De elecciones, incompetentes y malintencionados
Como bien sabrán mis lectores, el próximo domingo se celebran en España elecciones generales. Como también es de dominio público, esta lid electoral se produce en un momento de profunda crisis no sólo económica, sino también política y social, por tanto, depositar el voto en la correspondiente urna se convierte casi en una obligación para cualquier ciudadano responsable.
En estas circunstancias, gracias a las noticias de TVE que casualmente pude ver en la televisión de un hotel de Sofía, poco antes de tomar el vuelo de regreso a Bucarest, me he enterado que ni María ni yo podremos ejercer nuestro derecho al voto en estas decisivas elecciones.
Al parecer, el pasado enero, el gobierno socialista publicó con alevosía una nueva normativa electoral según la cual, todos los expatriados debíamos solicitar explícitamente y por escrito a la Junta Electoral Central (es decir, a una institución situada ¡en España!) nuestra intención de votar en las elecciones.
Hasta ahora, ante cualquier convocatoria electoral, recibíamos en casa una carta con las papeletas, el sobre donde colocar la escogida y unas instrucciones sobre dónde y cuándo votar. Era muy simple porque, una vez inscritos como residentes en Rumanía, el censo electoral se modifica automáticamente y ya no constamos en el de España (es decir, no es posible realizar un segundo voto fraudulento). Ahora, de acuerdo con el nuevo procedimiento, tras realizar la solicitud expresa de voto, deben seguirse una serie de pasos burocráticos complicadísimos que, según la prensa, no siempre han terminado de manera exitosa pues la Junta Electoral Central ha denegado algunas solicitudes y Correos ha hecho el resto al retrasar los envíos de la documentación a los solicitantes. La consecuencia es que la participación en las elecciones de 2011 disminuirá un 65 % respecto al 30 % que hubo en 2008.
La embajada de España en Bucarest, pródiga en envíos sobre saraos patrios y festivales de cine español, no ha dicho ni mu a la comunidad de residentes sobre un cambio tan importante y, por tanto, son pocos los que han cumplido con los requerimientos para poder votar.
Curiosamente, las noticias han dicho también que muchos de los 136.000 inscritos para poder votar en todo el mundo, son "nuevos españoles" (cito textualmente) que han obtenido su nacionalidad gracias a la Ley de Memoria Histórica, es decir, hijos y nietos de exiliados republicanos españoles que, informados puntualmente por las organizaciones que han facilitado su obtención del pasaporte español, han realizado todos los trámites para votar y ahora, lógicamente agradecidos, apoyarán a quienes les han dado la oportunidad de participar en estas elecciones.
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