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Los inicios de la comunidad hebrea de Bucarest

Los inicios de la comunidad hebrea de Bucarest

Como ocurre en tantos otros lugares del centro y del este de Europa, tras los años de la barbarie nazi-legionaria y a causa de la masiva emigración a Palestina durante y después de la Segunda Guerra Mundial, pocos son los testigos conservados del pasado judío en Bucarest. La comunidad hebrea, antiguamente numerosa y boyante, apenas es hoy una sombra de lo que fue. A pesar de ello, sólo es necesario pasearse por los enormes cementerios hebreos de la ciudad o visitar la Gran Sinagoga para comprender la enorme contribución de esta comunidad a la historia de la ciudad.

La primera mención a una comunidad judía en Bucarest se encuentra en un documento del príncipe Mircea el Pastor, fechado en 1550, en el que se atestigua la existencia de judíos sefarditas propietarios de algunas tiendas en la ciudad. Los primeros judíos de Bucarest eran así descendientes de los hebreos expulsados de España en 1492 y que inicialmente se instalaron en Salónica y Estambul, formando allí las comunidades más grandes de exiliados. La siguiente referencia a los judíos marca el inicio de una historia tristemente condenada a la tragedia: en una carta del rabino Josef Caro, de Nicópolis (1559), se explica cómo dos hermanos judíos habían sido enviados a Valaquia para recuperar un dinero prestado y cómo habían sido asesinados por sus deudores en la villa de Dridov, cercana a Bucarest.

La imagen de la comunidad hebrea de Bucarest se completa, en parte, con un decreto firmado por el sultán Selim II, en 1568, ordenando al kadi (juez) de Cernova investigar a un judío llamado Istergun, antiguo empleado de Mircea el Pastor, por el robo de seis carros con mercancías. En otro decreto firmado el mismo año, Selim II ordenaba al príncipe válaco, Alejandro II, a proteger a los otomanos del principado de los abusos de los judíos, que prestaban dinero a un elevado interés (práctica, por cierto, extendida también entre los prestamistas griegos e incluso turcos).

Por aquel entonces, Valaquia era un principado vasallo de la Sublime Puerta en el que el príncipe gobernante era escogido por el sultán. Por este motivo, en ocasiones el acceso al trono se convertía en una subasta y quienes pujaban necesitaban de grandes sumas de dinero para alcanzar su objetivo. Con préstamos obtenidos de los judíos se convirtieron en príncipes de Valaquia Petru Cercel (1583 – 1585), Mihai el Valiente (1593 – 1601) y Radu Leon (1664 – 1669).

Ya en el siglo XVII, documentos oficiales mencionan la presencia en Bucarest de grupos de familias judías que vivían sometidas a unas regulaciones judiciales con elementos discriminatorios contra los no cristianos, como las elaboradas bajo el principado de Matei Basarab (1632 – 1654). Paralelamente, a principios de siglo la Iglesia ortodoxa lanzó una intensa campaña de proselitismo que consiguió numerosas conversiones.

La presencia judía en Bucarest en esas fechas está recogida en la famosa Descriptio Moldaviae de Dimitri Cantemir, en la que se indica que entre los extranjeros (sic) que habitaban en las ciudades válacas y moldavas se encontraban numerosos judíos. A mediados de siglo, tras las matanzas judías perpetradas por los cosacos en Ucrania (1648 – 1649), la población sefardí de la ciudad se vio ampliada con gran número de refugiados askenazis. Ambas comunidades se dedicaron intensamente al comercio y se organizaron en una guilda específicamente judía, corporación de comerciantes y mercaderes que elegía unos cargos directivos, se dotaba de reglas específicas que obligaban a todos sus miembros y pagaba una tasa fija al tesoro del príncipe, como indican los documentos del principado de Constantin Brâncoveanu (1688 – 1714). En este período, los judíos de Bucarest habitaban al sudeste de la ciudad, en el barrio de Jigniţa, donde levantaron su sinagoga.

Encabezando esta entrada, el cuadro Judío con oca (1880), del pintor Nicolae Grigorescu

Testigos heréticos de Bucarest

Testigos heréticos de Bucarest

Paseando por Bucarest es fácil toparse con bellos edificios en estilo neorumano, decorados con barandillas, paneles esculpidos y otros elementos arquitectónicos que contienen escenas de animales en lucha cuya simbología hunde sus raíces en el Medievo.

Estas batallas son una representación artística de las tendencias dualistas propias de dos corrientes heréticas que se extendieron por los Balcanes durante la Edad Media: el paulicianismo (siglos VII a XII) y el bogomilismo (siglos X a XV). Ambas coincidían en defender la existencia de un principio del Bien, identificado con la Luz y el Espíritu, eternamente enfrentado al principio del Mal, relacionado con las Tinieblas, la Materia o con el propio Diablo (maniqueísmo). Paulicianos y bogomilios fundaron Iglesias heréticas en los territorios del Imperio Bizantino y, desde la Península Balcánica, los segundos impulsaron las Iglesias Cátaras de Occitania, de acuerdo con las actas del Concilio Cátaro de San Félix de Caraman, celebrado bajo la dirección del Patriarca bogomilo Nicetas.

