¿Se acabó?
He seguido con mucho interés los acontecimientos de Chisinau. Un par de días de manifestaciones permitieron empezar a hablar de la nueva Revolución Naranja, sin embargo, el martes por la noche la maquinaria neosoviética, siempre lenta, consiguió desperezarse y el miércoles empezó su actividad.
En la capital empezaron los arrestos con destino desconocido. Policías chandaleros y tipos grises trajeados asaltaban a los estudiantes de repente, sin identificarse, los encapuchaban y los metían a la fuerza en furgones. Agentes impedían a los periodistas filmar (muchos han sido expulsados del país, especialmente los enviados rumanos). Cierre de fronteras. Internet censurado. Móviles sin señal. Opositores sitiados en sus casas y detenidos. El gobierno hizo llamamientos a los padres para que controlasen a sus hijos si no querían que… Nada nuevo bajo el sol soviético.
Entre ayer y hoy ha casi desparecido la violencia. La Duma rusa ha dado su apoyo explícito al gobierno de Voronin. Occidente necesita colaborar con Rusia, al fin y al cabo, tiene miedo de volver a quedar helada el próximo invierno a falta de gas, así que mira pusilánime el escenario moldavo. Voronin ha salido exultante en la TV acusando a Rumania de fomentar las protestas, ha impuesto incluso el visado a los ciudadanos rumanos y ha declarado persona non grata al embajador de Rumania. Ya tiene a su chivo expiatorio, al fin y al cabo, Rumania no tiene peso internacional suficiente para suponer una amenaza. Ahora sólo debe cerrar algunas bocas y seguir sacando provecho al cortijo moldavo.
3 comentarios
yo -
viorel -
anonim -