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Peşte de sticlă

Peşte de sticlă

Los bibelouri (en singular, bibelou) son pequeños objetos decorativos, generalmente de porcelana y con formas variadas – animales, parejas en escenas bucólicas, niños, princesas, bailarinas, percadores, etc. -, sin utilidad y con muy escaso valor artístico, que fueron muy populares durante el período comunista en Rumanía. La palabra bibelou es un préstamo del vocablo de origen francés beubelet, empleada antiguamente para señalar un pequeño ornamento, una miniatura, baratija o una joya.

Desde principios del siglo XX, los rumanos colocaban los bibelouri en los alfeizares interiores de las ventanas, sobre la repisa de las chimeneas, en estanterías o incluso en vitrinas para embellecer sus hogares. Progresivamente, los bibelouri fueron haciéndose más populares y sus propietarios los coleccionaban, buscando aquellos que podían sorprender a sus visitantes por su rareza o inusual belleza, ya fuesen de importación, - normalmente, provenientes de Francia o Alemania – o de las fábricas de porcelana de Alba Iulia o Cluj. Tras las penurias de la Segunda Guerra Mundial, ya iniciado el período comunista, la moda de los bibelouri regresó con fuerza, siendo uno de los elementos que distinguían las casas de quienes podían permitírselos.

Clásica vitrina rumana, repleta de bibelouri

La ruptura sino-soviética de finales de los años 50, la tendencia nacionalista del comunismo rumano, alejado de la URSS, así como la condena de Ceaușescu por la invasión de Checoslovaquia, promovió las relaciones políticas y comerciales entre China y Rumanía durante los años 60. En estas circunstancias, apareció un nuevo bibelou de colores, hecho de cristal y con forma de pez, de origen chino, que rápidamente se convirtió en un símbolo de los buenos contactos políticos de quienes que pudieron adquirir uno. El pez de cristal (peşte de sticlă), también llamado pez de Murano o pez de Bohemia (aunque el cristal no tenía ninguno de esos orígenes) pasó a formar parte principalmente de los hogares de los miembros más destacados del Partido Comunista Rumano.

Se inició poco después la denominada por la propaganda del régimen Epoca de Aur (Época de Oro), caracterizada por la apertura de las relaciones políticas y económicas de Rumanía con los países occidentales, así como por una cierta prosperidad económica para la población y un deshielo cultural, artístico y científico. El progreso aumentó el número de peces de cristal en las casas rumanas, por lo que a, partir de 1971, fue su colocación sobre los escasos primeros televisores del país la que marcó el estatus de sus propietarios. Aunque inicialmente los peces de cristal fueron sobre todo un reflejo material de la capacidad económica y política de quienes lo poseían, pronto se convirtieron también en un original símbolo popular de la identidad del comunismo rumano, de su especial carácter frente al bloque soviético, de la idiosincrasia del país y de su orgullo nacional, así como de una época de prosperidad.

Sin embargo, este objeto de memoria cayó progresivamente en desuso después de la revolución de 1989. La degradación económica del país, a lo largo de los años 80, y los sufrimientos de los rumanos provocaron, tras la caída del régimen comunista, una difícil relación del pueblo con su pasado más inmediato, de modo que la memoria colectiva tuvo que liberarse de la componente moral que hasta el momento había tenido aquel objeto. De este modo, la crisis política supuso también una crisis de la memoria, de la que el pez de cristal no fue ajeno. Su simbología fue rechazada por una sociedad cambiante, profundamente crítica con el régimen comunista, y los peces de cristal desaparecieron de los hogares rumanos.

La transición democrática en Rumanía ha sido un camino largo y complejo que ha sometido al pueblo rumano a los vaivenes de profundas crisis económicas, políticas y sociales, e incluso a episodios de violencia. La progresiva inmersión en un capitalismo imperfecto y algo salvaje, que apenas materializaba las promesas de bienestar de una clase política corrupta, ha provocado el renacimiento de la nostalgia por una época pasada de progreso social y, con ella, el renacimiento del pez de cristal. Es interesante señalar, sin embargo, que esta reaparición no ha sido homogénea en Rumanía pues, mientras en las zonas rurales ha reaparecido como reflejo de una época idealizada, en la que el campo rumano no estaba azotado por la desindustrialización, el desempleo, el éxodo de los jóvenes, la economía de subsistencia o los elevados grados de alcoholismo entre los varones, en las zonas urbanas el pez de cristal ha reaparecido además, en pequeños círculos, como un símbolo político, crítico con la democracia liberal, reinterpretando su significado como un vínculo entre el pasado y el futuro, en un momento histórico actual tremendamente crítico. 

A modo de curiosidad, de acuerdo con el periódico Ora de Sibiu, en un artículo publicado a finales de 2021, el precio de los peces de cristal en las páginas de venta de artículos de segunda mano en internet se disparó durante la pandemia.

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