El estilo neorumano, síntesis y reinterpretación de otros tantos, tomó posiblemente del románico su gusto por los bestiarios en relieve escultórico y adaptó una herejía local, profundamente arraigada entre los campesinos rumanos y en la cultura popular, para incluirla en su característico repertorio iconográfico.

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De este modo, por ejemplo, en un largo friso que embellece la fachada de una villa de la zona de Kiseleff, contemplamos la lucha entre un perro y un águila, rodeados de sarmientos, hojas de vid y separados por un racimo de uvas (ver imagen, encabezando esta entrada). En este caso, el perro se asocia al mundo inferior y a la muerte, Cerbero protector de los valores subterráneos. El águila, la más poderosa y temida de las aves, fue considerada por los primeros cristianos como símbolo de la resurrección debido a la renovación periódica de su plumaje. De acuerdo con el antiguo mito del águila pirófora, en cuanto a ave solar, el águila sería la portadora del fuego y de la luz del cielo. Posteriormente y en este sentido, el cristianismo estableció la equivalencia águila-Cristo, pues el Mesías se había proclamado a sí mismo Luz del mundo. Por su parte, el racimo de uvas es el símbolo de la Tierra Prometida (Núm., 13, 24) y de la eucaristía, mientras que los sarmientos y las hojas de vid, motivos agrarios muy generalizados en el estilo neorumano, hacen referencia a los ciclos de la naturaleza y, por extensión, al paso del tiempo.

En otra casa muy cercana, bajo las ventanas, un panel muestra a dos canes enfrentándose a sendos dragones en un escenario muy parecido al anterior.

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En este caso, el perro tiene un significado totalmente opuesto al del relieve anterior, pues representa los valores de fidelidad y colaboración con el ser humano, aunque también de vigilancia, ante el influjo del Mal, que está representado aquí por el dragón con cuerpo de serpiente, animal por excelencia relacionado con el pecado original (Gén., 3) y las fuerzas subterráneas. También aquí vemos los símbolos relacionados con la Tierra Prometida, la eucaristía y el devenir.

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No son estos los únicos ejemplos de batalla maniquea que decoran las fachadas bucarestinas, así que invito a los lectores a buscarlos y, sobre todo, a disfrutarlos.

La gran nevada (y VI)

La gran nevada (y VI)

La gran nevada (V)

La gran nevada (V)

La gran nevada (III)

La gran nevada (III)

La gran nevada (IV). Equipo de limpieza

La gran nevada (IV). Equipo de limpieza

La gran nevada (II)

La gran nevada (II)

iPreot

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Y luego dirán que la Iglesia no es moderna...

La gran nevada

La gran nevada

Estábamos avisados, sin embargo, la nevada que ha caído hoy nos ha dejado con la boca abierta.

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Más de 40 centímetros de nieve se han acumulado sobre Bucarest en un solo día.

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Las calles se han colapsado de nuevo, ha cerrado el colegio de los niños, las quitanieves no daban abasto y la gente caminaba a duras penas, sin embargo, la ciudad lucía preciosa.

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En nuestro jardín, la nieve casi alcanza la ventana.

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El rey Carol I en la Exposición Nacional Rumana de 1906

El rey Carol I en la Exposición Nacional Rumana de 1906

El artífice de la Exposición Nacional Rumana de 1906 fue el rey Carol I, que en esta imagen vemos llegando al parque que lleva su nombre para inaugurar el evento.

Esta imagen está tomada del libro Modern Romania 1859 - 1949, publicado recientemente por la editorial Noi.

El Palacio de las Artes durante la Exposición Nacional Rumana de 1906

El Palacio de las Artes durante la Exposición Nacional Rumana de 1906

En la entrada que dediqué hace unos meses a la Exposición Nacional Rumana, celebrada en Bucarest en 1906, indiqué erróneamente que el Palacio de las Artes había sido destruido por los comunistas, tras su llegada al poder en 1947, por considerarlo de un estilo “demasiado burgués”.

Lo cierto es que este bonito edificio, levantado en estilo neorumano de acuerdo con los planos de los arquitectos Ştefan Burcuş y Victor Ştefănescu y que, entre 1923 y 1938, albergó las colecciones del Museo Militar Nacional, fue demolido en el año 1942 a causa de los daños que sufrió durante el terremoto de 1940.

Sea como fuere, la foto que encabeza esta entrada demuestra lo espectacular de su diseño y nos permite comprobar dónde se situaban originalmente los dos gigantes del escultor Dimitrie Paciurea que, junto a otra estatua, formaban una fuente monumental. Ambas esculturas todavía pueden contemplarse hoy, alejados de su lugar original, en el Parque Carol I.

