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Bucarestinos

Evolución del urbanismo bucarestino entre los siglos XIX y XX (I)

Evolución del urbanismo bucarestino entre los siglos XIX y XX (I)

Bucarest, urbe estratégicamente situada entre Oriente y Occidente, ha crecido y se ha desarrollado gracias a su favorable situación en el centro de varias rutas comerciales transcontinentales y a la consiguiente influencia de distintas culturas regionales, convirtiéndose en el centro urbano más altamente poblado del sudeste de Europa. Bucarest aparece por primera vez en un escrito del 20 de septiembre de 1459, firmado por Vlad Tepeș Dracul, en el que se la define como una feria (târg). Más tarde, en 1659, bajo el gobierno del príncipe Gheorghe Ghica, Bucarest se convirtió en la capital de Valaquia y en 1862 pasó a ser la capital de Rumania, tras la unión de los principados de Valaquia y Moldavia.


Bucarest nació y se desarrolló en las orillas del río Dâmbovița y su afluente Colentina, una de las numerosas corrientes de agua que atraviesan la llanura válaca para surtir al Danubio. El lugar donde se levanta la ciudad fue antaño un terreno llano plagado de lagos, prados y humedales, irregularmente dividido entre las grandes propiedades de los boyardos y estructurado en numerosas parroquias de formas y tamaños distintos. Más allá de los palacios de los boyardos, las parroquias constituían los elementos ordenadores de la ciudad, núcleos centrales aislados que formaban la inconexa base de la composición urbana y a partir de los cuales convergían las calles y se ordenaban las propiedades.  Debido a la prohibición turca de fortificar las ciudades rumanas, Bucarest creció sin límites físicos, combinando zonas de alta densidad urbana en los alrededores de las ruinas de la Corte Principesca, junto al Dâmbovița, con áreas rurales en la periferia, débilmente integradas y estructuradas, y prácticamente sin  lugares de residencia propios del poder político, económico o cultural, lo que en ocasiones ha provocado que la Bucarest de entonces fuese definida como una ciudad-pueblo.

 Estructura urbana premoderna: iglesias parroquiales, calles y espacios públicos en el sector urbano

del nordeste de Bucarest a mediados del siglo XIX

Con la unificación de los Principados en 1859, uno de los primeros objetivos de la recién nombrada capital de Rumania fue construir nuevas instituciones públicas y espacios colectivos. La transición de la ciudad-pueblo a la capital europea se produjo de la mano de arquitectos franceses, por lo que Bucarest adoptó el estilo de la École de Beaux Arts de París en el diseño de sus nuevas avenidas, parques públicos, edificios político-administrativos y monumentos. Inspirada en el plan de renovación de París llevado a cabo por el Barón Haussmann, de esta época destaca la construcción de los grandes bulevares que vertebrarían la ciudad: en el eje norte-sur, el Bulevar Kisselef (1865), que marcaría la urbanización del norte de la ciudad y que debía extenderse hacia el sur uniéndose con la popular Calea Victoriei, y los Bulevares Colței y Lascar Catargiu (1888), que aligeraron la intensa circulación del eje Kisselef-Victoriei mediante una nueva arteria mucho más amplia; por otra parte, el eje este-oeste incluía los bulevares de la Academia, de Regina Elisabeta y de Carol I, construidos entre 1865 y 1880.

Centro urbano de Bucarest: bulevares norte-sur y este oeste,

realizados entre finales del siglo XIX y principios del XX

Precisamente, con este plan de desarrollo urbano, Calea Victoriei consolidó su posición como calle noble de la ciudad, convirtiéndose en el lugar central de sus nuevas funciones cívicas y nacionales de Bucarest. De este modo, se construyeron edificios públicos y comerciales, los más prestigiosos hoteles de la ciudad, así como el Palacio Real – de la recién estrenada dinastía Hohenzollern-Sigmaringen -, el Ateneo Rumano y la Fundación-Biblioteca Carol I, tres de los edificios más emblemáticos de la capital.

Calea Victoriei antes y después de la reestructuración urbana

de finales del siglo XIX

Otra de las grandes obras que permitió evitar las endémicas y en ocasiones muy destructivas inundaciones que sufría Bucarest fue la represa de las aguas del río Dâmbovița (1880 – 1883). Los trabajos que se desarrollaron permitieron también una mayor regularización del río, la desaparición de islas pre-existentes y de los brazos del río, así como su uso como lugar de drenaje de aguas residuales.


Plano del proyecto de regularización y canalización del río Dâmbovița

Encabezando esta entrada, vista de Bucarest desde la cima de la hoy desaparecida torre de Colțea (1868). 

 

1 comentario

Luis. -

Me estás impresionando. Bravo.