Blogia
Bucarestinos

Política

Nuevo gobierno de centroderecha en Rumanía

Nuevo gobierno de centroderecha en Rumanía

Tras un proceso electoral amenazado por la pandemia y con escasísima participación, el pasado 6 de diciembre se celebraron unas elecciones legislativas en Rumania que dieron como inesperado vencedor al socialista PSD, sin embargo, la formación de un tripartito de centroderecha, formado por el Partido Nacional Liberal (PNL), la coalición centrista USR-PLUS – con personajes reformadores como Nicușor Dan, Clotilde Armand, Dacian Cioloș o Vlad Voicolescu – y la Unión Democrática de los Magiares de Rumanía (UDMR), es decir, los nacionalistas húngaros, ha conseguido el apoyo suficiente para formar gobierno.

Acaba así, en principio, el período de inestabilidad del último año, gobernado en minoría por el PNL tras arrebatar el gobierno al PSD mediante una moción de censura. El PSD, que había gobernado entre 2017 y 2019, había dado sobradas muestras de su talante mafioso-totalitario en su polémica reforma judicial, muy criticada por Bruselas, cuya evidente intención era minimizar la separación de poderes y evitar el procesamiento por corrupción de sus dirigentes. Paralelamente, en un gesto tan populista como irresponsable, el PSD adoptó una subida generalizada de salarios públicos y pensiones que, si bien animaron el crecimiento económico, disparó el déficit público por encima del límite acordado por la UE.

No lo va a tener fácil el nuevo gobierno, formado el día 23 de diciembre y presidido por el liberal, Florin Cîțu (en la imagen, encabezando esta entrada). El PNL es un partido de claroscuros - tendrá 9 ministros - y los nacionalistas húngaros, con 3 ministros, venderán su apoyo a cambio de privilegios y con poco interés por el bien común (rumano, se entiende). Confío en que los 6 ministros que aportará al nuevo gobierno la coalición USR-PLUS, integrada por personas jóvenes, con experiencia en el sector privado y un férreo sentido de la ética, faciliten una administración eficiente que emprenda las reformas necesarias y ayude al desarrollo de Rumanía. 

Más ataques a la separación de poderes en Rumania

Más ataques a la separación de poderes en Rumania

En febrero del año pasado escribí sobre el estallido social que supuso la aprobación de la Ordenanza de Urgencia 13/2017, que modificaba tanto el Código Penal como el Código de Procedimiento Penal, para dificultar la persecución de delitos como el nepotismo o el soborno y facilitar la amnistía de algunos condenados por delitos de corrupción. Tras semanas de protestas en las calles, el Primer Ministro, el socialista Sorin Grindeanu, anunció balbuceante que la ordenanza no entraría en vigor y que se buscarían nuevas soluciones en la lucha contra esta lacra.

Pues bien, tras un año de ímprobos esfuerzos, hace unos días, socialistas y liberales aprobaron en el Senado una nueva reforma legal que reduce la independencia judicial – sometida al poder político - y dificulta la labor de la reputada Fiscalía anticorrupción, la DNA, que desde 2006 ha enviado a juicio a 72 parlamentarios y ha sido el azote del inefable Liviu Dragnea - líder socialdemócrata imputado por malversación de fondos – y del liberal Calin Popescu Tariceanu, presidente del Senado.

De nada han servido las advertencias de la Comisión Europea, que periódicamente controla la implementación de las reformas necesarias en la economía y la justicia rumanas, o del Departamento de Estado de Estados Unidos, que ha manifestado su temor por el ataque perpetrado contra la independencia de los jueces.

En este sentido, cabe recordar que de unos 500 diputados y senadores, 120 tienen serios problemas legales. Aunque la lista es larga, creo que es interesante reproducirla por partidos:

Partido Socialdemócrata (PSD):

Victor Ponta, diputado - demandado

Constantin Adascalita, diputado enviado a juicio

Ecaterina Andronescu, senador - procesada

Radu Babus, diputado - procesado

Niculae Bădălău, senador - procesado

Daniel Bărbulescu, diputado - procesado

Eugen Bejinariu, diputado - denunciante

Dan Bordeianu, diputado - demandado

Florin Constantinescu, senador - procesado

Alexandru Cordos, senador - procesado

Vlad Cosma, diputado - demandado

Liviu Dragnea, diputado - condenado en primera instancia

Mircea Drăghici, diputado - procesado

Sonia Draghici, diputada - demandada

Marian Ghiveciu, diputado - condenado en primera instancia

Vasile Gliga, diputado - condenado con suspensión

Iulian Iancu, diputado - procesado

Ovidiu Isailla, senador - demandado

Sorin Lazar, senador - condenado con suspensión, procesado

Marius Manolache, diputado - procesado

Eduard Martin, diputado - procesado

Alexandru Mazare, senador - procesado

Adrian Mocanu, diputado – su padre ha sido demandado por nepotismo

Victor Mocanu, senador - demandado

Mircia Muntean, diputado- condenado con suspensión

Gabriel Mutu, senador - procesado

Marian Neacsu, diputado – condenado

Florin Pâslaru - condenado

Cătălin Rădulescu, diputado - enviado a juicio

Neculai Răţoi, diputado - procesado

Cornel Resmeriţă, diputado - su padre ha sido demandado por nepotismo

Ilie Sarbu, senador - procesado

Adrián Simionescu, diputado - procesado

Ion Stan, diputado - demandado

Anghel Stanciu, diputado - condenado en primera instancia

Dan Sova, senador - demandado

Lucian Şova, diputado - procesado

Gabriel Vlase, diputado - investigado

 

Partido Nacional Liberal (PNL):

Ion Ariton, senador - procesado

Gigi Chiru, senador - condenado en primera instancia

Tudor Chiuariu, senador - condenado con suspensión

Gheorghe Costin, diputado - enviado a juicio

Grigore Crăciunescu, diputado - condenado en primera instancia

Víctor Paul Dobre, subprocurador - procesamiento criminal bloqueado

Corneliu Dobriţoiu, senador - condenado en primera instancia

Verginel Giread, diputado - condenado con suspensión

Mircea Man, diputado - procesado

Dan Motreanu, diputado - demandado

Corneliu Popescu, senador - investigación criminal

Dian Popescu, senador - condenado en primera instancia

Alin Popoviciu, diputado - procesado

Mircea Rosca, diputado - demandado

Cornel Sămărtinean, diputado - demandado

Raluca Surdu, diputada - su marido está procesado por nepotismo

Cătălin Teodorescu, diputado - procesado

Hubert Thuma, diputado - condenado con suspensión

Ionut Zisu, senador - demandado

 

Unión Nacional para el Progreso de Rumania (UNPR):

Ionel Agrigoroaei, senador - demandado

Marin Anton, diputado - procesado

Marin Burlea, senador – su hijo está demandado por nepotismo

Mario Caloianu, diputado - procesado

Titi Holban, diputado - demandado

Lucian Iliescu, senador - procesado

Ruxandra Jipa, senadora – su esposo está procesado por nepotismo

Şerban Mihăilescu, senador - procesado

Valerian Vreme, diputado - procesado

 

Alianza de liberales y Demócratas (ALDE):

Mircea Banias, senador - demandado

Daniel Chiţoiu, subcomisario de la fiscalía - bloqueado

Bogdan Ciucă, diputado - procesado

Eugen Durbaca, senador - procesado

Ovidiu Silaghi, fiscal adjunto - procesamiento criminal bloqueado

Dorinel Ursărescu, diputado - demandado

Varujan Vosganian, senador - procesamiento penal bloqueado

 

Alianza Democrática de los Húngaros de Rumania (UDMR)

Borbely Laszlo, diputado - acusación penal bloqueada

Kerekes Karoly, diputado - condenado con suspensión

Mate András Levente, diputado - condenado con suspensión

Tanczos Barna, senador - procesado

 

Partidos de las minorías étnicas

Ghervazen Longher, diputado - convicto con suspensión

Adrian Merka, diputado - condenado con suspensión

Nicolae Mircovici, diputado - condenado con suspensión

 

Diputados no afiliados

Sebastian Ghita, diputado - demandado

Florin Popescu, diputado - demandado

Elena Udrea, diputada - demandada

 

Se comprenden así mejor los motivos de la clase política para aprobar esta nueva reforma legal y que la calle siga tomada por los manifestantes contrarios a las medidas de impunidad.

