Rumanía, años 30: camino a la perdición (y II)
Apenas llegado de nuevo al trono, Carol II se enemistó con Iuliu Maniu debido a su oposición a las relaciones sentimentales del rey con su amante, Helena Lupescu, y a la negativa influencia de la intrigante camarilla real. Por este motivo, los nacional-campesinos sustituyeron a Maniu por Gheorgje Mironescu para presidir un gobierno que duró escasamente un año. Desentendiéndose del juego de mayorías, Carol II encargó formar gobierno a su antiguo preceptor, Nicolae Iorga, quien negoció una coalición de partidos conservadores que, aunque logró el triunfo en los comicios de junio de 1931, enseguida se deshizo por las divisiones entre sus miembros.
En estas circunstancias, en 1932 el rey pidió de nuevo a los nacional-campesinos que retornaran al poder. De este modo, Vaida-Voevod convocó unas elecciones que, como de costumbre, dieron mayoría absoluta a su partido, sin embargo, la Asamblea resultante quedó muy fragmentada y la extrema derecha consiguió un peso considerable. La etapa de gobierno de PNC coincidió con el período más duro de la crisis económica – consecuencia del crack del 29 - y con fuertes brotes de conflictividad social, aunque también con un momento de apogeo de la política exterior rumana, de manos de Nicoale Titulescu, que reforzó los lazos de Rumanía con Francia y la Pequeña Entente y estableció un tratado de no agresión con la Unión Soviética a cambio del cual ésta reconoció la soberanía rumana sobre Besarabia.
El desgaste del gobierno nacional-campesino y la enemistad del rey con Maniu llevaron a Carol II a dar el poder a los liberales en 1933. Como primer ministro, Ion Duca organizó así nuevas elecciones y se marcó como uno de sus objetivos fundamentales la eliminación de la Guardia de Hierro. Por este motivo, el 10 de diciembre la Guardia fue puesta fuera de la ley para que no pudiera presentarse a las elecciones y muchos de sus miembros fueron detenidos. En respuesta, los legionarios asesinaron a Duca el día 29.
Aunque a la muerte de Duca se alzó con la presidencia del PNL Constantin Brătianu, su oposición a los manejos políticos del rey le apartaron del Ejecutivo a favor de Gheorghe Tatarescu quien, más dispuesto a acatar las órdenes del monarca, consiguió mantenerse en el gobierno entre enero de 1934 y noviembre de 1937. En este período, la tradicional francofilia rumana cambió hacia posiciones más favorables hacia Roma y Berlín. El crecimiento del comercio y las inversiones del Tercer Reich animaron a muchos financieros y empresarios a adoptar posturas germanófilas, que coincidían con las de algunos dirigentes de la extrema derecha y de los nacional-campesinos, cada vez más proclives a colaborar con la Guardia de Hierro. Paralelamente, el antisemitismo ganaba terreno entre las más diversas capas sociales y los judíos comenzaron a ser excluidos de la sociedad rumana. En las elecciones de 1937, ningún partido alcanzó el 40 % de los votos para gobernar en mayoría, aunque la extrema derecha consiguió el 27 % de los escaños en la Cámara baja.
Los comicios demostraron que el sistema electoral ya no garantizaba la mayoría de alguno de los partidos de notables ante el empuje de los extremistas. El rey, deseoso de acabar con la Guardia de Hierro, se apoyó en medios empresariales y en la derecha radical y entregó al poder al ultraderechista Octavian Goga, quien formó un gabinete filonazi. Alarmado por el germanismo del Gabinete y temeroso de la fuerza de los legionarios de Codreanu, en febrero de 1938, el rey Carol II depuso al gobierno, suspendió la Asamblea Nacional y prohibió los partidos políticos. El rey nombró al dócil patriarca Miron Cristea como primer ministro y a su hombre de confianza, Armand Calinescu (en la imagen), como ministro del Interior. A finales de mes, se aprobó una nueva Carta Magna que reforzaba los poderes del monarca y limitaba la autoridad del Ejecutivo y del poder judicial.
Como dictador, Carol II se apoyó en la camarilla palaciega, en industriales y banqueros leales y en las Fuerzas Armadas. Extremó las medidas de represión contra la Guardia de Hierro, cuyos miembros fueron expulsados de la Administración y el Ejército y recluidos en campos de concentración. El propio Codreanu fue detenido en la primavera de 1938 y ejecutado por agentes del Ministerio del Interior bajo el pretexto de un intento de fuga. Dispuesto a consolidar su régimen, a finales de 1938, Carol II creó el oficialista Frente del Renacimiento Nacional según el modelo fascista. A la muerte del patriarca Cristea, Calinescu pasó a presidir un gobierno de hombres de confianza del rey y, aunque quiso distanciarse del Reich intentando formar un Bloque de Neutrales, la agresividad del Eje le obligó a firmar un acuerdo económico con Alemania que acentuaba la dependencia de Rumanía. En septiembre, un comando legionario apoyado por los nazis asesinó a Calinescu tras acusarlo de la muerte de Codreanu, en respuesta, se desató una extrema represión contra la Guardia de Hierro y muchos de sus miembros fueron ejecutados.
En esas circunstancias, alemanes y soviéticos atacaron Polonia. La Segunda Guerra Mundial había comenzado y el régimen rumano se vio amenazado por los deseos de venganza de sus enemigos exteriores, rusos, húngaros y búlgaros.
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