Ceauşima
La palabra Ceauşima, mezcla de Ceaușescu e Hiroshima, fue acuñada sarcásticamente por los rumanos, a principios de los años 80, para calificar la destrucción generalizada del centro histórico de la ciudad que llevó a cabo el tirano con el objetivo de impulsar la “edificación de la sociedad socialista multilateralmente desarrollada” de acuerdo con el concepto leninista de la lucha entre “lo viejo y lo nuevo”.
El programa de sistematización – que así se llamaba – se inició en el año 1974 e implicó una terrible campaña a nivel nacional de demoliciones, reasentamientos y reconstrucción. Durante sus primeros años, el régimen comunista destruyó entre el 80 y el 90 % de las construcciones de 29 pueblos y mutiló otras 37 ciudades.
El gran terremoto que asoló Bucarest en el año 1977 fue el desencadenante de la aceleración del programa de sistematización de la capital y provocó la destrucción de miles de edificios construidos antes de la Segunda Guerra Mundial como prueba de la superioridad del comunismo frente a cualquier régimen anterior. En el diseño de la nueva ciudad participaron, con más o menos entusiasmo, 400 arquitectos e urbanistas – entre ellos, algunos condenados por desafección como el arquitecto Andrei Pandele, que ha dejado testimonio escrito de su experiencia - bajo las órdenes del Director de Instituto de Arquitectura, Cezar Lăzărescu. Desgraciadamente, el arrebato de se Lăzărescu se truncó cuando vio su propia casa sucumbir bajo la excavadora y murió fulminado por un accidente cerebrovascular. Lo sustituyó la niña bonita de Elena Ceaușescu, la joven arquitecta Anca Petrescu, que se entregó con pasión a los delirios del matrimonio de tiranos, incómodos inspectores de obras que cambiaban caprichosamente el proyecto en cada visita.
El objetivo principal fue construir la gran Avenida de la Victoria del Socialismo, que dividiría la ciudad en dos y superaría, en amplitud y longitud, a los Campos Eliseos de París y construir una Casa del Pueblo con materiales y mano de obra exclusivamente rumana que se convertiría en sede del gobierno, residencia ocasional de la familia Ceaușescu y, de paso, en el mayor edificio civil del mundo. También se proyectaron edificios como la Academia Rumana, el Hotel Marriot, algunos ministerios y edificios residenciales para los miembros destacados de PCR.
Los barrios de Urano, Văcăreşti, Dudeşti fueron total o parcialmente arrasados por los piquetes de construcción, la Curtea Arsă (el antiguo palacio de los fanariotas que se levantaba en la Colina del Arsenal), miles de valiosas villas del los siglos XVIII y XIX, comercios centenarios, edificios emblemáticos como el Hospital Brâncovenesc, el Teatro de Opereta, el Estadio de la República de estilo Art Deco, monasterios como el de Mihai Vodă (construido por Miguel el Valiente en el siglo XVI), decenas de iglesias y sinagogas, palacios, todo fue destruido para materializar los ilusiones del dictador y su esposa. Sólo algunos templos fueron trasladados de lugar y se salvaron de la destrucción, como la iglesia del monasterio Mihai Vodă. 57.000 familias fueron desplazas en varios turnos a bloques construidos para la ocasión, sus calles fueron borradas del mapa y sus vidas fueron modificadas al gusto de una clase dirigente borracha de sueños de grandeza.
Epílogo: En el año 2009, la empresa de Anca Petrescu todavía presentó una oferta para el mantenimiento de la Casa del Pueblo, un pastel que le cuesta anualmente 5.000.000 € a las depauperadas arcas públicas rumanas. Como ella dice, ¿quién puede conocer mejor el edificio que su creadora?
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Luis. -