El delito de aprender
En Afganistán todavía hay escuelas sólo para niñas. No se trata de una elección libre y más o menos aceptable de la familia, se trata de separarlas forzosamente de los niños. Desgraciadamente, el concepto de la mujer como ser impuro y decadente no sólo lo defienden los barbudos fanáticos del Kalashnikov, sino también una sociedad a la que la Democracia le viene todavía demasiado grande y que debe empezar por conceptos más básicos.
Sea como fuere, los afganos más despiertos consideran que sus hijas deben recibir educación y, por tanto, en un gesto aparentemente normal pero realmente valiente las envían cada día a la escuela para que aprendan matemáticas, lengua, algo de su atormentada historia y a convivir con otras niñas. Posiblemente los recursos sean escasos, la formación que reciban insuficiente y seguro que la comunidad internacional debería prestarles más atención y dinero, sin embargo, hay que valorar el esfuerzo de todos.
Pero también hay otros afganos menos despiertos, cualquiera diría que los campos de amapolas que abundan en el país les han nublado el cerebro pero no es así, simplemente son malos, una pandilla de hijos de puta (con perdón).
En la última semana, tres escuelas de niñas han sido atacadas con gas tóxico. No pretendían asustarlas para que dejasen su formación - eso habría sido poco -, pretendían matarlas junto a sus maestras por cometer el delito de aprender y enseñar respectivamente. Los descerebrados talibanes temen a la escuela, actitud normal, al fin y al cabo, pues quizás algún día una de esas mujeres se niegue a aceptar sus repugnantes imposiciones y ese será el verdadero principio del fin de su hegemonía.
Mientras tanto, para aquéllos que se preguntan qué hacemos en Afganistán: ¡Pues eso, entre otras cosas, acabar con tanto cabrón suelto!
4 comentarios
Cesar -
Ana, hermana y amiga -
Triste, muy triste.
AMA Gloria -
Luis -
Hay muchas maneras de decirlo, pero ésta es una de ellas. Muy bien.