Atardecer en la colina
A modo de ejemplo, copio la traducción del poema de Mihai Eminescu, Atardecer en la colina, publicada por Rafael Alberti y María Teresa León en 1973 (Nota: la toica es un trozo de madera o metal que se golpea para llamar a la oración en los monasterios ortodoxos):
El cuerno quejoso suena en la colina,
suben los rebaños, brillan las estrellas,
las aguas responden, gimiendo en las fuentes;
bajo las acacias, querida, me esperas.
La luna atraviesa clara y santa el cielo,
tus ojos contemplan el raro follaje,
las estrellas húmedas nacen en lo alto,
tú estás de ansias llena y de amor tu seno.
Las nubes resbalan, sus rayos se estrían,
levantan las casas sus techos vetustos,
la roldana al viento chirría en el pozo,
el valle es de humo, las flautas murmuran.
Hombres fatigados, la hoz sobre el hombro,
vuelven de los campos; la toica resuena,
la campana llena con su voz la noche,
y mi alma se quema de amor en tu fuego.
¡Ah!, pronto en el valle el pueblo se duerme,
¡ah!, pronto mis pasos hacia ti me llevan.
Cerca de la acacia pasaré la noche
e incansablemente te diré: te quiero.
Las cabezas juntas, una contra otra,
bajo la alta acacia nos adormiremos
¿Quién la vida entera no la entregaría
por una tan bella, tan dichosa noche?
Encabezando esta entrada, una imagen de las montañas que rodean Vama, en Bucovina.
2 comentarios
Luis. -
Aba Inma -