Casa Macca
Tras el paréntesis vacacional, retomo la serie de arquitectura de Bucarest con uno de los más bellos ejemplos de la ciudad, la Casa Macca, sede actual del Instituto de Arqueología “Vasile Pârvan”.
Esta maravilla bucarestina fue construida en 1891 para la familia del coronel Petre Macca – imagen, a continuación -, un héroe de la Guerra de Independencia herido gravemente en la batalla de Griviţa, que convivía allí con su mujer Elena (hoy es posible contemplar un retrato de los esposos en la Iglesia de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo de Miroşi, en el departamento de Argeş) y sus dos hijos, Ioan y Mihai, ambos licenciados en derecho en la Universidad de París.
Diseñada por el arquitecto J. Berthet en un ecléctico estilo con influencias barrocas y Art Nouveau, tiene 4 plantas (sótano, primer y segundo piso y buhardilla) y una fachada profusamente decorada con motivos vegetales y rostros barbados en los frontones sobre las amplias ventanas, con ángeles, cornucopias, caras de mujer y cabezas de león, medallones y elementos heráldicos. La entrada se hace por el lateral, a través de una majestuosa puerta con frontón sobre el que dos enormes atlantes sostienen un imponente balcón. Para embellecer, más si cabe, todo el conjunto, a ambos lados de esta fachada lateral se levantan dos preciosas galerías de hierro forjado de estilo modernista.
Si el exterior es impresionante, el interior no desmerece. Se accede por un vestíbulo cubierto con una bella pintura alegórica con una mujer rodeada de querubines.
Una vez en traspasado, se entra en una gran sala a cuyo alrededor las habitaciones se disponen simétricamente en un eje imaginario que la conecta con la buhardilla, a través de un hueco central con forma de elipse, creado en el primer piso, que actúa como balcón y permite el paso de la luz natural que entra por una claraboya.
Una escalera de mármol, sostenida por otros dos atlantes, permite acceder al primer piso.
Las paredes están decoradas con estuco y paneles pintados, entre otros, con un sereno paisaje fluvial, con motivos vegetales y escenas de ángeles jugando. Sobre los marcos de las puertas del primer piso hay medallones con los bustos de algunos prohombres romanos.
A la muerte de Elena Macca, en 1896, la casa pasó a manos públicas y en 1932 se convirtió, gracias al esfuerzo del político e historiador Nicolae Iorga – por aquel entonces, primer ministro de Rumanía -, en el Museo Nacional de Antigüedades. Pocos años después y hasta la actualidad, el edificio ha albergado el Instituto de Arqueología “Vasile Pârvan”, que desde 1924 publica ininterrumpidamente la prestigiosa revista Dacia, sobre Arqueología e Historia Antigua.
Esta semana hemos entrado en la Casa Macca como Pedro por su casa, sin que ninguno de los residentes que se han cruzado con nosotros nos preguntase ni nuestros nombres. Lo primero que impresiona es su jardín repleto de estelas funerarias y conmemorativas, estatuas, restos de pedimentos y frisos, sarcófagos y columnas, grabados tanto en griego como en latín, producto de las excavaciones arqueológicas en yacimientos repartidos por toda la geografía rumana (suficientes para hacer un museo dignísimo sobre el pasado griego y romano del país). Tanto la fachada como el interior del bellísimo edificio requieren de una rehabilitación urgente, sin embargo, a pesar de la suciedad, las grietas y los desconchados, todavía es posible disfrutar de su antigua opulencia.
Hemos paseado por la biblioteca - una maravilla de pasillos estrechos y polvorientos repletos de estanterías inalcanzables que albergan miles de tomos sobre Arte e Historia Antigua en Rumanía y sus alrededores -, por el vestíbulo, los salones y las habitaciones, alguna de las cuales mostraba tras descuidadas vitrinas preciosos ejemplos de cerámica de Cucuteni.
Mención a parte merece nuestra visita a la buhardilla, un increíble espacio abierto y luminoso con un espectacular entramado de tablones que sostiene las cúpulas de la mansión.
He leído que en los últimos años ha habido muchas promesas de restauración de la Casa Macca por parte del ayuntamiento, sin embargo, hoy languidece en una calle secundaria cerca del centro de la ciudad a la espera de que un nuevo terremoto o la codicia inmobiliaria acaben con su glorioso pasado.
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Sagrario de caceres -
AMA Gloria -