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Bucarestinos

Rumania en la Primera Guerra Mundial (II): Estallido y neutralidad

Rumania en la Primera Guerra Mundial (II): Estallido y neutralidad

Tras el acuerdo de 1883, la relación entre Rumania y las Potencias Centrales hasta los prolegómenos de las Primera Guerra Mundial fue razonablemente fluida debido al convencimiento del rey Carol y de políticos liberales y conservadores de que Alemania y Austria-Hungría constituían la mayor fuerza militar y económica de Europa. A pesar de todo, no estuvo exenta de tensiones pues en Rumania siempre existió la sensación de que los acuerdos comerciales beneficiaban principalmente a sus aliados, llegándose a desatar una guerra de tasas aduaneras entre vecinos sólo tres años después de la firma del tratado. Otro motivo crónico de desacuerdo entre Rumania y Austria-Hungría fueron las medidas restrictivas que, a lo largo del tiempo, habían impuesto las autoridades húngaras al desarrollo de actividades políticas y culturales de los rumanos de Transilvania.

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Asesinato en Sarajevo

Sea como fuere, el 28 de junio de 1914, el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando, heredero al trono del Imperio Austro-Húngaro, alumbró a una Rumania dividida, por un lado, entre el rey y un pequeño grupo de germanófilos y, por el otro, la mayor parte de los políticos y de la opinión pública, decantados a favor de la Triple Entente formada por Francia, Reino Unido y Rusia. A pesar de todo, ambas partes se decantaban por evitar la guerra, por lo que Carol I y el Primer Ministro, Ion Brătianu - hijo de Ion C. Brătianu, forjador del acuerdo secreto con las Potencias Centrales -, invitaron a Serbia y al Imperio a resolver sus diferencias a través de la negociación. El feroz ultimátum de Austria-Hungría contra Serbia pronto convenció a todos de que el conflicto era inevitable y, a pesar de los acuerdos con las Potencias Centrales, en seguida se hizo patente que el gobierno rumano - en la imagen, encabezando la presente entrada - había decidido mantenerse neutral y así se lo comunicó, no sin cierto disgusto, el propio rey Carol al Ministro austro-húngaro de Asuntos Exteriores, Ottokar von Czernin, quien recibió la noticia con escasa sorpresa.

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Ion Brătianu

A través de un animado debate interno, la neutralidad de Rumania fue acordada por el Consejo Real el 3 de agosto y aceptada por el rey, consciente de su papel estrictamente constitucional. Las Potencias Centrales aceptaron resignadas esta decisión, aunque no cesaron de presionar para forzar la entrada de Rumania en la guerra, especialmente tras la muerte del rey Carol I, ocurrida el 10 de octubre de 1914; temían que el nuevo monarca, Fernando I, decidiese romper la neutralidad a favor de la Triple Entente, cosa que no ocurrió, al menos, de forma inmediata.

A partir de ese momento, Rumania emprendió una intensa campaña diplomática, tanto  para garantizar su neutralidad como, paradójicamente, para asegurarse la anexión de Transilvania, Bucovina y el Banato o el flujo de armamento y provisiones en caso de entrar en la contienda, especialmente tras el frenazo a la ofensiva alemana que supuso la batalla del Marne, a principios de septiembre de 1914.

El Ejército rumano cruza el Danubio durante la Segunda Guerra Balcánica (1913)

Francia y Reino Unido deseaban la entrada de Rumania en la guerra, aunque tenían serias dudas de su capacidad militar y de sus pretensiones territoriales, pues ni estaban seguras de desmembrar la Monarquía Dual ni de su capacidad de forzar a Serbia a renunciar al Banato. Por su parte, durante 1915, los Poderes Centrales amenazaron veladamente a Rumania con apoyar a Bulgaria en sus pretensiones para recuperar la Dobrogea, territorio cedido tras su derrota en la Segunda Guerra Balcánica de acuerdo con el Tratado de Bucarest de 1913.  

Campos petrolíferos en Moreni (Prahova), a principios del siglo XX

En Rumania, a lo largo de los dos años de neutralidad, la vida política se vio dominada por la guerra. El partido conservador se dividió, hasta su ruptura en mayo de 1915, entre los que apoyaban la neutralidad, dirigidos por Alexandru Marghiloman y Titu Maiorescu, los que defendían al entrada en la guerra a favor de la Entente, encabezados por Nicolae Filipescu o Take Ionescu, y en el polo opuesto los que, como Petre Carp, deseaban luchar junto a los Poderes Centrales. Por su parte, el Partido Liberal de Brătianu y el pequeño Partido Social-Demócrata han defendido sin fisuras la neutralidad de Rumania.

Agricultores rumanos a principios del siglo XX

A nivel económico, la escasa industria rumana se reorientó a cubrir necesidades militares y la agricultura se vio afectada negativamente tanto por la desaparición de los mercados tradicionales internacionales como por la carencia de mano de obra debida a la movilización que empezó a mediados de 1915. En este escenario, el gobierno intensificó su intervencionismo económico para garantizar el flujo interno de alimentos, cubrir las necesidades del ejército y asegurar el suministro de materias primas para la industria. Debido a la situación geográfica de Rumania, su comercio exterior, vehiculado a través del Danubio, el Mar Negro y los estrechos, sufrió una profunda modificación, incrementando los intercambios con los Poderes Centrales y reduciéndolos drásticamente con los países de la Entente.  

2 comentarios

AMA Gloria -

Muy documentado, te felicito.

Luis -

Como siempre, fantástico.