Conferencia en la UAB sobre la represión política en la Rumania comunista

Conferencia en la UAB sobre la represión política en la Rumania comunista

Este blog tiene el honor de haber participado en la organización de la conferencia sobre la represión comunista en Rumania que tendrá lugar esta tarde, entre las 17.30 y las 19 h, en la Facultad de Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Tendremos dos ponentes de lujo, en primer lugar, el Sr. Octav Bjoza - en la foto -, Subsecretario de Estado y exprisionero político, y Lucian Vasile, coordinador del Departamento de Educación y Memoria del Instituto para la investigación de los crímenes del Comunismo y Memoria del exilio rumano.

Tras sus charlas, podremos disfrutar también de la premier del documental titulado Voces del Este, resultado del trabajo de un grupo de estudiantes del Máster de Periodismo de Viajes, en el que he tenido el placer de participar y en el que, junto a otros entrevistados, realizamos una reflexión sobre el concepto de libertad actualmente en Rumania.

Si mis amables lectores tienen un rato libre hoy, ¡no duden en acompañarnos!

¿Qué está pasando en Rumania? ¡Estallido y victoria!

¿Qué está pasando en Rumania? ¡Estallido y victoria!

Como recordarán mis pacientes lectores, hace unos días escribí sobre la fallida candidatura de Sevil Shhaideh al cargo de Primer Ministro de Rumania. Ante la inesperada posición de Iohannis, el PSD, con el ínclito Liviu Dragnea a la cabeza, optó por proponer un nuevo candidato, Sorin Grindeanu, un Matemático especializado en Informática, antiguo Ministro de Comunicación, que fue rápidamente aceptado por Iohannis e invitado a formar gobierno. Grindeanu es un hombre de partido que, gracias al amparo del líder socialdemócrata, Ilie Sârbu, ascendió desde la organización juvenil del partido en Timiș hasta la presidencia del Consejo Regional. Su asalto al puesto de Primer Ministro no tenía, sin embargo, un mentor tan evidente, aunque sin duda era un hombre del agrado de la élite del PSD, con Dragnea a la cabeza.

Tras pocos días de echar a andar, el Gobierno amagó con una modificación del código penal que, aparentemente, beneficiaría a miembros del PSD acusados o condenados por corrupción. Mucho se habló durante días sobre el tema, la calle se fue calentando y las manifestaciones empezaron a sucederse, con decenas de miles de ciudadanos protestando a pesar de las gélidas temperaturas. A pesar de ello, repentinamente, con alevosía,  nocturnidad y evitando cualquier debate en el Parlamento, la noche del 31 de enero se publicó la Ordenanza de Urgencia 13/2017, que modificaba tanto el Código Penal como el Código de Procedimiento Penal.

protest-urias-piata-victoriei-1-februarie

Con la mirada atónita, clavados ante el televisor mientras cenaban, los rumanos comprobaron cómo el gobierno socialista había promulgado una ordenanza que, de fapto, despenalizaba el nepotismo y los delitos de corrupción con un montante inferior a 44.000 €, reducía drásticamente penas, obligaba al cierre de expedientes abiertos y amnistiaba a una serie de delincuentes ya encarcelados. Por poner un ejemplo y para que mis lectores españoles entiendan bien el alcance del asunto, es como si, tras ganar las elecciones de diciembre, el PP hubiese promulgado velozmente una ley para liberar y exonerar a los implicados en la trama Gürtel.

Y volviendo a Rumania, ¿a quién beneficiaba esta ordenanza de urgencia? No entraré en demasiados detalles, pues entiendo que mis lectores no están familiarizados con la política rumana, pero si uno repasa los nombres que menciono en mi entrada anterior sobre política, algunos personajes favorecidos les sonarán familiares. El primero de todos, Liviu Dragnea, que evitaría un caso de malversación de caudales públicos por valor de unos 25.000 €. Nicuşor Constantinescu, mentor de la rechazada Sevil Shhaideh, quedaría exonerado de un caso de abuso en servicio cuyo perjuicio para el estado se ha evaluado en 2,5 millones de euros. También varios inculpados por la tragedia del incendio del Club Colectiv, con el alcalde del sector a la cabeza, Cristian Popescu Piedone, serían automáticamente perdonados. La lista continua y sus delitos ascienden a decenas de millones de euros, pero no quiero aburrir al lector.

Manifestaţii în Piaţa Victoriei (Foto: arhivă AFP/Daniel Mihăilescu)

Sea como fuere, la indignación corrió como la pólvora por las redes sociales y, gracias a una sociedad civil que cada día tiene más fuerza, se sucedieron las concentraciones en toda Rumania, siendo las de Bucarest las más numerosas, con centenares de miles de personas agolpadas frente de la sede del Gobierno, en la céntrica Piața Victoriei. Durante 4 días, el pulso ha sido intenso pero los manifestantes no se han acobardado, siendo cada día más constantes, numerosos y más originales en sus reclamaciones, incluyendo alusiones a Juego de Tronos o La Guerra de las Galaxias, enormes mensajes proyectados en los edificios circundantes, protestas matutinas protagonizadas por familias con niños o desfiles de peleles de los líderes socialistas ataviados como presos. El momento culminante de la manifestación ocurrió, quizás, el día 3 por la noche cuando, a las 22.00 h en punto, tras un silencio sepulcral, los presentes entonaron al unísono el himno nacional de Rumania. Por su parte, el presidente Iohannis intentó frenar la aplicación de la ordenanza en el Tribunal Constitucional, aunque ya se sabe que los tiempos de la justicia son demasiado lentos, especialmente cuando las pasiones están tan encendidas.

Cinco días después de intensas manifestaciones, Grindeanu apareció nervioso ante las cámaras para anunciar que, junto a sus ministros y miembros del Tribunal Constitucional y del Consejo Superior de la Magistratura, iba a encontrar una solución para evitar que las disposiciones de la polémica ordenanza entrasen en vigor e informar que se iba a reunir con el resto de partidos para tramitar un proyecto de ley con mayor consenso. La Piața Victoriei estalló de júbilo, hubo gritos de alegría, abrazos y algunas lágrimas, aunque pasada la euforia inicial, la mayoría de los allí presentes o de los que los apoyan todavía recelan de las intenciones del Gobierno por lo que, mientras escribo estas líneas, todavía se congregan alerta 150.000 personas frente a la sede del Gobierno.

A pesar de la victoria, las espadas siguen en alto.

