... y no hubo nada
Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
Recordará el lector los versos cervantinos que tan bellamente describen aquello que pudo ser una gran bronca y terminó en una espantada. Eso es lo que hoy ha ocurrido en Bucarest.
El día ha empezado guerrero, miles de personas – al final, muchas menos de las esperadas – se manifestaban por las calles. En el Parlamento, los señores diputados y senadores clamaban a favor o en contra del gobierno, enfrentaban sus diagnósticos sobre la crisis y recetaban soluciones más o menos imaginativas. En la calle, rodeando la Casa Poporului, aquellos miles han esperado expectantes el resultado del debate. Algunos han perdido los nervios, se han enfrentado a la policía y han acabado entre rejas.
Más tarde, en el interior, los diputados han pasado frente a las urnas, depositando sus votos, algunos entre aspavientos y gestos a la galería. Los miembros de la coalición de gobierno (PDL y nacionalistas húngaros) no se han dignado ni a votar en contra de la moción. Socialistas y liberales se han quedado a 17 votos de los necesarios para tumbar al gobierno.
A las 17.40 h un titular: Boc se queda. Inmediatamente, diputados del PSD han llevado hasta la tribuna los 2,5 millones de firmas que pedían la dimisión de Boc. Éste las ha mirado con una sonrisa a medio camino entra la burla y la condescendencia y algunos miembros de su partido han lanzado los dossiers contra la oposición. No ha habido víctimas.
Los manifestantes se han ido retirando poco a poco de la Plaza de la Constitución. Ya de noche, en la televisión, la oposición anuncia con pocas ganas una nueva moción de censura. Nada nuevo bajo el sol.
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Aba Inma -