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La Pascua en Bucovina (V): Costumbres

La Pascua en Bucovina (V): Costumbres

La Semana Grande, última de la Pascua, está siempre precedida del Domingo de Ramos que celebra la entrada de Cristo en Jerusalén poco antes de su martirio. Hasta ese día, los fieles limpian con especial dedicación sus hogares, el menaje y toda su ropa y lencería. El aseo de la Pascua, que también incluye limpieza y decoración floral de las tumbas de los antepasados de la familia, es una actividad tradicional que simboliza la eliminación de las huellas invernales, pero también de la maldad y los sufrimientos, en espera de recibir la llegada de la primavera.

 El Domingo de Ramos, los fieles van a la iglesia con flores y ramas de sauce – en sustitución de las palmas que recibieron al Mesías en la Ciudad Santa, difíciles de encontrar en Bucovina – obtienen la bendición del sacerdote  y, cuando regresan a casa, las colocan junto a los iconos o en la puerta principal como elemento de protección. El Domingo de Ramos es un día de felicidad melancólica para los ortodoxos por lo que, antes de iniciar el ayuno de la Semana Grande, todavía está permitido consumir pescado y beber vino.

El lunes empieza la Semana Grande, en la que todos los creyentes se saludan con una fórmula tradicional que, en general, mantienen hasta el Día de la Ascensión, cuarenta días después del Domingo de Resurrección: Christos a înviat! (¡Cristo ha resucitado!), a lo que debe responderse, Adevărat a înviat! (¡Verdaderamente, ha resucitado!).

El Jueves Grande o Jueves Negro, las mujeres pintan huevos con colorantes naturales de plantas, preparados la noche anterior, y los colocan en un cesto, mientras explican a los niños las tradiciones y les cuentan viejas leyendas populares. En la cocina se preparan el cozonac - pan dulce de Pascua - y, sobre todo, la Pasca, un bizcocho con forma redonda, decorado con una cruz en su centro, frente al que suele recitarse una pequeña oración de invocación y buenos augurios: “Cruce-n casă/Cruce-n piatră/Dumnezeu cu noi la masă/Maica Precista pe fereastră!” (Cruz en casa/Cruz en piedra/Dios con nosotros en la mesa/¡La Purísima en la ventana!).


Los más devotos mantienen un ayuno total entre el Jueves Negro y el Domingo de Resurrección, alimentándose apenas con un poco de pan y agua. Durante esos días, en general, el ayuno es bastante severo para el resto de creyentes por lo que no está permitido comer carne, pescado, huevos, leche o productos lácteos.

El Viernes Grande, día de recuerdo de la crucifixión y muerte de Jesús, no se trabaja, abandonándose cualquier labor agrícola o ganadera. Por la tarde, las iglesias se llenan para participar en el oficio de difuntos (Prohodul Domnului), en el que se recitan unos largos versos que narran la pasión y muerte de Cristo.

El sábado, a primera hora de la tarde, cada familia enciende candelillas junto a las tumbas de su antepasados como símbolo de resurrección y, antes de partir hacia la iglesia para celebrar la Noche de Resurrección (Noaptea Învierii), los creyentes se acicalan a conciencia, lavándose con agua pura, recién extraída del pozo, en la que antiguamente se colocaba albahaca, una moneda de plata y un huevo pintado de rojo (según la tradición, “para ser sano como un huevo y puro como la plata”). Duermen un rato, se visten con ropa limpia y, si es posible, nueva y esperan tranquilos la hora de partir hacia el templo.

 

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