De elecciones o el triste destino de la anormalidad política en Rumania

De elecciones o el triste destino de la anormalidad política en Rumania

Hace pocas semanas Rumania celebró sus últimas elecciones legislativas y, según preveían las encuestas, el Partido Socialdemócrata (PSD) arrasó, quedándose a 12 escaños de la mayoría absoluta. Ante sus promesas de subidas generalizadas de salarios y pensiones, poco importó a los electores que menos de un año antes, el Primer Ministro socialista, Victor Ponta, hubiese dimitido por las irregularidades destapadas tras el incendio del Club Colectiv, en el que murieron 60 personas, y por la presión debida a los numerosos escándalos de corrupción que salpican a ministros y diputados de su partido. Los socialistas vencieron claramente, seguidos a mucha distancia de los liberales, la nueva Unión Salvar Rumanía (USR) y los partidos de las minorías étnicas, encabezados por la agrupación que representa a los  húngaros de Rumania.

Pronto llegaron a un acuerdo para formar gobierno los socialistas y uno de los partidos liberales, ALDE, encabezado por el ex primer ministro, Calin Popescu Tariceanu, sin embargo, según se supo durante toda la campaña electoral, el cabeza de lista socialista, Liviu Dragnea, no podía optar al cargo de primer ministro debido a su condena por fraude electoral en el pasado referéndum revocatorio contra el anterior presidente, Traian Basescu. Dragnea había sido condenado a dos años de cárcel por diseñar un sistema para facilitar el voto múltiple, el turismo electoral que permite votar en más de una mesa a la misma persona o la falsificación de firmas, entre otras lindezas.  

Resultado de imagen de liviu dragnea

Liviu Dragnea

En estas circunstancias, el PSD decidió presentar a otro candidato, sorprendiendo a propios y extraños, al escoger a Sevil Shhaideh - imagen, encabezando esta entrada -, primera mujer candidata al puesto, economista, musulmana y exministra de Desarrollo Regional y Administraciones Públicas.

La elección de Shhaideh, además de asombrosa, hubiese hecho historia en Rumania pero también en la Unión Europea, al convertirse en la primera musulmana en ostentar el cargo de Primer Ministro en un país de la Unión, sin embargo, el Presidente Klaus Iohannis, que debía ratificar el nombramiento de Shhaideh, decidió rechazarla como candidata, en un gesto sin precedentes para el que no dio explicaciones.

Aunque los motivos de Iohannis permanecen en la sombra, varias son las circunstancias que pueden haber influido en su inusual decisión. En primer lugar, tras la nominación de Shhaideh, Liviu Dragnea tuvo la desfachatez de declarar públicamente que, aunque ella fuese Primera Ministra, quien gobernaría sería él, dejando constancia de que la candidata vendría a ser poco más que un pelele en manos de la nomenklatura del PSD. Por otro lado, durante 20 años, Shhaideh trabajó en el Consejo Regional de Constanta, al frente del cual estuvo uno de sus mentores, Nicusor Constantinescu, barón local del PSD recientemente condenado a 15 años de cárcel por malversación de fondos públicos.

Resultado de imagen de nicusor constantinescu

Constantinescu, acosado por los periodistas

Constantinescu, junto a Dragnea, fueron los padrinos de la boda de Shhaideh – si es que puede decir así, en una boda sin padrinos según la tradición musulmana - con el ciudadano sirio Akram Shhaideh, agrónomo que realizó su doctorado en Bucarest y que no esconde sus simpatías por el régimen de Bashar al-Assad. Posiblemente, la afinidad  de Akram con el dictador sirio no habrá sido del gusto de Iohannis, aunque dudo que el rechazo a su esposa esté motivado por ser musulmana, ya que él mismo fue acusado por sus oponentes políticos, e incluso por la mismísima jerarquía eclesiástica del país, de no ser rumano por no profesar la ortodoxia o incluso por no tener hijos.

Sea como fuere, es la primera vez que un Presidente rumano rechaza a un candidato a Primer Ministro, situándose al límite de sus atribuciones constitucionales, y no es aceptable que se niegue a dar explicaciones.

Resultado de imagen de klaus iohannis

Klaus Iohannis

Ante esta situación, socialistas y liberales de ALDE ya han insinuado que pueden poner en marcha el procedimiento de destitución del Presidente Iohannis, que debería ser ratificado después en referéndum. Cabe recordar, sin embargo, que los socialistas ya intentaron un mecanismo semejante con Basescu en 2007 y 2012 y, en ambos casos, los resultados de los referéndums fueron contrarios a sus intereses, por lo que no pudieron culminar la destitución.

Las próximas semanas prometen ser interesantes desde un punto de vista político aunque, desgraciadamente, será el pueblo rumano quien siga pagando estas batallitas con una nefasta parálisis gubernativa y económica que seguirá lastrando el desarrollo del país.

A favor y en contra de la (re)unión

A favor y en contra de la (re)unión

El nacionalismo europeo tiene múltiples caras y, mientras en unos lugares clama por la separación, en otros exige la unión; es el caso de Rumania, donde el sector más nacionalista de la sociedad clama por la (re)unión de los territorios de Rumania y su vecina Moldavia. A pesar de ello, el resto de la sociedad rumana observa el problema con poco interés y quienes defienden la unión lo hacen con la boca pequeña, presos de una cierta nostalgia histórica, por temor, principalmente, a las consecuencias económicas de integrar un país más pobre y, en menor medida, por la dificultad de asimilar a minorías no rumanas como rusos, ucranianos, gagauzios o búlgaros.  

Por su parte, en Moldavia, la posición de la sociedad sobre este asunto suele ser más pasional, como han demostrado las manifestaciones, a favor y en contra de la unión, que se celebraron ayer en Chişinău, capital del país, con motivo del 98 aniversario de la unión de ambos estados, tras la Primera Guerra Mundial.

Manifestantes moldavos a favor de la unión con Rumania, reunidos ayer

en el centro de Chişinău. 

Los panrumanistas, que enarbolan la tricolor rumana junto a la bandera de la UE, hablan de los lazos lingüísticos y culturales con sus hermanos de la otra orilla del río Prut – frontera natural y política entre ambos países -, piensan en una reunificación a la alemana y sueñan con circular libremente por la Unión Europea. Por su parte, los opuestos a la unión con Rumania, forman un heterogéneo grupo integrado por nostálgicos comunistas, miembros de las minorías nacionales – que suman una tercera parte de la población moldava – y un grueso de población temeroso del capitalismo salvaje que, en muchas ocasiones, se ha impuesto en Europa del este tras la caída del comunismo, y que se siente más cercano al modelo ruso post-soviético representado por la Comunidad de Estados Independientes. Es indiscutible que ambos bandos oponen modelos económicos, políticos y sociales muy distintos y difícilmente reconciliables.  

El territorio actual de la República de Moldavia fue parte del principado de Moldavia, estado medieval vasallo de los otomanos a partir del siglo XVI, hasta que, tras la Guerra Ruso-Turca de 1806-1812, quedó anexionado a Rusia. Algo más de un siglo más tarde, durante la Revolución rusa de 1917, Moldavia se declaró independiente y, al año siguiente, su Consejo Nacional votó a favor de la reintegración en Rumania. En los días anteriores a la Segunda Guerra Mundial, alemanes y rusos pactaron un protocolo adicional secreto del Pacto Ribbentrop-Mólotov que reconoció el interés ruso por Besarabia, hecho que se reflejó en 1940 con la ocupación rusa del territorio, que el 2 de agosto pasó a convertirse en la República Socialista Soviética de Moldavia. Únicamente tras el desmembramiento de la Unión Soviética, en 1991, Moldavia pudo recuperar su libertad, declarándose independiente el 27 de agosto del mismo año.

