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El discurso del Rey

El discurso del Rey

Ayer, con motivo de su 90 cumpleaños y 64 años después de su destronamiento por parte de los comunistas, el rey Miguel I se dirigió al pueblo rumano desde la tribuna de los oradores del Parlamento.

Con una dignidad y un estilo impropios de la política rumana, el rey Miguel, acompañado en todo momento de su hija Margarita, empezó su discurso con un homenaje a los caídos en la defensa del Rumanía, reivindicó la importancia de la monarquía para la historia del país, repasó los éxitos de la democracia, habló de recuperar la dignidad y el orgullo y, sobre todo, lanzó duras críticas a las “malas costumbres” de la casta política que ocupa las bancadas del Parlamento, a su falta de ética, a su demagogia y a su deseo de aferrarse al poder. A pesar de todo, cuando terminó su discurso, los parlamentarios ovacionaron al rey durante varios minutos, puestos en pie.

El acto de ayer en el Parlamento rumano fue el punto final a un enconado debate que ha durado varias semanas. En un primer momento, el rey fue invitado por el Partido Nacional Liberal a hablar en el hemiciclo, sin embargo, el gobierno tumbó la iniciativa en una primera votación. Basescu, un personaje zafio, corrupto y prepotente, había desatado hacia poco una gran polémica al acusar al rey de ser “vasallo de Moscú” - por aceptar el chantaje al que fue sometido para renunciar al trono, hecho al que me referiré en una próxima entrada - y culpable del Holocausto en Rumanía. Ante semejantes acusaciones, solo propias de alguien que ignora la historia del país o de un ser infame, el rey Miguel guardó un digno silencio y enfrió una querella que Basescu quería emplear para distraer la atención de su manifiesta mala gestión. En estas circunstancias, el diputado del PDL – es decir, del mismo partido que Basescu -, Theodor Paleologu, inició una campaña dentro del partido para que algunos diputados cambiasen el sentido de su voto y, finalmente, en una segunda votación, la presencia del rey Miguel en el Parlamento fue aprobada. Atrincherado en su ignominia, Basescu no asistió ayer al Parlamento, como tampoco lo hizo ninguno de los ministros - excepto el de Justicia, Cătălin Marian Predoiu - que forman su gobierno, ausencia que es de agradecer pues sólo hubiesen degradado un acto solemne.

Por la noche, en el Palacio Nacional de la Opera, se celebró un concierto al que asistieron miembros de otras casas reales europeas, entre ellos, la reina Sofía, que fue sorprendida a su llegada por la multitud apostada frente a la sala de conciertos con una gran aclamación. El público recibió al rey cantando la versión rumana del cumpleaños feliz y se escucharon lemas como el Trăiască Regele! (¡Viva el Rey!) o el famoso Monarhia salvează România! (¡La monarquía salva a Rumanía!), generalizado entre los sectores más monárquicos durante la revolución de 1989.

Ayer fue un día histórico para Rumanía. 

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