Los últimos segundos de un régimen
Pocas veces en la Historia es posible determinar con tanta precisión los últimos momentos, el segundo de última agonía de un régimen, como en el vídeo del postrero discurso de Ceaceşcu en Bucarest.
Tras asesinar a varios estudiantes en Timişoara durante una protesta por la detención de un obispo crítico con el régimen, Ceauceşcu montó una manifestación de apoyo a la dictadura en la capital y precisamente cuando empezó a agradecer a los organizadores su entusiasta y espontánea demostración, se alzó un grito de lo más profundo de las gargantas del pueblo rumano, un grito que, por su gesto, aterrorizó al dictador y le convenció de que había llegado su final.
Pocos días después, el día de Navidad de 1989, no sin antes repetir la carnicería de Timişoara, Ceauceşcu y su esposa Elena murieron fusilados en Târgovişte.
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