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Bucarestinos

Quinta etapa: Budapest - Cluj

Quinta etapa: Budapest - Cluj

Con la luz del día y un café entre pecho y espalda valoramos las consecuencias del pequeño golpe que tuvimos ayer con un coche húngaro: abolladura sin importancia en la carrocería, sobre la rueda.

 

La salida de Budapest ha sido la odisea habitual, aunque finalmente lo hemos conseguido sin perdernos. La travesía hasta la frontera es rápida y sin contratiempos, un pequeño tramo de autopista seguido de una buena carretera. Paramos a comer en un restaurante pero los potitos húngaros de los que nos hemos surtido sólo gustan a Sofía (¡cómo no!). La diferencia de sabores con España está pasando factura a Claudio y Matilda, quienes ponen bastantes pegas para comer.

 

Gran sorpresa en la frontera, las colas de antaño han desaparecido y aunque siguen pidiendo el pasaporte y los papeles del coche, entramos sin problemas. El amable policía de frontera que nos atiende alucina de nuestro buen rumano (sin duda, una inyección de moral). ¿Qué se habrá hecho de aquéllos policías soviéticamente adustos de hace unos años?

 

La carretera que une Oradea y Cluj ya está acabada (ha costado años reparar 165 km) por lo que nos plantamos en las afueras de la capital transilvana en un par de horas. Nos alojamos en Villa Gong y los niños tienen tiempo de jugar en el jardín y alucinar con el pastor alemán de la casa que corre por allí: “buau, buau”.

 

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