Respecto a la posición de los moldavos sobre la reunificación, aparentemente ha sido cambiante en los últimos años pues, si bien de acuerdo con una encuesta a nivel nacional realizada en el año 2011, un 63 % de la población de oponía total o parcialmente a ella, en otra encuesta de principios de 2014, realizada por el Centro Rumano de Estudios y Estrategia, el 52 % de los moldavos estaban total o parcialmente a favor de ella resultado que, honestamente, me cuesta creer y temo refleja más un deseo del centro que realizó el sondeo.

Klaus Iohannis

Las pasadas elecciones presidenciales rumanas tuvieron un cierto carácter épico. Competían Victor Ponta, presidente de Rumania y candidato socialista, y Klaus Iohannis, alcalde de Sibiu de origen sajón.

Ponta, confiado y marrullero, tan seguro estaba de su victoria que se dedicó a despreciar a Iohannis. En su lamentable campaña, trufada de nacionalismo rancio y de un patético complejo de superioridad, se vio acompañado por la Iglesia ortodoxa rumana y por una plétora de partidos, encabezados por turbios personajes, que le dieron su apoyo en la segunda vuelta de la elecciones presidenciales, a la esperar de recoger la recompensa y seguir viviendo a costa del resto de los rumanos. 

La campaña fue avanzando y, a pesar de la aparente frialdad del sajón y de un discurso tachado de poco apasionado y distante, la rabia de los rumanos hacia la clase política, la corrupción galopante y el hartazgo generalizado hicieron que las simpatías hacia Iohannis aumentasen encuesta tras encuesta. El evidente intento de pucherazo del presidente Ponta en la primera vuelta electoral hizo el resto y, para sorpresa de propios y extraños, Iohannis ganó las elecciones.

El presidente Iohannis ha inaugurado una nueva etapa de esperanza y, tras las elecciones, su popularidad no ha hecho más que aumentar, especialmente por poner en marcha un pasillo rodante por el que políticos y empresarios corruptos están emprendiendo un camino sin retorno hacia la cárcel. 

Ayer, en Bucarest, se celebraba el 25 aniversario de la Revolución de 1989. Iohannis acudió solo al monumento dedicado a los héroes de la Revolución de la Piața Universității. Alejado de las ostentosas costumbres de la habitual mafia política rumana, no hubo anuncio previo, no se detuvo el tráfico ni se llevó a una muchedumbre para vitorearlo. Llegó al lugar, depositó una corona de flores, realizó una breve oración en silencio y con la mano sobre el corazón, saludó al Jefe del Estado Mayor y se marchó. Todo el acto duró, aproximadamente, un minuto, como el gesto de cualquiera de los otros ciudadanos que se habían acercado ya a recordar a los caídos.

Iohannis trae a Rumania aire fresco y otro modo de hacer política. ¡Ojalá no nos defraude!

La catástrofe poblacional de Rumania

La catástrofe poblacional de Rumania

Permítanme que les aburra con algunos datos de profundo calado.

Cuando estalló la Revolución que derrocó a Ceaucescu, en 1989, Rumania tenía 23.207.000 habitantes, una tasa de natalidad de entre las mayores de Europa (16 nacimientos por cada 1.000 habitantes), una mortalidad de 11,1 fallecimientos por 1.000 habitantes y una tasa de mortalidad infantil de 26,9 por cada 1.000 nacimientos, elevada debido al empeoramiento de las condiciones de vida de la última década de la dictadura comunista.

A partir de la instauración de la democracia, Rumania inagura un escenario de transición en el que, debido a una profunda crisis económica y social, provocada por las privatizaciones, la reestructuración económica y el aumento del paro, en 10 años la natalidad disminuyó a 10,5 nacimientos por cada 1.000 habitantes, estabilizándose en este valor hasta la actualidad. La falta de asistencia social y sanitaria mantuvo altas tanto la mortalidad infantil como la mortalidad de la población, tasas que sólo empezaron a reducirse a finales de los años 90, sobre todo en el caso de la segunda, que se redujo de 26,9 en 1989 a 10,73 en 2012.  Sin duda, estas variaciones afectaron profundamente al crecimiento natural de la población rumana, que en 10 años pasó de un 5,3 % a un – 3 %.

A la disminución del crecimiento natural contribuyó también una creciente emigración, principalmente de la población de entre 20 y 40 años de edad, que dejó el país en busca de unas mejores condiciones de vida. El proceso migratorio tendió a reducirse a partir del año 2003, momento en el que una aparente recuperación económica atrajo de nuevo a Rumania a algunos emigrantes. En este escenario, a lo largo de todos estos años, la población rumana ha envejecido lentamente, especialmente en el ámbito rural, mientras que la población joven se ha reducido dramáticamente, lo que supone y todavía supondrá en el futuro unas graves consecuencias sociales y económicas para el país, especialmente en lo que se refiere a renovación de la fuerza laboral, por lo que el Gobierno rumano ha empezado a lanzar llamamientos desesperados para animar al retorno de los emigrantes aunque, de momento, han cosechado unos éxito exiguos.

De acuerdo con el censo realizado en el año 2011, Rumania cuenta con 20.121.641 habitantes, es decir, si quiere crecer y desarrollarse, en los próximos años va a necesitar una importante fuerza laboral que compense esta catástrofe poblacional ya que, en la actualidad, 4,7 millones de trabajadores mantienen a 5,7 millones de pensionistas.

Libre

Libre

En la introducción de su libro, El arte y el hombre, René Huyghe afirma respecto a la capacidad de elección del ser humano: “Hay que saber, pues, lo que se quiere, elegir lo que se quiere. Pero elegir implica que se juzga lo que es bueno o lo que es malo, lo que es hermoso o lo que es feo. Así, a esta primera facultad propia del hombre, el conocimiento lúcido, se añade otra: el sentido de la calidad, el deseo de mejorar el mundo y de mejorarse.”

Miro por la ventana, veo esta Rumania castigada y pienso en la ausencia de moral, ética y estética de aquellos que teniendo capacidad de decidir, que pudiendo juzgar lo que es bueno y malo, lo que es hermoso o lo que es feo, escogen siempre lo peor para sus compatriotas.

Dedicado a Adrian Nastase, que después de una brevísima condena por corrupción hoy ha salido triunfante de la cárcel "indultado" poco después de la llegada de sus compañeros de filas al gobierno.

La cultura política de los rumanos (y III)

La cultura política de los rumanos (y III)

Los conceptos de izquierda y derecha son relativamente recientes en Rumania pues, tras la Revolución, la población se autodefinía básicamente como comunista, reformadora o anti-reformadora. Desde principios de los años 90, con pocas variaciones, alrededor del 50 % de los rumanos se autodefinen como de centro, un 30 % de centro-derecha o de derecha y, siempre por debajo de un 20 %, de centro-izquierda o izquierda.  El bajo porcentaje de los rumanos que se consideran públicamente de centro-izquierda o de izquierda es debido a la identificación general de estas tendencias políticas con el comunismo, opción política realmente ausente del panorama electoral rumano. Un estudio realizado en el año 2005 por el Institutul de Cercetare a Calităţii Vieţii indica que, en una escala del 1 (izquierda) al 10 (derecha), la población de Rumania tiene una media de autoubicación de 6, es decir, se sitúa en posiciones decididamente decantadas hacia la derecha.

