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Bucarestinos

La destrucción del patrimonio en Bucarest

La destrucción del patrimonio en Bucarest

Hasta finales de este mes, el Museo del Campesino Rumano acoge una exposición sobre uno de los más dramáticos aspectos del Bucarest de hoy: la despiadada y sistemática destrucción de su patrimonio arquitectónico. Un solo dato pone de manifiesto esta terrible situación: Bucarest es la única capital europea que, tras la revolución de 1989, ha perdido más edificios que durante todos los bombardeos - alemanes y aliados - de la Segunda Guerra Mundial.

 

Los motivos de esta destrucción son tan variados como lamentables. Por un lado, la feroz actividad de las empresas inmobiliarias, por otro, la indiferencia y la corrupción galopante de las autoridades locales y, por último, el desinterés de los bucarestinos por la arquitectura de su ciudad, por su historia y por su memoria cultural.

Destrucción 1

 

La exposición dedica una sala entera a la degradación de la Moara lui Assan, hoy una ruina situada en la zona de Obor-Lizeanu, concretamente en la calle Halmeu nr. 25.  Este edificio, que albergó el primer molino impulsado con vapor en Rumania, fue levantado en 1853. Desde el principio se convirtió en un lugar de referencia para el desarrollo industrial rumano, tanto por la calidad arquitectónica del inmueble como por la maquinaria puntera que allí se empleó, diseñada antes de 1.900 y transportada desde Viena en barco a través del Danubio. Tras la revolución de 1989, este centro industrial entró en decadencia y acabó cerrándose. La destrucción de la fábrica comenzó en 1995. Desaprensivos saltaron el muro, arrancaron los elementos de hierro, zinc y plomo y los vendieron como chatarra, incluyendo bellas rejas de hierro forjado, elementos decorativos y toda la maquinaria austríaca. En un intento de proteger el lugar, fue clasificado en 2005 como monumento histórico de valor nacional y parte del patrimonio industrial, sin embargo, la rapiña continuó, desapareció parte del material constructivo y todo el lugar acabó asolado por un incendio. El antiguo molino languidece hoy rodeado de basuras, perros, ruina y vagabundos.

 

La muestra también enseña los momentos en que magníficos edificios de estilo neoclásico o barroco,  joyas vanguardistas y algunos palacios de estilo brancovan sucumben ante las escavadoras. Tras ellas también han quedado arrasados jardines enteros y arrancados de raíz árboles que llevaban decenios dando sombra a los bucarestinos. Hoy, en algunos lugares, sólo quedan en pie las fachadas de lo que fueron fastuosos edificios, mientras crecen nuevos jardines salvajes a sus espaldas, llenos de ratas y deshechos. Otras edificaciones, todavía ocupadas, asisten impotentes a su degradación, con sus muros deteriorados, sus portales atiborrados de cables y sus paramentos precipitándose en medio de la calle tras no aguantar más los embates de la polución y los terremotos pasados.

Destrucción 3

 

A pesar de esta patética situación, todavía que margen para la esperanza pues el Colegio de Arquitectos Rumanos, el Instituto Cultural Rumano, algunas ONG y decenas de profesionales están empezando a manifestar su repulsa por este expolio e incluso se han organizado manifestaciones que han hecho subir los colores a algunos políticos municipales.

 

1 comentario

Luis -

Qué pena. Se parece a lo que han hecho con nuestra costa en los años sesenta, los noventa y hasta hace poco.