Dovleci felinare
Hace un par de días, recibí el mensaje de un amable lector, Constantin Luiceanu, a raíz de mi breve entrada sobre Halloween. Con su permiso, lo copio aquí mismo pues es una muestra de cómo la tradición de esculpir calabazas (dovleci sculptati ) no es únicamente anglosajona y un emocionante testimonio de un recuerdo de juventud en un pueblo de Muntenia.
“Yo también tengo dos hijos.
Daniel va cumplir esta semana 17 años y mi hija Ana cumplió 11 la semana pasada.
Hace unas semanas que Ana insistía en conseguir una calabaza (dovleac) para esculpirla.
Tengo 44 años y recuerdo que desde siempre he hecho lo mismo que hacen hoy en día los niños. En la casa de mis abuelos, nos traían del huerto calabazas y cada nieto hacía su obra de arte. Con la ayuda de los abuelos o con nuestra imaginación, salían caras de terror o de alegría. Al acabarlas, poníamos unas velas dentro y todas las calabazas se colgaban esperando la noche. La casa de mis abuelos, como todas las casas de los pueblos de Muntenia, tenía un porche alrededor, todo hecho de madera. Por allí andábamos descalzos, vestidos con camisetas de lino que nos llegaba hasta los talones. Era el vestido de noche para dormir, como el pijama actual.
A medida que se acercaba la noche, se encendían las velas de las calabazas, una a una, iluminando en lo alto de los porches o en las ventanas. Pasábamos por debajo todos los enanos, asustados por las proyecciones que la luz hacía en el suelo o en las paredes. ¡Qué alegría y que gritos los de los 12 nietos que llenaban la casa de unos pobres paisanos!
Más tarde, marchábamos por la calle para ver las otras casas y las caras de las calabazas de los vecinos. Hasta muy tarde, corríamos, bailábamos y gritábamos con las cabezas iluminadas. Todo un espectáculo alrededor de un gran fuego vigilado por los adultos.
Son costumbres que se perdieron en el tiempo y que sin duda nos dejaron más pobres de espiritu (…).
Duele que celebremos Halloween y San Valentín olvidándonos de nuestras fiestas, “Dovleci sculptati” y “Dragobete” que, al fin y al cabo, significan lo mismo (…)
Un abrazo y todo mi respeto para vosotros”
Nota: en la imagen, una casa tradicional de Muntenia.
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