Rumania sufre un conflicto sociopolítico nacionalista desde que la incorporación de Transilvania a Rumania, tras la Primera Guerra Mundial, inauguró el problema del nacionalismo húngaro. En este sentido, mientras un 87 % de la población de etnia rumana se considera orgullosa o muy orgullosa de su pertenencia nacional, este sentimiento se reduce a un 55 % cuando se consulta a ciudadanos de etnia magiar y el 45 % restante se opone enérgicamente a la integración. El resto de minorías nacionales (judíos, germanos, armenios, turcos, gitanos, etc.) tienen un fuerte sentimiento de pertenencia a su grupo étnico que no entra en conflicto con su nacionalidad. Cabe destacar que, en respuesta a los problemas político-sociales que sufre Rumania, en los últimos años han aparecido movimientos populistas que, enarbolando la bandera del ultranacionalismo y el antisemitismo (en esta tendencia despuntan partidos como Romania Mare y el Partido del Pueblo del periodista Dan Diaconescu), han obtenido un apoyo social considerable y en progresivo aumento.

Tras más de 40 años de comunismo, Rumania disfruta hoy de una democracia joven que está lejos de resultar perfecta. Las frustradas expectativas de la Revolución de 1989, el desmantelamiento de las políticas sociales del comunismo y la acelerada entrada del país en un sistema democrático-capitalista sin los necesarios controles, han provocado un descrédito de la clase política que, sin duda, perjudica a la legitimidad del sistema y lo aleja de los ciudadanos. A pesar de todo, las presiones reformistas de la UE, el retorno de muchos emigrados desde el inicio de la crisis del 2008 y la entrada en escena de una generación sin los antecedentes de sumisión de sus padres, han provocado la reciente aparición de una serie esperanzadora de corrientes sociales que, cada una en su sector, se movilizan por la mejora del sistema democrático y, en definitiva, por elevar el nivel de la cultura política de los rumanos.

La cultura política de los rumanos (II)

La cultura política de los rumanos (II)

Tras los esperanzadores momentos iniciales, las frustraciones por los resultados de la Revolución de 1989 dieron lugar a una desvinculación de los rumanos de la política, alrededor de un 70 % de los cuales considera, desde principios de los años 90, que la política es poco o nada importante. Por otro lado, la sensación generalizada  de sufrir los efectos de una clase política incapaz, impermeable y profundamente corrupta, incide en unos elevados niveles de ineficacia política, es decir, los rumanos creen mayoritariamente que tienen muy poca capacidad de influir en la arena política y que sus dirigentes son poco sensibles a sus demandas. Todo ello redunda en una baja participación en la vida política  y en un desinterés por controlar a la clase política a través de organizaciones ciudadana. El último ejemplo ha sido el referéndum para la destitución del presidente Traian Basescu, celebrado el pasado 29 de julio. La consulta había sido favorizada por la oposición en bloque y promocionada con una importantísima campaña de los medios críticos con el presidente, sin embargo, no alcanzó el 47 % de participación y, por tanto, fue invalidada.

Un 87 % de los rumanos legitiman la democracia al catalogarla como la mejor forma de gobierno, sin embargo, la consideran imperfectamente desarrollada en Rumania.  Por este motivo, paradójicamente, un 73 % de los encuestados creen que sería bueno para Rumania tener un dirigente fuerte que no respondiese ante el Parlamento ni se sometiese a proceso electoral alguno o que sería positivo un gobierno tecnocrático. En este sentido, destaca la encuesta de la empresa Avangarde, realizada con motivo del 90 cumpleaños del depuesto rey Miguel, según la cual casi un 60 % de rumanos tiene mucha o total confianza en él. Cabe destacar también una encuesta informal, publicada el mes pasado por periódico Adevarul, en la una mayoría de los participantes indicaba que el mejor líder del siglo XX es Nicolae Ceaușescu. Anecdóticamente, un 20 % de la población opina que la calidad de vida aumentaría bajo una dictadura militar. Estos resultados indican que, aunque la percepción a favor de la democracia es amplia, existe todavía una escasa formación en valores democráticos entre la población.

Desde principios de los años 90, la Iglesia y el Ejército han sido las instituciones mejor valoradas por los rumanos, que muestran una gran confianza en ellas en el 85 % y 75 % de los casos, respectivamente. Este apoyo es debido al profundo impacto de los valores religiosos sobre las normas morales de convivencia, especialmente en el ámbito rural, y a la relación que generalmente se establece entre el Ejército y conceptos como la disciplina, la profesionalidad y unos intangibles valores nacionales, que los rumanos no aprecian en su clase política.

En el otro extremo, las instituciones del Estado cosechan un escaso resultado.  Inmediatamente después de la Revolución, la población mostraba una credibilidad en el Parlamento y el Gobierno cercana a la que tenía por la Iglesia y el Ejército (muy valorado por su apoyo a la Revolución contra el régimen comunista), sin embargo, esta sensación ha disminuido dramáticamente, con grandes oscilaciones , a lo largo de los años, hasta situarse alrededor del 20 % (ver gráfico encabezando esta entrada). Una situación similar se ha repetido con instituciones como los partidos políticos o la Presidencia (una encuesta de la empresa CCSB para Antena3 ha situado la credibilidad de la Presidencia en un 19 %, en octubre de 2012). Los enormes vaivenes en la valoración de las instituciones del Estado tiene un claro reflejo en los cambios políticos por los que ha atravesado Rumania en los últimos decenios. El más destacado ocurrió en el año 1996, cuando el antiguo Frente Democrático de Salvación Nacional, perdió la mayoría en el Parlamento frente a la Convención Democrática y cuando el excomunista, Ion Iliescu, fue derrotado en las elecciones presidenciales por Emil Constantinescu. Lo mismo, pero en sentido inverso, volvió a ocurrir en el año 2000, cuando el Partido Socialista Democrático arrebató el poder a la Convención Democrática.

Los motivos para entender el descrédito de las instituciones son muchos y complejos, aunque podemos destacar la violencia empleada como arma política (especialmente durante la mineriada de junio de 1990, estimulada por Ion Iliescu para acabar violentamente con las voces críticas con el Frente Democrático de Salvación Nacional), el caínismo en el seno de los partidos, la corrupción, el nepotismo, las privatizaciones salvajes de empresas públicas, la aparición de opacos grupos de presión, la deficiente separación de poderes, la ausencia de un proceso al régimen comunista o los problemas políticos con la minoría húngara en Transilvania, entre otros.

En la imagen, Dinámica de la credibilidad en las instituciones del Estado rumano: 1990 – 2008 Fuente: Institutul de Cercetare a Calităţii Vieţii. Valorile românilor. Încrederea în instituţii. [en línea] Newsletter 5 (Julio 2009).

La cultura política de los rumanos (I)

La cultura política de los rumanos (I)

Ante la cercanía de las próximas elecciones legislativas en Rumania, me he propuesto hacer una somera descripción de la cultura política de los rumanos a partir de algunos libros de sociología e historia y de los informes que periódicamente publica el Grupo rumano para el estudio de los valores sociales, perteneciente al Institutul de Cercetare a Calităţii Vieţii.

