Victoria
Estaba tranquilamente sentado leyendo en el sofá cuando la ciudad ha estallado: el Steaua de Bucarest ha ganado al Galatasaray turco por 1-0 y se ha clasificado para la Liga de Campeones. La gente ha salido a la calle a gritar, cantar y a celebrarlo, suenan las bocinas, las pocas motos que hay en la ciudad hacen rugir sus motores, no parece una victoria pasajera, parece que hayan ganado la Liga.
Me importa muy poco el fútbol, me interesa más entender este júbilo desmedido. Imagino que vencer a los turcos de nuevo, como hicieran Stefan cel Mare o Mihai Viteazul entre los siglos XV y XVII, es una nueva reafirmación de resistencia de Rumania frente a la Sublime Puerta, de su compleja vocación occidental. Turquía como el eterno enemigo. Ahora ya no hay campos de batalla, ahora hay estadios.
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