Aparcacoches
En Bucarest, como en Madrid, está muy extendida la costumbre de algunos personajes normalmente lúgubres de controlar los sitios libres de aparcamiento. Cuando acercas tu coche con la intención de estacionar, guían tu maniobra con una amabilidad algo impostada esperando una propina por sus inestimables servicios. Aquí, a diferencia de Madrid, puedes enviarlos a tomar viento fresco y no sueles tener problemas, por lo que darles dinero es cuestión del humor que tengas.
Hoy he salido en coche de la oficina a hacer un recado urgente y mientras giraba el volante para aparcar, de la nada ha surgido un chaval gitano harapiento y con una gorra de lana calada hasta las cejas. Muy amablemente me ha indicado cómo aparcar con aspavientos y gritos de “Hai, hai!” (¡Adelante, adelante!) y me ha saludado con una sonrisa desdentada mientras salía corriendo al banco.
Cuando he regresado, feliz por el éxito de mi pequeña misión, le he dado 2 lei (unos 0,5 €) y cuál ha sido mi sorpresa cuando me ha cogido la mano y con una reverencia dieciochesca me la ha besado, ha dado vivas a la madre que me parió, a mis hijos y a toda mi parentela. Mientras me alejaba abochornado y me metía en el coche, el mozo se ha puesto a besar la puerta del coche, la ventana, a acariciar la puerta. Cuando he arrancado, jugándose el tipo ha saltado en medio de la avenida, ha detenido el tráfico y me ha dado vía libre.
Dicen por aquí que da suerte tocar a un gitano, ya veremos…
2 comentarios
AMA Gloria -
Aba Inma -