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Bucarestinos

Un país sin preguntas

Un país sin preguntas

He pasado de nuevo un par de días en Cluj, en viaje de negocios, sin embargo, lejos de comentar sobre el modernismo transilvano (cosa que haré en otro post), me gustaría reflexionar sobre algo que me ocurrió ayer.

 

Dejando ya el hotel, camino del aeropuerto, me topé en la recepción con un cartel que anunciaba para el día siguiente el “VI Simposium Internacional de Eficiencia Energética”. Un grupo de mujeres preparaba en una gran mesa la documentación, las credenciales, etc, así que decidí acercarme e inocentemente preguntar si alguien podía informarme sobre el evento. Por respuesta sólo obtuve un conjunto de miradas de desconfianza y casi pánico.

 

Nadie decía nada y ante mi insistencia, tímidamente, una me preguntó que para qué quería esa información. “Para participar”, respondí. “¿Está usted invitado?”, logró balbucir amedrentada la azafata. “No, sólo quiero saber el contenido del programa” Y su respuesta fue: “No puedo dárselo”. Solicité de nuevo cualquier información, algo que me permitiese valorar si valía la pena participar en el evento, pero sólo conseguí respuestas esquivas. Finalmente, desistí y me marché.

 

Casualmente, ya en el avión, leyendo su libro sobre la Unión Soviética, Ryszard Kapuscinski afirma que en aquél entonces “la mera entonación de una frase que expresaba el deseo de enterarse de algo anunciaba peligro, podía presagiar malos augurios”. Al final del mismo párrafo sentencia: “La civilización que no hace preguntas, que coloca fuera de su marco el mundo de la inquietud, del criticismo y de la búsqueda, es una civilización paralizada, estancada, inerte”.

 

A Rumania todavía le queda mucha caspa comunista que quitarse de la solapa.

 

1 comentario

Alberto -

Madre mía!
Lo bien que escribes hermaño!
por lo demas no haré cometarios sobre los comunistas que ya sabes lo que peinso yo...
Aunque en los tiemos que corren el señor McCArthy tendría mucho trabajo incluso con los de su partido en los USA!
Besos