Blogia
Bucarestinos

Sociedad e intelectualidad rumana de los años 30: democracia vs nacionalismo (I)

Sociedad e intelectualidad rumana de los años 30: democracia vs nacionalismo (I)

Con esta entrada, tengo la intención de iniciar una serie de artículos breves sobre algunos debates que tuvieron lugar, entre la élite intelectual rumana, en los años inmediatamente anteriores y posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Muchos de ellos tienen un interesante reflejo en la actualidad, asunto que dejo especialmente para la reflexión y el comentario de mis lectores rumanos. Mi interés por este asunto no es casual pues, desde hace semanas, he constatado a través de la televisión, de algunas publicaciones y de varios comentarios en este blog, un renacimiento de ciertas disputas y, sobre todo, una reedición de la virulencia de viejos argumentos cuyas consecuencias fueron, cuanto menos, tétricas. 

En los años 30, como ocurre últimamente, la democracia y el nacionalismo fueron los ejes del debate político rumano y lo cierto es que, entonces como ahora, no se alcanzó una armonía entre ambos conceptos. Para algunos, Rumanía no era suficientemente democrática, mientras que para otros no era suficientemente rumana. Ambas partes tenían razón, desde un punto de vista de la filosofía democrática o en referencia a la filosofía del estado nacional.

Es difícil caracterizar a la Rumanía interbélica como un Estado democrático o no democrático pues era el resultado de una combinación de democracia y autoritarismo. Rumanía era democrática, sin duda, con voto universal masculino, aunque la aplicación de la democracia era, cuanto menos, curiosa: hasta 1937, todos los gobiernos llamados al poder ganaron las elecciones con resultados aplastantes, lo que indica las fuertes presiones desde arriba y la escasa educación política de los de abajo. Democrática era también desde el punto de vista de la libertad de prensa, aunque sólo hasta que se cruzaba la línea en la que intervenía la censura. Nadie se libraba de una cierta supervisión política, ni las personas, ni las organizaciones ni las publicaciones, de izquierdas o de derechas; frecuentemente ocurrían registros, arrestos y confiscaciones de gacetas relacionados con amenazas al Estado o a la integridad territorial lo que, sin duda, indicaba una cota democrática en declive. La democracia social estaba, si cabe, todavía menos avanzada que la democracia política.

En estas circunstancias, parece razonable pensar en que se produjo un giro a la izquierda, sin embargo, la verdad es que la élite rumana, política e intelectual, se orientaba mayoritariamente hacia la derecha. La sociedad rumana, predominantemente rural, no era todavía demasiado moderna y mostraba una clara dependencia hacia un modelo paternalista. Sólo un 20 % de la población vivía en las ciudades, por lo que el proletariado urbano era escaso. Esto explicaría, quizás, la debilidad de las opciones socialistas y comunistas y, en general, la inexistencia de una izquierda moderna. La democracia estaba atada en corto y tenía una orientación claramente nacionalista, fuertemente arraigada en la conciencia rumana debido al reciente estreno de su Estado nacional unitario. La consolidación del elemento rumano y la limitación de las influencias de las minorías fueron objetivos prioritarios de la clase política frente a la apertura democrática.

Por su parte, las minorías se sintieron más tentadas que los rumanos por los postulados de la izquierda. En el caso de los comunistas el asunto es claro pues fueron ilegalizados, entre otras cosas, por defender la autonomía de las minorías, incluso hasta el punto de obtener la independencia. Es un hecho que, entre las élites intelectuales y políticas, a medida que se avanzaba hacia la izquierda, disminuían los rumanos y aumentaban los miembros de minorías. De este modo, en el año 1930, el Partido Comunista de Rumanía tenía un 26,6 % de húngaros, un 22,7 % de rumanos y un 18,1 % de judíos. Por otro lado, de los miles de informes realizados por la policía de la época sobre elementos radicales – comunistas y de izquierda, en general –, que podían afectar a la seguridad del Estado, la mayoría eran de personas cuyo nombre no era rumano: había judíos, húngaros, ucranianos, rusos, búlgaros… Es difícil que un rumano nacionalista se introdujese en una corriente tan variopinta.

0 comentarios