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Bucarestinos

Palacio CEC

Palacio CEC

Lipscani, el casco antiguo de Bucarest, alberga el distrito financiero de la ciudad y alguno de sus edificios más emblemáticos.

Entre todos ellos, destaca el conocido como Palacio CEC, acrónimo de Casa de Economii şi Consemnaţiuni (Casa de ahorros y consignaciones), un majestuoso edificio que todavía alberga la que fue primera institución de crédito público de Rumania.

Tras la unificación de los Principados de Valaquia y Moldavia (1861), el ministro de finanzas, Nicolae Rosetti-Bălănescu, comprendió la necesidad de constituir una entidad de depósito y crédito oficial, de modo que presentó una propuesta de ley que fue aprobada por el príncipe Alexandru Ioan Cuza el 24 de noviembre de 1864.

Inicialmente, la Casa de Economii şi Consemnaţiuni funcionó en diferentes localizaciones de la ciudad, sin embargo, debido a su creciente relevancia, en pocos años se hizo evidente la urgencia de establecer una sede propia. El lugar escogido para levantar tan notable institución fue Calea Victoriei, distinguida avenida que se había convertido en la calle más noble de la ciudad. De este modo, en 1875, se demolió la iglesia de San Juan, erigida en 1701 por el boyardo Constantin Brâncoveanu muy cerca del río Dâmbovița, para levantar un edificio cuya capacidad se vería superada por sus necesidades sólo 20 años después de su inauguración. Si el lector tiene curiosidad por la desaparecida iglesia de San Juan, algunos de sus relieves decorativos todavía pueden verse hoy en el lapidario de la cercana iglesia de Stravopoleos.

El nuevo edificio, diseñado por el arquitecto francés Paul Gottereau, se construyó en estilo ecléctico entre 1897 y 1900. La monumental entrada está adornada con un gran arco, sostenido por enormes columnas, que contiene un reloj decorado con relieves junto a las esculturas de Hermes - patrón de comerciantes, viajeros, y ladrones, paradójica elección para la entrada de un banco – y Deméter, que abrazando un haz de trigo junto a una colmena, representa a la tierra dominada y cultivada por el hombre, al que rinde sus frutos. El edificio está coronado en su centro por una gran cúpula de metal y cristal de planta octogonal y cuatro más pequeñas en las esquinas, decoradas con banderas, gabletes y rematadas con espectaculares florones, tan propios de Bucarest.

La espectacularidad de la fachada continúa en el interior, con una espaciosa sala con ventanillas para atender al público, cuyo diseño recuerda el volumen de la nave central de una basílica bizantina iluminada por la luz que deja pasar un formidable techo de cristal. Todo el espacio está profusamente adornado con rocallas, volutas, y hojas colocadas junto a figuras exóticas, máscaras, esfinges y lo que parecen escudos de armas imaginarios. El Hall de honor y la Sala de consejos de la institución están decorados con obras del pintor modernista, Mihai Menelas Simonidi, destacando un fresco titulado La diosa Fortuna repartiendo bonanzas a los rumanos tras la Guerra de Independencia de 1877-1878.

1 comentario

Luis. -

¡Caramba! ¡Qué edificio! ¡Bravo!

Por cierto, una nota. Si banqueros y ladrones comparten dios en el panteón clásico, banqueros y prostitutas lo comparten en el santoral católico (san Nicolás). Alguien los tiene en el punto de mira, por lo que se ve.