Como en el caso de España y el franquismo, es difícil entender la presente cultura política de Rumania sin hacer una breve referencia a su pasado comunista. El régimen comunista rumano, inaugurado en 1947 y dirigido desde 1965 por Nicolae Ceauşescu, se caracterizó desde finales de los años 70 por implantar un modelo estalinista de socialismo sometido a la única voluntad de su presidente y, en menor medida, de una poderosa Nomenkatura.

Hablar de una cultura política rumana predemocrática requeriría un análisis detenido ante la escasez de encuestas o entrevistas objetivas efectuadas en aquellos años. Sin duda, existía una minoría, impregnada de ideología, perfectamente integrada en el sistema y muy identificada con el régimen de Ceauşescu. Por otro lado, la mayoría de la población, una parte importante de la cual era población rural con escasa formación y poco interés por la política, se mostraba conformada con el régimen, aunque gracias al monopolio ideológico ejercido desde la escuela, respetaba de modo reverencial la autoridad del Partido Comunista Rumano (PCR) y de su presidente y huía de polémicas políticas. Lejos quedaba el ideal marxista de la democracia popular, siendo Rumania un estado asediado por la policía política, la temida Securitate, que convertía la disidencia en un fenómeno marginal urbano, incapaz de organizarse, de influir sobre la vida pública y de oponer una cultura política alternativa.

A lo largo de los años 80, el fracaso de las políticas industriales y económicas, el extraordinario impacto sobre la población de la política de liquidación de la enorme deuda externa de Rumania, los efectos sociales del Plan de Sistematización - que pretendía concentrar la población rural en centros agro-industriales, reduciendo en un 55 % el total de poblaciones de Rumania y trasladando forzosamente a todos sus habitantes -, la emigración forzosa de miles de miembros de las minorías nacionales (sajones, suabos y judíos, principalmente, ciudadanos social y económicamente muy útiles), el desarrollo de proyectos megalómanos, la destrucción sistemática del medio ambiente y una particular revolución cultural, que puso a toda la intelectualidad al servicio del pensamiento del dictador, transformó la apatía de la mayor parte de la población en indignación hacia el régimen, estallando en varias revueltas mineras y estudiantiles y, finalmente, en la Revolución de 1989, movimiento que acabó violentamente con el régimen y que se convertiría en un interesantísimo referente moral para toda la población.

Desgraciadamente, ante los deficientes resultados de la Revolución, muy pronto surgió el desencanto entre la población al imponerse una democracia dirigida y tutelada por exmiembros del PCR, debida a la falta de antecedentes históricos favorables a la democracia, al desconocimiento de los nuevos dirigentes políticos respecto a su funcionamiento y a una transición sin grandes consensos. Se fraguó de este modo una nueva cultura política muy característica que intentaré describir en futuras entradas.

El rodillo

El rodillo

Desde hace unos días, Rumania vive azotada por un terrible huracán político.

El pasado mes de marzo, tras semanas de presión callejera ejercida por el movimiento de indignados rumanos, el presidente Basescu se vio obligado a sustituir al gobierno Boc por un gobierno de jóvenes tecnócratas encabezado por el Primer Ministro Mihai Razvan Ungureanu. Poco duró la tranquilidad en las filas del PDL pues, previendo la debacle, un gran grupo de tránsfugas y las minorías nacionales - siempre dispuestas a acercarse al ascua que más caliente -, decidieron apoyar la enésima moción de censura presentada por la oposición (USL) y el gobierno Ungureanu cayó antes de poder tomar decisiones de trascendencia. En estas circunstancias, un cachorro de Adrian Nastase, el abogado Victor Ponta, fue proclamado nuevo Primer Ministro de Rumanía.

Desde entonces y hasta las elecciones municipales de principios de mes, el PDL consiguió aguantar el tipo y mantener ciertas cuotas de poder, sin embargo, la arrolladora victoria de la coalición formada por socialdemócratas y liberales (USL) marcó el principio del fin de la supremacía del partido del presidente Basescu y determinó su incierto futuro. Así, mientras el PDL se deshacía en acusaciones fratricidas sobre las culpas de la derrota electoral – sin autocrítica alguna -, la USL puso en marcha una estrategia que previsiblemente culminará esta semana con la recusación de Basescu.

Totalmente por sorpresa, ayer el Parlamento destituyó simultáneamente al Defensor del Pueblo y a los presidentes del Parlamento y del Senado de Rumanía, colocando en el último cargo al líder liberal, Crin Antonescu. La ofensiva ha continuado hoy cuando, de buena mañana, la USL ha presentado un documento que pone en marcha el procedimiento para destituir al jefe de Estado y en el que se le acusa de minar el sistema democrático, de no respetar la separación de poderes, de atacar los derechos y libertades del pueblo rumano y de provocar constantes crisis con el resto de autoridades del Estado, especialmente con el Primer Ministro Ponta.

La Constitución rumana permite que el Parlamento suspenda al Presidente si se considera suficientemente probado que sus acciones subvierten el espíritu de la Carta Magna. Hasta esta mañana, la decisión sobre si el Presidente respeta o no la Constitución de Rumania debía tomarla el Tribunal Constitucional, sin embargo, mediante una ordenanza de urgencia, el Parlamento ha retirado el poder de decisión al Tribunal Constitucional para dárselo a sí mismo. Por otro lado, la modificación legal también impide al presidente Basescu recurrir su posible suspensión. De este modo, cuando el mañana o el viernes se vote la recusación del presidente, éste no podrá hacer otra cosa que empezar a preparar sus maletas, aunque todavía podrá confiar en ganar el referéndum que se celebrará en un mes para corroborar su destitución.

Si, finalmente y como es previsible, Basescu no supera el referéndum, el presidente del Senado, Crin Antonescu, segunda autoridad de Rumania, lo sustituirá temporalmente hasta la celebración de elecciones presidenciales. De acuerdo con este escenario, es muy posible que en octubre o noviembre, en Rumania se celebren simultáneamente elecciones presidenciales y generales.

El rodillo socialdemócrata-liberal se ha puesto en marcha con fuerza y parece que existen pocas posibilidades de detenerlo. A pesar de todo, la comisaria europea de Justicia, Viviane Reding, y el embajador estadounidense en Bucarest, Mark Gitenstein, se han declarado públicamente consternados por los ataques al Tribunal Constitucional.

Si alguien me pregunta qué consecuencias puede tener todo este vodevil político, me veo en la triste obligación de contestar que poco cambiará en Rumania: los rumanos seguirán soñando en tener algún día un gobierno de gente responsable y decente, Victor Ponta seguirá sin dimitir por haber copiado su tesis doctoral, probablemente Adrian Nastase saldrá de la cárcel gracias a una amnistía, los hospitales seguirán sin medicamentos, los jubilados con pensiones miserables, los funcionarios con salarios microscópicos, las escuelas sin recursos, las carreteras con enormes socavones y los propietarios de Ferraris, Maseratis o Lamborghinis serán sustituidos por nuevos propietarios de Ferraris, Maseratis o Lamborghinis adquiridos gracias a la falta de medicamentos en los hospitales, a las miserables pensiones de los jubilados, a los sueldos microscópicos de los funcionarios, a la falta de recursos en las escuelas, a los enormes socavones de las carreteras y a los sueños frustrados de sus compatriotas.

¡A la cárcel!

¡A la cárcel!