Esta fotografía pertenece al excelente libro titulado Modern Romania 1859 - 1949, publicado recientemente por la ediorial Noi. 

Piaţa Amzei (Bucarest, 6 de febrero de 2012, 14:12 h)

Piaţa Amzei (Bucarest, 6 de febrero de 2012, 14:12 h)

Calea Victoriei (Bucarest, 6 de febrero de 2012, 09:25 h)

Calea Victoriei (Bucarest, 6 de febrero de 2012, 09:25 h)

Tregua climática

Tregua climática

La meteorología nos ha dado un respiro. El mercurio ha escalado posiciones y se ha acercado a los 0 ºC e incluso los ha superado. Ayer llovió y el frío de la noche nos ha dejado una bonita estampa de árboles helados.

Las calles se han convertido en pistas de hielo y hoy, más que nunca, son necesarios los neumáticos de invierno. Frenar el coche es casi una utopía y pasear es imposible, sólo se puede patinar.

De momento, la nieve se aleja. La alerta ha disminuido de naranja a amarilla. Se esperan vientos moderados, algún copo aislado y temperaturas bajas, cada vez más bajas a medida que nos adentremos en la nueva semana, hasta los – 15 ºC, aunque con una sensación térmica de – 22 ºC.

El miércoles será uno de esos días para quedarse en casa.

Código naranja por temporal

Código naranja por temporal

El Instituto Nacional de Meteorología de Rumanía ha emitido una advertencia de código naranja por temporal de viento, nieve y  hielo para este fin de semana. Se prevén nieve en abundancia, vientos de entre 50 y 60 km/h y mucho hielo por las calles. El lunes podría decretarse el código rojo.

Hace frío, es cierto. Desde hace un par de días, al salir de casa camino del trabajo, la temperatura no suele superar los – 15 ºC, lo cual quiere decir que por la noche hemos rondado los – 20 ºC (nuestro coche, en consecuencia, se ha puesto en huelga y, aunque conserva la batería, hoy no se ha querido mover). Durante el día no para de nevar, aunque las nevadas de la semana pasada superaron con creces las de las últimas horas.

Casualmente, mañana se cumple el 58 aniversario de la gran nevada que cayó sobre Bucarest el 3 de febrero de 1954. Aquella mañana, los bucarestinos se despertaron bloqueados en sus casas pues entre 2 y 5 metros de nieve, según las zonas, cubrían calles, plazas, parques y avenidas. En aquella ocasión, los vientos alcanzaron los 126 km/h.

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Veremos qué ocurre mañana y si Enlil, dios de las tormentas, quiere repetir su hazaña.

Temporal

Temporal

Hace un par de días empezó un temporal de nieve y viento helado en Bucarest que ha dejado, de momento, medio metro de nieve sobre la ciudad. Tras un principio de invierno especialmente seco, se agradece la llegada de la nieve, aunque haya sido de manera tan abrupta.

Como desgraciadamente suele ocurrir cada vez que hay tormentas de este tipo, Rumanía se ha colapsado. En Bucarest se circula relativamente bien porque la mayor parte de los coches se quedan en casa, sin embargo, en el resto del país, las autoridades han cortado la circulación en muchas carreteras y en las dos únicas autopistas. Coches cruzados, camiones volcados, quitanieves, ambulancias, bomberos, policía, gente esperando en sus vehículos a ser rescatados y otros caminando a duras penas, entre ráfagas heladas, en busca de refugio, ha sido la estampa habitual de los últimos dos días.

Ayer, un matrimonio que viajaba desde Bucarest a Giurgiu, a sólo 60 Km. de distancia, quedó bloqueado al poco de salir de la capital y el marido murió congelado dentro del coche mientras esperaba a los servicios de emergencia. Las barreras metálicas que impiden que la nieve invada la carretera habían sido robadas hacía poco y nadie se había preocupado en reponerlas. A pesar de ello, 1.300 conductores fueron ayer rescatados de sus vehículos y 900 permanecen todavía aislados en sus coches. En muchos pueblos, la gente ha salido a recoger a los viajeros a la carretera y los ha invitado a sus casas a pasar la noche. Los que no han querido abandonar el vehículo – por miedo a no encontrarlo por la mañana -, han recibido mantas, comida y un té caliente.

Hoy la nieve ha dejado de caer, sin embargo, ahora se abate sobre nosotros una ola de frío que mañana llevará las temperaturas hasta los - 18 ºC o incluso más.

En la imagen, aspecto de nuestro jardín ayer por la noche, 36 horas después de empezar a nevar.

Ya está aquí la nieve (por fin)

Ya está aquí la nieve (por fin)

Ayer nos fuimos a dormir de vacío pero esta mañana hemos amanecido con un palmo de nieve.

Y sigue nevando fuerte.

Stylish people

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