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La caída de Constantinopla

La caída de Constantinopla

Una de las muestras más originales del arte iconográfico moldavo es la representación de la caída de Constantinopla que se repite en la fachada sur de los monasterios postbizantinos. Lógicamente, el tema de la caída de Constantinopla no estaba incluido en los libros de pintura de iconos que debían guiar a los pintores, por lo que destaca especialmente por su excepcionalidad en el universo bizantino y por su carácter simbólico.

Este icono acompaña siempre a la serie de 24 escenas del Himno Akathistos, compuesto en honor a la Virgen durante el sitio que ávaros y persas sometieron a Constantinopla en el año 626 y cuya acción milagrosa salvó a la ciudad de la destrucción. Pero la escena que muestra no es la de aquel sitio, sino los momentos finales del ataque que terminó con el Imperio Romano de Oriente el 29 de mayo de 1453.

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Constantinopla, con sus colinas destacando entre los edificios, se muestra como una ciudad amurallada que es atacada por tierra y por mar. En su interior, bordeando el interior de la muralla, contemplamos una procesión formada por religiosos, soldados y ciudadanos, junto al emperador Constantino XI Paleólogo Dragases – vestido de púrpura y con corona imperial – y a la emperatriz que, también coronada, encabeza la procesión como figura simbólica de la Virgen María, a quien estaba consagrada la ciudad (esta presencia es un elemento anacrónico en la escena pues la emperatriz Caterina había muerto durante un parto en 1442).

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En la imagen, destaca el icono procesional de la Virgen con el Niño, que realmente fue llevado en procesión la noche del 25 de mayo y que, al caer al suelo, fue considerado como un trerrible presagio. También se puede observar el Mandylion, una pieza de tela rectangular en la que se habría impreso milagrosamente el rostro de Jesús pero que había desaparecido durante el saqueo de los cruzados a Constantinopla en 1204 y que, por tanto, no podía estar en el momento de la caída de la ciudad.

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Desde las torres de la ciudad, soldados bizantinos con arcos persas disparan sus flechas contra los turcos y en la muralla – en blanco - parece representarse la Kerkaporta, entrada noreste de la muralla que, al quedar semiabierta por error, permitió a un destacamento jenízaro otomano penetrar en el espacio entre las murallas externa e interna de la ciudad y, tras duros enfrentamientos, la toma de la ciudad.

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A la izquierda de Constantinopla, se observa la fortaleza genovesa de Pera, situada donde hoy se levanta la Torre de Gálata, que controlaba el extremo norte del mar a la entrada del Cuerno de Oro. Precisamente, como medida de protección contra un ataque marítimo, el Cuerno de Oro estaba cerrado por una gran cadena por lo que los otomanos tuvieron que llevar por tierra toda su flota ante la pasividad de los genoveses, aparentes aliados de los bizantinos, que ya pensaban en las negociaciones con los turcos una vez derrotado el Imperio Bizantino. En el mar, tal como ocurrió durante la batalla, los barcos turcos fracasan en su intento de tomar la ciudad y son destruidos por los bizantinos.

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A la derecha, en primera fila, la artillería otomana castiga las murallas de la ciudad mientras a su espalda se acerca un gran contingente de soldados de infantería y caballería. Al frente, el sultán Mehmed II a caballo, cuya cara ha sido borrada por algún devoto cristiano poco sensible a tan excepcional pintura. La desproporción entre las tropas otomanas y las bizantinas es notable, tal y como ocurrió durante el asedio, en el que menos de 9.000 bizantinos se enfrentaron a un ejército de entre 80 y 100.000 hombres.

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La caída de Constantinopla causó una gran conmoción en Occidente e incluso se llegó a pensar que era el principio del fin del cristianismo. La conmoción continuaba casi un siglo después, cuando en 1537 Petru Rares, señor de Moldavia, mandó decorar el monasterio de Moldoviţa, donde puede contemplarse esta joya del arte medieval rumano.

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6 comentarios

Carlos -

Apreciado Olatz,

En primer lugar, muchas gracias por leer nuestro blog y por comentar esta entrada. Releyéndola, me he dado cuenta de que no había indicado dónde se encuentra el fresco al que hago mención. En este caso concreto (aunque hay representaciones peor conservadas en otros monasterios), se trata de un icono pintado en la fachada sur del monasterio de Moldoviþa, situado en Bucovina, al noreste de Rumanía.

Saludos

Olatz -

acabo de ver las espectaculares imágenes de los frescos que recrean la toma de Constantinopla y me han parecido fascinantes!
Me podríais decir dónde están y su nombre?
felicitaciones por vuestro estupendo blog y feliz estancia en aquellas tierras. Continuad contándonoslo, por favor...

Carlos -

Querid@ Aaoiue,

Muchas gracias por tu mensaje. Sin duda, el icono es también una metáfora de la lucha del Bien contra el Mal. El último capítulo de la Historia de Bizancio de Norwich, que narra la caída de la ciudad, también me causó mucha impresión. Si Bizancio te interesa, el libro es precioso.

Saludos

Aaoiue -

Representa la victoria final de las fuerzas del bien acaso. A mí también me "gustó" mucho la caída de Constantinopla explicada por Stefan Zweig, el sitio terrible de la ciudad, en aquel libro suyo que nunca he sabido por qué se llamó Momentos estelares de la humanidad. Solo recuerdo tanta emoción en la Gerona de Galdós.
Precioso post.

Aba Inma -

Se contemplan 2 joyas, una del arte medieval rumano, la otra del contemporáneo y aunque está escondidíto en el carro es un"joyón".

Abu Gloria -

¿Esperas una ósmosis entre Pablo y las pinturas? ¡Este niño va a tener ciencia infusa!