Desde que Adrian Nastase ingresó en el hospital de Floreasca, hace menos de una semana, todo han sido intencionados rumores y comentarios de los medios cercanos a los socialdemócratas sobre la gravedad de su herida, sobre crisis cardíacas que lo situaban al borde del abismo, sobre su necesidad de tratamiento psiquiátrico y sobre la imposibilidad de encarcelar a alguien con un estado de salud tan delicado.

Nada de ello parece haber afectado a los médicos que han asistido al Sr. Nastase durante los últimos cuatro días - – un especialista en cuidados intensivos, un cirujano y un cardiólogo -, pues esta misma noche han firmado todos los permisos para externalizar al enfermo, permitiendo a la policía trasladarlo inmediatamente al Hospital Penitenciario de Rahova.

Nastase ha salido por la misma puerta por la que entró, con la cabeza bien alta, mirando fijamente a la prensa y a un puñado de enfermos que inmortalizaban el momento con las cámaras de sus teléfonos móviles. Como se puede comprobar en la foto que encabeza esta entrada, su aspecto era sereno, tranquilo, incluso ligeramente desafiante.

En Rahova, de seguir el procedimiento habitual, primero lo desinfectarán y le darán un baño, le otorgarán un par de números identificativos y lo instalarán temporalmente en una cama de la sala del hospital, hasta que se incorpore definitivamente a una de las galerías de presos comunes, en una celda individual o compartida con otro recluso. En un régimen semiabierto, con posibilidad de pasearse libremente por la prisión y de participar en actividades culturales, educativas y terapéuticas junto a sus compañeros, pasará Adrian Nastase su estancia entre rejas, período que podría reducirse de dos años a ocho meses de conseguir la libertad condicional en la vista correspondiente.

La prensa amiga se lamenta diciendo que Bruselas se ha cobrado una gran pieza, símbolo injustificado de la lucha contra la corrupción en Rumanía.

Ojalá la cacería continúe.

Adrian Nastase, culpable y mártir

Adrian Nastase, culpable y mártir

Para los que no conozcan al pájaro, hasta hoy mismo Adrian Nastase era un diputado del Partido Socialdemócrata de Rumanía (PSD) que, entre diciembre del año 2000 y diciembre del año 2004, ocupó el puesto de primer ministro del país.

Durante muchos años, las acusaciones contra el Sr. Nastase por financiación ilegal del PSD, corrupción, soborno y chantaje han sido constantes, sin embargo, él nunca ha perdido su eterna sonrisa sardónica ni le han faltado argumentos para defenderse, especialmente el que afirma que todo responde a una torticera cacería política del presidente Basescu.

La estrella del Sr. Nastase comenzó a declinar a partir de 2007, cuando la Agencia Nacional Anticorrupción tomó cartas en los asuntos y acabó llevándolo a juicio. Desde entonces hasta hoy, el pueblo rumano ha asistido, sin demasiadas esperanzas de que se hiciese justicia, a una romería de entradas y salidas de los juzgados, de juicios y recursos, protagonizados por un sujeto impecablemente trajeado y siempre muy seguro de sí mismo.

A pesar de todo, esta mañana, el Tribunal Superior de Casación y Justicia ha condenado definitivamente al Sr. Nastase a dos años de cárcel ejecutables de inmediato y el villano ha acabado por perder la compostura. Cuando la policía se ha presentado en su casa – construida en unos terrenos de lujo, comprados a precio de ganga -, el Sr. Nastase la ha recibido con una pistola de 9 mm en la mano (me pregunto por qué la tendría en su hogar) y, según dicen ahora mismo las noticias, sólo la pericia de un agente ha evitado que se volase la tapa de los sesos. Otras fuentes, menos compasivas, afirman que se ha disparado en el cuello para evitar la vergüenza de entrar en la cárcel.

Sea como fuere, mientras escribo, el todopoderoso Nastase está ahora en la mesa de operaciones y la prensa cercana a los socialistas no para de clamar contra los jueces que lo han condenado y contra el presidente Basescu. De la condena, ni una palabra.

A las puertas del hospital ha aparecido Víctor Ponta, el recientemente elegido primer ministro, cuya carrera política en el PSD se inició a instancias de Adrian Nastase. Por un momento, ha olvidado la acusación confirmada que pesa sobre él de haber plagiado casi íntegramente su tesis doctoral y, muy compungido, ha sollozado que sólo espera que el Sr. Nastase se salve “por el bien de sus hijos”. Todo ha sido tan dramático que nadie se ha acordado de preguntarle por su dimisión.

Otros políticos socialistas se agolpan en las puertas del Hospital de Floreasca pero ni un solo miembro de la familia ha pasado a visitar al herido.

Y Nicusor tomó su fusil

Y Nicusor tomó su fusil

No lo tenía fácil Nicusor Dan cuando decidió enfrentarse en las urnas a los mastodontes políticos de la USL (Unión Social-Liberal) y del PDL (Partido Democrático Liberal), pues ni tenía el mismo acceso a los medios de comunicación ni mucho menos el presupuesto de campaña de sus competidores (nutrido por el latrocino constante al pueblo rumano), sin embargo, ha conseguido convertirse en la tercera fuerza política de la ciudad y un escaño como concejal en el ayuntamiento.

Desgraciadamente, la alcaldía de la ciudad permanecerá en manos del balbuceante Sorin Oprescu, aunque con Nicusor Dan, ¡por fin!, han entrado aire fresco y, sobre todo, sentido y sensibilidad (perdonen la cursilería) en el consistorio de Bucarest. Las futuras trapacerías municipales y la destrucción especulativa del patrimonio cultural encontrarán un enemigo en casa y los que apreciamos Bucarest albergamos la esperanza de que la ciudad recupere algo del antiguo esplendor que le permitió disfrutar del sobrenombre de Pequeño París

Por lo demás, los resultados oficiales publicados ayer a cuentagotas confirmaron que el PDL del presidente Basescu ha sufrido el peor descalabro electoral de su historia, resultado que agrava su situación política tras su expulsión el mes pasado del Gobierno central, después de la enésima moción de censura de la oposición al completo. Sin duda, sus severísimas y arbitrarias políticas de austeridad han pasado factura al PDL, pero principalmente la gente ha votado contra la prepotencia de Basescu, contra la rampante corrupción e incompetencia de sus ministros y, especialmente, contra Elena Udrea, Ministra de Desarrollo Regional y Turismo y principal dirigente del PDL en Bucarest, cuyo mayor mérito de los últimos meses ha sido salir enfundada en un traje de látex en la portada de una revista.

Desde un punto de vista estrictamente democrático, los contundentes resultados de la USL, que la colocan al frente de la mayoría abrumadora de los poderes provinciales y locales de Rumanía, no son una buena noticia para los sufridos ciudadanos de este país pues, teniendo en cuenta su historia reciente, la corrupción no disminuirá y es fácil deducir que esta alianza antinatura se romperá en el plazo aproximado de un año - posiblemente aguantará unos meses después de las elecciones legislativas de otoño –, dando lugar a un gobierno en minoría o a nuevas elecciones. ¡Ojalá me equivoque! 

Por mi parte, sólo puedo aplaudir la organización electoral del colegio al que asistimos a votar y la ayuda que nos ofrecieron los interventores.

En la imagen, mi DNI con la pegatina que coloca el Presidente de tu mesa electoral, una vez han votado en unas elecciones en Rumanía

La población de Rumanía

La población de Rumanía

El pasado otoño encontramos, colgada en la puesta de la oficina, una nota en la que se nos avisaba de la cercana visita de uno de los miles de censores que, puerta a puerta, debían confeccionar el más reciente censo de Rumanía.

