Hanul Solacolu, del maltrato a la esperanza
Paradójicamente, uno de los símbolos urbanísticos de Bucarest es una ruina, hasta hace muy poco desahuciada, que apenas llamaba la atención de un caminante despistado. En uno de sus extremos, un lacónico cartelito anunciaba su catalogación como monumento histórico, incluyendo su fecha de construcción y cuatro líneas de su historia, apenas esbozada. Se trata del viejo Hanul Solacolu, un desvencijado edificio que, a pesar de su estado, permite todavía intuir un pasado notorio.
Estado actual de Hanul Solacolu
Bucarest nació como un nudo de comunicaciones que unía regiones como Moldavia y dinámicas ciudades como Brașov con Giurgiu, localidad junto al Danubio. El mismísimo Vlad Tepeș Dracul la menciona por primera vez, en un escrito del 20 de septiembre de 1459, calificando la ciudad como una feria (târg). Al calor de esas ferias, con el trasiego de mercancías y viajeros, en la ciudad se multiplicaron los caravasares y los hanes, hospedajes adecuados para el descanso y la protección de comerciantes y sus productos.
En 1859, año de la Unión de los Principados de Valaquia y Moldavia, dos hermanos apellidados Solacoglu, procedentes de Sviștov, en Bugaria, pero asentados en Valaquia, construyeron en Calea Moşilor un han exclusivo y de lujo, según el gusto arquitectónico local, con motivos orientales y neogóticos. A pesar de su estado avanzado de degradación, podemos imaginar la entrada y salida de carros, cargados de mercancías exquisitas, por sus dos grandes puertas, que reflejan su estructura en forma de E, la única que se conserva en los hanes de Bucarest.
En 2008, todavía se conservaban elementos decorativos en la fachada
Entre las paredes de Hanul Solacolu, frente a un buen vaso de vino, se hacían negocios, se hablaba de política e incluso se conspiraba, especialmente en la turbulenta segunda mitad del siglo XIX. Allí se alojó Lyuben Karavelov, líder revolucionario búlgaro, donde redactó sus periódicos Libertad e Indepedencia, órganos del movimiento de resurgimiento nacional opuesto a los turcos.
Hanul Solacolu contuvo también una fábrica de pasta y, aunque sufrió un grave incendio durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, mantuvo un carácter residencial hasta principios de la década de 1980, cuando el penoso mantenimiento realizado casi provocó su desplome. A pesar de los repetidos anuncios frustrados de restauración, el Ayuntamiento decidió finalmente quitárselo de encima, devolviéndolo a la familia Solacoglu, en el año 2003, ¡para exigir inmediatamente su rehabilitación!. Okupantes indeseados lo convirtieron entonces en un centro de tráfico ilegal y de prostitución, hasta que fueron evacuados en 2007. Desde entonces, el edificio asistió lentamente a la desaparición de casi todos sus elementos decorativos, de las escaleras de madera y de las ventanas, al hundimiento del tejado, al agrietamiento de sus muros, a la caída del yeso de la fachada y a la acumulación de basuras y ratas.
Proyecto del nuevo Hanul Solacolu
Pero ayer, 6 de enero de 2022, el Ayuntamiento de Bucarest, dirigido por Nicușor Dan, comunicó que Hanul Solacolu ha sido recuperado y anunció un proyecto inmediato de rehabilitación, dotado ya de presupuesto, que lo convertirá en un centro cultural de referencia para la ciudad.
¡Hanul Solacolu se ha salvado!