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La pasión del general Chiţac

La pasión del general Chiţac

Entender la historia reciente de Rumanía no siempre es tarea fácil y ayer el país perdió otra pieza clave para comprender el proceso revolucionario de 1989.

Tras las protestas contra el comunismo que se desataron en Timişoara el 16 de diciembre de 1989 y que fueron la mecha de la revolución posterior, el general Mihai Chiţac – junto al también general Victor Athanasie Stanculescu, del que hablaré otro día -  fue enviado a la ciudad por Ceauşescu para reprimir la revuelta. Cuando la situación se desbordó, el ejército y la Securitate – la temida policía secreta  del régimen - abrieron fuego contra los manifestantes, con un saldo de 72 muertos (entre ellos, una mujer aplastada por el tanque que la perseguía) y 253 heridos.

En el río revuelto que supuso la revolución en sus primeros días, Mihai Chiţac acabó siendo nombrado Ministro de Interior del gobierno posrevolucionario encabezado por Petre Roman e Ion Iliescu. Probablemente animado por la impunidad de la que había gozado tras la caída del comunismo, volvió a emplear sus expeditivos métodos de represión contra los estudiantes que se manifestaron en verano de 1990 contra el gobierno que había sustituido a la tiranía, sin embargo, el escándalo internacional por su actuación acabó costándole el puesto de ministro.

A partir de entonces se inició la imparable decadencia del general Chiţac. Tras un largo proceso judicial, en el año 1999 fue condenado a 15 años de cárcel por su responsabilidad en las muertes de manifestantes en Timişoara. Saltando de tribunal a tribunal durante años y proclamando su inocencia, en el año 2008 la Corte Suprema confirmó la sentencia. Entre octubre de 2008 y el día de ayer, Chiţac entró y salió de la cárcel de Jilava en varias ocasiones por motivos de salud. Aquejado de una afección cardíaca y de varios tumores cerebrales, murió ayer a la edad de 82 años.

Chiţac se ha llevado a la tumba la explicación de su increíble salto desde las alcantarillas de la tiranía al altar de los salvadores de la patria – altar cada vez más cuestionado - y con ella, muchos detalles sobre cómo se gestó la revolución de 1989, de la que todavía siguen surgiendo dudas.

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