La llegada de la arquitectura moderna a Rumanía
La llegada de la arquitectura moderna a Rumanía estuvo estrechamente relacionada con la participación de muchos artistas rumanos en los movimientos vanguardistas de París, Zurich y Berlín, alrededor de los años 20. Marcel Iancu, Ion Vinea o Tristán Zara, por citar algunos de los más destacados ejemplos, estuvieron entre los fundadores del Dadaísmo.
Los arquitectos formados en la École de Beaux Arts de París, que regresaron a Rumanía tras la Primera Guerra Mundial, renunciaron al academicismo y presionaron para redirigir el Movimiento Moderno de modo que la transición desde el historicismo a la arquitectura moderna se convirtió en una revolución cultural que afectó a los métodos de diseño, a los materiales de construcción y a las tecnologías empleadas.
Aunque el hierro, el acero y el vidrio ya se habían empleado en construcciones industriales en la segunda mitad del siglo XIX, sólo a través de las nuevas concepciones del Movimiento Moderno estos materiales se convirtieron en referencias básicas para la definición de un nuevo lenguaje arquitectónico. Paralelamente, el nacimiento de la citada vanguardia artística, la evolución de las tecnologías de construcción y los cambios en la cultura de la construcción fueron los principales factores que forzaron la sustitución del historicismo por una arquitectura moderna.
En la mayoría de los casos, desde un punto de vista estético-funcional, los nuevos edificios se caracterizaron por la plasticidad horizontal/vertical de sus fachadas, por el uso inteligente de la geometría en los diseños, por los sutiles juegos de ángulos rectos, curvas y superfices, por la orientación de los edificios en relación con su ventilación e insolación, por la simplicidad de las formas y por el tratamiento cromático de las fachadas, en las que el blanco tomó un valor que era cualquier cosa menos neutro.
A partir de entonces, los clientes renovaron su interés por las respuestas de la arquitectura en términos de confort, tecnología, economía y, por encima de todo, funcionalidad, clave de su elección en el diseño de edificios tanto residenciales como industriales o socio-culturales.
Las villas - como la que encabeza este post, diseñada por Jean Monda - destacaron como la tipología más desarrollada. En sus diseños, emergió el minucioso estudio del empleo de los materiales de construcción, el dinamismo entre los elementos horizontales y verticales, la flexibilidad de los espacios interiores, la continuidad espacial entre los interiores y los exteriores, la elevada calidad de los detalles, la pureza de formas, así como elementos de estética orgánica dependiendo de si se trataba de edificios situados en la costa o en la montaña.
También las residencias multifamiliares contribuyeron a definir la imagen urbana de las nuevas ciudades, especialmente en Bucarest, al ser construidas paralelamente a las más importantes vías o como originales soluciones en el caso de los edificios esquineros. Estos grandes edificios constituyen la más representativa expresión de una arquitectura moderna prudente, libre de influencias extranjeras, con anhelos de estabilidad y continuidad.
A pesar de todo, las experiencias más atrevidas las encontramos en los edificios socio-culturales, públicos y privados, acreedores de las soluciones más innovadoras y funcionales. De este modo, hoteles (como el Hotel Ambassador, en la foto), teatros, cines, hospitales, escuelas, centros deportivos, bibliotecas, oficinas de la administración pública, etc., transformaron radicalmente el perfil urbano.
Bucarest es un lugar que todavía hoy nos ofrece el paisaje de la ciudad moderna, aquélla que idearon y levantaron Iancu, Monda, Creanga, Marcu y tantos otros, por lo que, a pesar del maltrato del tiempo, la especulación y el abandono, bien vale un paseo pausado y atento del visitante.
2 comentarios
Carlos -
La Unión de Arquitectos de Rumanía se bate el cobre para defender el patrimonio pero la maquinaria especuladora urbanística no tiene piedad. Veremos qué queda cuando acabe la batalla...
Dubi -