Evolución del urbanismo bucarestino entre los siglos XIX y XX (y II)
El éxito político, económico y cultural de Bucarest alcanzó su cenit entre las dos Guerras Mundiales, período en que su población pasó de 380.000 habitantes (1918) a 870.000 (1939) y durante el que se construyeron nuevos barrios residenciales, excelentes edificios civiles, parques urbanos y extra-urbanos y zonas industriales, todo ello en una combinación de estilos que variaba desde el neo-rumano de los arquitectos Ion Mincu o Petre Antonescu al vanguardismo de Horia Creangă o Marcel Iancu, pasando por bellos ejemplos del menos academicista estilo mediterráneo.
La proclamación de la República Popular, en diciembre de 1947, introdujo a Rumania en la órbita soviética, de modo que la nueva política económica y los objetivos ligados a ella, el carácter centralizado de la intervención pública, la abolición de la propiedad privada y el aumento considerable de la población debido a una significativa inmigración de origen rural, provocaron una revolución en los programas de transformación urbana tanto en su contenido como en su escala y en sus prioridades. Esta nueva filosofía urbanística se plasmó en cuatro tipos de intervención: la construcción de nuevos centros de poder caracterizados por una marcada discontinuidad respecto a la ciudad existente, la edificación de complejos residenciales públicos, la creación de enormes focos industriales en la periferia de la ciudad y el diseño de infraestructuras que facilitasen la movilidad entre las áreas residenciales y las zonas industriales. Los dos ejemplos más deslumbrantes de nuevos centros de poder fueron la colosal Casa Poporului y el Palacio Scânteia, emblema del nuevo poder comunista. El Palacio Scânteia, sede del periódico oficial del Partido Comunista Rumano, fue construido entre 1950 y 1956 como una versión local del inmenso edificio de la Universidad Lomonosov de Moscú y marcó un primer momento de brutal imposición de la arquitectura y el urbanismo propios del realismo soviético de inspiración stalinista (paradójicamente, la Casa Poporului fue el último y trágico ejemplo).
Plano de emplazamiento del Palacio Scânteia hasta 1990
El aperturismo de Kruschev en la primera mitad de la década de los 60 del siglo XX tuvo una influencia positiva en el urbanismo bucarestino. En este período se intensificó la construcción de grandes zonas residenciales alejadas del centro de la ciudad y cercanas a los centros industriales, entre los que destacan barrios como Drumul Taberei, Militari, Berceni y Titan Balta-Albă, verdaderas “ciudades dentro de la ciudad”. Entre todos ellos, Drumul Taberei es, quizás, el ejemplo más llamativo de nuevo barrio obrero de aquella época, levantado junto a una zona industrial, con bloques prefabricados situados en zonas verdes, cuidadosamente orientados según la luz solar, con servicios variados, bien conectados y distribuidos según un diseño urbano conforme con los principios establecidos en la Carta de Atenas y que, de forma inesperada, encuentra un eco en la ville radieuse de Le Corbusier al tiempo que simboliza los principios de igualdad de toda buena ciudad socialista.
Maqueta de Drumul Taberei
En definitiva, estos cinco momentos del urbanismo bucarestino nos muestran la evolución de la ciudad-pueblo de mediados del siglo XIX, a la capital burguesa de principios del XX y a la ciudad socialista de mediados de siglo.
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Abuela Gloria -