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Miradas de la crisis ucraniana: Escenarios rumanos ante una invasión (III)

Miradas de la crisis ucraniana: Escenarios rumanos ante una invasión (III)

Siguen sonando los tambores de guerra en el Este de Europa e incluso con más fuerza, si cabe, que en las últimas semanas. Los movimientos de tropas en la frontera entre Ucrania, Rusia y Bielorrusia son constantes, el personal diplomático de las embajadas occidentales abandona progresivamente Kiev, el Mar Negro se está convirtiendo en un escenario prebélico, con la llegada de barcos y submarinos de Rusia y la OTAN, que también está enviando tropas a los países fronterizos con Rusia, mientras refuerza las misiones de policía aérea.

Rusia insiste en que todavía hay margen para el diálogo y que la invasión es evitable “si no sufre una provocación”. Esta misma mañana, el Kremlin ha anunciado una retirada de tropas que han terminado sus maniobras militares en la zona. Quizás, a pesar de la retórica belicista, realmente hay margen para la distensión y se pueda alcanzar un acuerdo diplomático que evite el conflicto. Podrían reactivarse los acuerdos de control de armas, ahora vencidos, reducir la cantidad de misiles que se apuntan mutuamente o mejorar la transparencia en las maniobras militares que se realizan periódicamente en la región. Otra vía sería la reactivación de la mesa de diálogo de Minsk que, entre 2014 y 2015, permitió amortiguar – que no terminar - la guerra entre las fuerzas gubernamentales ucranianas y los rebeldes del Donbás, respaldados por Rusia. La discusión se centraría entonces en el nivel de autonomía que Ucrania estaría dispuesta a aceptar. Otra opción sería que Ucrania, como hiciese Finlandia durante la Guerra Fría, optase por declararse neutral, de modo que se evitase el acercamiento de las fronteras de la OTAN a Rusia, aunque también supondría un alejamiento de la UE. Finalmente, podríamos asistir a un enquistamiento del escenario, con una tensión sostenida que mantuviese los cañones en alto, pero sin consecuencias militares inmediatas. Continuaría así atenuada la guerra en el Donbás, la OTAN seguiría reforzando su frontera Europea oriental y Rusia mantendría una presencia militar importante en las fronteras ucranianas.

Puente de Kerch, entre Crimea y Rusia

Desde la invasión de Crimea en 2014, Rumanía ha convertido a Rusia en una prioridad de su política exterior, calificándola como amenaza para su seguridad nacional. Cabe mencionar que, a partir de la anexión, surgió una nueva frontera marítima en el Mar Negro, entre Rumania y Rusia, al este de la Isla de las Serpientes y equidistante de ella y del cabo Tarkhankut, en Crimea.

El mantenimiento de la paz sería lo deseable, pero lo cierto es que existen otras posibilidades que, sin duda, también afectarían a Rumanía. Esta misma mañana, la Duma rusa ha solicitado a Putin que reconozca la independencia de las repúblicas rebeldes de Donetsk y Lugansk (Donbás), en un gesto similar al que realizó en 2008 con las provincias de Osetia del Sur y Abjasia, que fueron así arrebatadas de facto a Georgia.

En estas circunstancias, si Putin reconociese la independencia, podría abrirse una vía de integración, lo que inauguraría un nuevo escenario. Podría iniciar la unificación con un perfil bajo, simplemente apoyando a combatientes irregulares prorrusos frente al ejército ucraniano y, posteriormente, invadir ambas repúblicas para garantizar la protección de la población rusa (entre la cual, en los últimos años, ha repartido pasaportes), arrebatándoselas a Ucrania. Esta opción limitaría el escenario bélico al este del país y, en principio, restringiría las consecuencias geopolíticas de la guerra.

Existe también una posibilidad mucho más compleja, que contemplaría una intervención rusa que se extendiese desde el Donbás, por el sur de Ucrania. Una ofensiva podría unir por tierra las repúblicas rebeldes con Crimea, arrebatando a Ucrania la costa del mar de Azov, que se convertiría en un lago ruso cuya salida el Kremlin ya controla, desde 2018, gracias a la construcción de un puente sobre el estrecho de Kerch. Pero existe también otra opción, mucho más peligrosa desde el punto de vista rumano, que supondría la extensión de la ofensiva rusa por la zona de Odesa, hasta las bocas del Danubio y Transnistria, república separatista de Moldavia, ocupada por los restos de XIV Ejército Soviético y reconocida únicamente por Moscú. Esta alternativa reeditaría el territorio conocido como Nueva Rusia en el siglo XIX (Novoróssiya), arrebataría toda la costa del Mar Negro a Ucrania, situaría la frontera terrestre rusa junto a la rumana y, a buen seguro, enviaría un importante flujo de refugiados hacia las fronteras de la UE, cuya primera escala sería Rumanía.

El viejo territorio zarista de la Nueva Rusia (siglo XIX)

La suerte está echada y, posiblemente, en breve sabremos hacia dónde se decanta la balanza.

1 comentario

GLORIA -

Me has ayudado a entender la "geografía" de la zona, que es tan enmarañada que solamente se puede estabilizar con muchas voluntades puestas de acuerdo... cuestión sumamente difícil.