La endémica corrupción del sistema sanitario rumano
En cierta ocasión escribí una entrada sobre el inaudito coste económico de nacer en Rumania, país que, por cierto, encabeza el triste ranking europeo de la tasa de mortalidad materna (27 madres fallecidas / 100.000 niños nacidos vivos) y es segundo, detrás de Bulgaria, en el de la tasa de mortalidad infantil (11 muertes / 1.000 nacimientos normales). La entrada cosechó algunas críticas e incluso un lector anónimo me acusó, simple y llanamente, de mentir a sabiendas debido a un supuesto sentimiento de superioridad.
La realidad es muy tozuda y suele ocurrir que, por mucho que se oculte con peregrinos argumentos, acaba saliendo a flote. Hace unos días, la Escuela Nacional de Estudios Administrativos y Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas de Bucarest presentó públicamente un estudio titulado “Los bucarestinos y la sanidad”, sobre la salud de los ciudadanos de la capital y del sistema sanitario que debe cuidar de ellos.
De acuerdo con una encuesta, realizada entre mayo y junio de 2013 en el marco del citado estudio, la salud es la principal preocupación de los bucarestinos (26%), seguida del futuro de sus hijos (22%) y del nivel de sus ingresos (13 %). Un 34 % de los habitantes de Bucarest va frecuentemente al médico y recibe algún tipo de tratamiento, un 31 % asiste, al menos, una vez cada 3 meses y el resto lo hacen un par de veces al año o menos.
Entre los encuestados, el 22 % reconoce que siempre ofrece pequeñas atenciones, obsequios o dinero (cantidad que en rumano se conoce como șpagă) al médico que debe atenderle con el objetivo de ser atendido de un modo diferenciado respecto al resto de enfermos, el 18 % lo hace porque considera que el personal sanitario está mal pagado, un 5 % lo hace por motivos indeterminados, un 20 % afirma no hacerlo nunca y el resto o bien no sabe de qué le hablan o prefiere no contestar.
Sea como fuere, a partir de las confesiones de los encuestados - que afirman dar una media de 866 lei por intervención médica -, los responsables del estudio han calculado que los bucarestinos, además de contribuir con sus impuestos al sistema sanitario, pagan anualmente unos 25 millones de euros contenidos en sobres que médicos, enfermeras, asistentes, anestesistas, etc. introducen directamente en sus bolsillos sin pudor alguno. Extrapolando estos datos a nivel nacional, es fácil calcular que los rumanos contribuyen cada año con una mordida de 250 millones de euros para la sanidad nacional, lo que supone un 1,5 % del PIB del país.
Aunque la corrupción es pública y no afecta únicamente a la sanidad rumana - otro día hablaré del sistema educativo -, el sufrido enfermo no tiene herramientas sencillas para denunciar los abusos, por tanto, se han multiplicado las plataformas de ciudadanos concienciados que, aprovechando las posibilidades que ofrecen Internet y las redes sociales, se atreven a señalar, con nombres y apellidos, a ladrones, sinvergüenzas y embusteros. Una de las más recientes y populares es la web Piața de șpagă, que permite a los denunciantes situar sobre un mapa de Rumania interactivo el lugar del delito, el nombre del receptor del soborno, la cantidad acordada y el motivo.
El primer paso para resolver un problema es reconocerlo. Penosamente, el Gobierno está tomando las primeras medidas punitivas, sin embargo, el camino es largo y hace falta el concurso de todos los rumanos para denunciar y acabar con los abusos.
Imagen extraída de 9 AM News
3 comentarios
Javier Osorio -
Sólo una puntualización: los anestesistas son médicos; por tanto, la enumeración "médicos, enfermeras, asistentes, anestesistas..." no es correcta, ya que uno de los grupos enumerados incluye al otro.
Luis. -
Cesar -