaron en cubierta el Trăiască regele (Himno real de Rumanía) y el Hatikvah (futuro himno nacional de Israel) mientras veían cómo la pesadilla se alejaba.

El viaje hasta Estambul, que normalmente duraba 14 horas, se realizó en 4 días debido al mal estado del Struma aunque, finalmente, consiguió atracar en el pequeño puerto de Büyükdere, a 3 millas marítimas al norte del Bósforo. Sólo 9 personas pudieron desembarcar en Estambul y, automáticamente, se declaró el barco en cuarentena y se iniciaron las conversaciones con las autoridades turcas, británicas, suecas y soviéticas para obtener visados. Las negociaciones se alargaron, las condiciones de vida en el barco fueron empeorando y sólo la ayuda enviada por judíos americanos permitió comprar agua, comida y medicinas para los extenuados pasajeros, que no disponían de dinero ni posibilidades de adquirirlos.

Los británicos, temerosos de la reacción árabe ante la llegada masiva de hebreos, prohibieron que los pasajeros desembarcasen en Palestina con la excusa de que pertenecían a un país enemigo. Durante 9 semanas, la situación fue degradándose, el agua y los alimentos escaseaban, los niños, los abuelos y los enfermos sufrían las consecuencias del hacinamiento y muchos pasajeros amenazaban con escapar, por lo que la policía turca acordonó el barco en el muelle. En aquella terrible situación, el capitán Garabetenko saboteó el motor del Struma para evitar que las autoridades turcas devolviesen la nave a Rumanía, sin embargo, ello no evitó que, el 23 de febrero de 1941, el gobierno turco diese orden de remolcar por la fuerza el Struma al Mar Negro, donde fue abandonado a la deriva.

A las 9:30 h de la mañana, el submarino soviético SC-213 hundió con un torpedo el Struma, matando en pocos minutos a todos los pasajeros y a la tripulación. Sólo hubo un superviviente, el joven David Stoliar, que malherido consiguió llegar hasta la costa turca y, tras muchos interrogatorios, viajar finalmente a Palestina.

En 1991, tras la apertura de los archivos soviéticos, se descubrió que el hundimiento fue realizado, muy posiblemente, a petición de las autoridades británicas de Palestina. Como cínicamente dijo tras el naufragio Walter Guinness, miembro de la Oficina Colonial del Gobierno Británico: “Palestina es demasiado pequeña y está demasiado superpoblada para recibir a los tres millones de judíos que los sionistas quieren enviarnos”.

Walter Guinness fue asesinado en el Cairo el 6 de noviembre de 1944 por dos miembros del grupo terrorista judío, Lehi.

6 comentarios

Alfonso C. -

Que terrible historia!
En ella podemos ver el contexto deshumanizante de la guerra y el egoísmo del hombre. Lo que no alcanzo a comprender es por qué los rusos se prestaron a hacer de mararifes..

Luis -

Felicidades, Carlos. Es una entrada notable sobre una historia que no conocía. En efecto, queda mucho por decir sobre el papel de los aliados en el Holocausto. Su desidia y omisión llegó, en algunos casos, a ser escandalosa y su hipocresía, en éste, vergonzosa. Suerte que en medio de tanta maldad hubo personas buenas.

Enrique -

Necios:¿cuantas veces crucificaran a tantos Cristos?LOS SOBREVIVIREMOS

Deluxe -

Yo sí la conocía. Stoliar aun vive, en Estados Unidos. Ese hombre está tocado por Dios. Salvarse él solo en un barco de más de 700 pasajeros, y además tener después una vida tan larga como está teniendo...es para pensar que algo de divino hay.

Este suceso no fue más que la constatación de la ineficiencia de muchas potencias occidentales (y otras no tan occidentales), especialmente torpes cuando meten la manita en los Balcanes y la Europa del Este.

Luis. -

¡Caramba! No la conocía. Es una historia terrible. ¡Cuántas historias como ésta quedarán todavía en el tintero...!

Guille -

¡Qué historia tan interesante!
El cinismo...menudo hacedor de Historia(s).