Escatología a la rumana (2)
Hoy todas las televisiones de Rumania han retransmitido en directo la exhumación de los cadáveres del matrimonio Ceauşescu.
La versión oficial dice que, tras el juicio y la ejecución sumarios al que sometieron a la pareja dirigente rumana inmediatamente después de la Revolución de 1989, ésta fue rápidamente enterrada en el cementerio militar de Ghencea. Aunque el hastío hacia el sistema totalitario comunista se había hecho patente en las calles de las principales ciudades rumanas en aquellos días, el gobierno del FSN (Frente de Salvación Nacional), integrado principalmente por comunistas de segunda fila y repudiados debido a su actitud aperturista de corte gorbachovista, prefirió un entierro discreto para evitar aglomeraciones de nostálgicos en un acto público que podía resultarles incómodo y, sobre todo, contraproducente. Los cadáveres salieron de escena rápidamente y los dirigentes del FSN respiraron tranquilos.
En el año 2005, la hija de los Ceauşescu inició una batalla legal contra las autoridades rumanas para comprobar si los restos de sus padres estaban en la tumba de Ghencea, sin embargo, murió en el intento. El relevo lo recogió su hermano, Valentín, y su marido, quienes han conseguido que la justicia dé la orden de exhumación.
A media mañana, todas las cadenas de televisión mostraban la tumba abierta, sesudos contertulios hablaban sobre si son galgos o podencos, los nostálgicos se indignaban a las puertas del cementerio y el yerno lloriqueaba públicamente, algunos afirmaban que habían visto huesos y restos de ropa con agujeros de bala, las imágenes de la Epoca de Aur y del juicio en Technicolor se sucedían, aparecían encuestas sobre lo bien o mal que se vivía entonces y ahora (por cierto, muy igualadas) y se lanzaban rocambolescas hipótesis sobre qué ocurrirá si los restos que han encontrado no son los de los tiranos (estoy seguro que, en ese caso, empezará una inacabable teoría de la conspiración y que la familia Ceauşescu aprovechará para ampliar su capital a base de solicitar daños y perjuicios al estado rumano).
Sea como fuere, yo me pregunto, ¿a quién demonios le importa dónde está enterrada semejante pareja de carcamales con la que está cayendo?
Pan y circo, aunque cada vez más de lo segundo y menos de lo primero.
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Luis -