Los resultados preliminares de su trabajo se han conocido este mes y, en lo que a caída de población se refiere, son dramáticos. La emigración del sector más joven y productivo del país ha supuesto que la población rumana haya disminuido en 2,6 millones de habitantes entre 2001 (21.680.974 de habitantes) y 2011 (19.043.000 de habitantes). Esta situación ha provocado que, actualmente, en Rumanía el número de jubilados receptores de pensión supere con creces al de trabajadores, lo que irremisiblemente condena al sistema de protección social a la ruina. Las previsiones tampoco son halagüeñas pues, según The Economist (ver gráfico), la población seguirá disminuyendo en los próximos años.

Del estudio se desprende también que la población que habita en ciudades se sitúa, aproximadamente, en el 50 %, mientras que el otro 50 % vive en comunidades rurales.

Respecto a las minorías étnicas de Rumanía, se destaca que las más numerosas las conforman los húngaros y los gitanos, representando el 6,5% y el 3,2% de la población, respectivamente. Este dato desmiente la idea que tienen muchos españoles sobre Rumanía, al creer que la población es mayoritariamente romaní. Por otro lado, existen también dos condados en los que los rumanos no son mayoría, Harghita y Covasna, con un 84,8 % y un 73,6 % de magiares, respectivamente, es decir, una imponente mayoría húngara en el corazón de Rumanía que constituye un problema político de gran magnitud. La mayoría de los romaníes viven en el condado de Mures (8,8 %), mientras que en Calarasi, Salaj y Bihor la población romaní alcanza un 6 %.

Otras minorías étnicas significativas son los ucranianos (51.700), los alemanes (36.900), los turcos (28.200) y  los rusos (23.900).

 

¡Qué le corten la cabeza!

¡Qué le corten la cabeza!

Esta mañana ha rodado una de las cabezas más esperadas del gobierno, la de Emil Boc, primer ministro de Rumanía.

Los manifestantes de Piaţa Universitate, centro simbólico de esta segunda revolución, y del resto del país pueden sentirse satisfechos pues, por primera vez en la Rumanía democrática, la presión de la calle ha conseguido que un político dimita, aunque le haya costado tanto tomar la decisión. Ni la nieve, ni las bajas temperaturas ni los vientos helados los han devuelto a casa durante estos durísimos últimos días y, finalmente, han obtenido su recompensa.

¡Bravo!

La coalición opositora entre el Partido Social Demócrata (PSD) y el Partido Nacional Liberal (PNL) se ha apresurado a celebrar la dimisión, aunque poco o nada haya tenido que ver su lamentable actitud tabernera de boicotear el Parlamento.

Hasta aquí la historia bonita, la que reflejan ya las portadas de todos los periódicos, incluso los españoles, que por una vez echan la vista hacia la derecha en el mapa de Euorpa y se acuerdan de Rumanía. La realidad es que esta es una victoria a medias pues la cabeza más deseada es la de Basescu. Emil Boc, antiguo alcalde de Cluj, es un político con experiencia que en su ciudad supo demostrar una gran capacidad de gestión pero que, una vez en Bucarest, se encontró un país ingobernable dirigido por un despótico Basescu que, aunque compañero de partido, ha sido su peor enemigo.

Los manifestantes están contentos y tienen motivos para estarlo, sin embargo, debemos ser honestos y reconocer que no han sido ellos los que han condenado a Boc, sino la necesidad de Basescu de sacrificarlo para perpetuarse en el poder, al menos, hasta las elecciones de noviembre. El antiguo capitán de la marina mercante rumana, reconvertido en corsario, ha prescindido de un grumete para salvar su puesto de timonel y seguir con su enloquecida carrera totalitaria hacia el hundimiento definitivo de su partido, hoy a 40 puntos de distancia de la coalición antinatura formada por socialistas y liberales.

En unas horas sabremos a quién designa Basescu como nuevo primer ministro.

Dios nos pille confesados.


¿Empiezan a caer? Y llegó el Ejército...

¿Empiezan a caer? Y llegó el Ejército...

Sólo ha sido un hombre. El teniente Alexandru Gheorghe, de la 71 Flotilla Aérea de Câmpia Turzii, se ha unido hoy a los manifestantes de Bucarest vistiendo su uniforme. Los periodistas han saltado sobre él, preguntándole, y en un discurso perfectamente articulado ha dicho que él no está contra Basescu pero que representa a un grupo numeroso de oficiales y suboficiales jóvenes que, de acuerdo con su juramento, tienen como prioridad defender a la nación rumana.

La algarabía televisiva ha sido inmediata. Los tertulianos han recordado cuando, durante la Revolución de 1989, frente a la librería Dalles, los soldados se unieron fraternalmente (sic) a los manifestantes anticomunistas. A cabo de una hora, el teniente Gheorghe era entrevistado en Antena 3 y sometido a un careo con el Vicealmirante Frătilă, portavoz del Ministerio de Defensa, que ante los argumentos a favor del derecho de los militares a unirse a las protestas y su cerrada defensa de la democracia, sólo ha podido responder con amenazas de arresto y expulsión del Ejército.

Como cada noche desde hace 11 días, los manifestantes siguen exigiendo una regeneración de la clase política y la dimisión en pleno del Gobierno y del Presidente Basescu. Aunque quizás puedan albergar alguna esperanza pues acaba de caer el Ministro de Exteriores, Teodor Baconschi, y ha empezado a rumorearse que hoy también puede haber sido el último día en el poder del Primer Ministro Boc.

Las protestas no se detienen

Las protestas no se detienen

Ni el regreso de Raed Arafat a su antiguo puesto ni la anunciada retirada de la privatizadora Ley de Sanidad han calmado los ánimos en Rumanía o han devuelto a los manifestantes a sus casas.

La rabia y el asco de muchos rumanos contra una clase política podrida son profundos, pues su prepotencia, su falta de escrúpulos y el latrocinio al que tienen sometido al país parece no tener límite. Ayer, la coalición antinatura de liberales y socialistas organizó un gran acto político frente a la sede del gobierno en Piaţa Victoriei. En río revuelto esperaban la ganancia de pescadores, así que llevaron a sus incondicionales en autobuses, bocata y banderín en mano, hasta la puerta de Basescu, para gritarle su indignación y reclamarle elecciones anticipadas. Embriagados, cuando terminó el acto, desfilaron hacia Piaţa Universitate, el corazón de las protestas, sin embargo, los que allí estaban los recibieron con gritos y pitidos, incluso la policía tuvo que proteger algún incauto político que intentó mezclarse con los manifestantes que llevan instalados varios días.

Los manifestantes de Piaţa Universitate, como el resto de rumanos – excepto los animales de partido -, no quieren a socialistas, ni a liberales ni a pedelistas, quieren una clase política digna, honesta y a la altura de las circunstancias, quieren una vida mejor, exigen respeto y, sobre todo, el fin del saqueo de Rumanía.

Aún así, en estas circunstancias, todavía queda lugar para el arte y el humor. Una pintada realizada en el centro de la ciudad, que encabeza esta entrada, dice: “Times New Român”, un juego de palabras entre el nombre de la popular tipografía encargada por The Times en 1931 y la palabra român (rumano), indicando que ha llegado el tiempo de los nuevos rumanos, de una nueva Rumanía. Por su parte, en una gran pancarta en inglés, un cachondo pedía ayuda a Chuck Norris: “Chuck Norris, help!