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Luto
¡Muchos ánimos a todos!
Gettysburg

Este año se celebra el 150 aniversario de la batalla de Gettysburg.
Visitando el campo de batalla y el correspondiente museo, he comprobado con tristeza cuánto recorrido nos falta a los españoles hasta alcanzar la grandeza de los nortemericanos para aceptar la propia historia y no limitarse a hablar de buenos y malos.
Ante la que se nos viene encima...
La crítica hacia la clase política es imprescindible, sin embargo, la historia ha demostrado repetidamente que, cuando la sociedad deja de confiar en sus políticos, la alternativa es la tiranía (o el autoritarismo, en su versión moderna). Lo que hace falta hoy es más política individual, una activa aplicación de la virtud ética en todos y cada uno de los ámbitos de nuestra vida.
¡Menos cinismo y más Aristóteles!
Sobre coches de lujo

Leo en la prensa local que está previsto que las ventas de automóviles de lujo aumenten este año en Rumanía entre un 10 y un 15%. Por su parte, el mercado de automoción general, el destinado a la mayoría de los mortales, ha matriculado en los primeros meses de 2011 un 12 % menos de coches que durante el mismo período del año anterior y está previsto que apenas crezca a lo largo de este año.
Para ser más concretos, las ventas de Mercedes aumentaron más de un 50%, BMV registró un crecimiento del 12,5%, Audi del 23%, Porsche del 38% y Lexus del 21 %. Sólo en el trayecto desde mi casa hasta la guardería de los niños, veo diariamente aparcados dos Porsche Carrera, un Cayene, dos Masserati, un Hummer y un Ferrari.
Pero lejos de indignarme, agradezco que en este país de las maravillas sea tan sencillo detectar y evitar a los delincuentes pues, salvo honrosas excepciones, mayoritariamente están sentados tras los volantes de estos vehículos.
En recuerdo de Khan Mohammad (o sobre por qué debemos quedarnos en Afganistán)

Khan Mohammad era el director de la escuela de un pueblo perdido en Afganistán llamaro Porak, apenas un conjunto de casas pobres en medio de la nada, a unos 100 km de Kabul. Salía de su casa por la mañana junto a uno de sus hijos y un grupo de talibanes disparó contra él hasta matarlo, hiriendo también al niño. El delito de Mohammad había sido el de no atender a las amenazas de los fanatizados barbudos y obstinarse en educar a las niñas de Porak en su escuela. Las amenazas contra maestros por este motivo son algo habitual en las zonas rurales de Afganistán, a veces incluso arden las escuelas y se asalta a los padres que envían a sus hijas al colegio para que aprendan a leer y escribir. Hay que ser muy valiente para abrir una escuela para niñas en Afganistán.
Mientras los talibanes gobernaron Afganistán, entre 1996 y 2001, se prohibió educar a las niñas, se impidió a las mujeres trabajar, se las escondió tras un burka y se les restringió el acceso a la sanidad. Las mujeres y las niñas afganas quedaron confinadas en sus casas, bajo la atenta mirada de los varones de sus familias. Hoy, menos de un 13 % de las afganas son capaces de leer y escribir y apenas un 8 % de las niñas asiste con regularidad a clase, aunque teóricamente un 40 % están escolarizadas. El gobierno de Karzai, corrupto donde los haya, al menos ha devuelto a las afganas la capacidad de votar y el derecho a la educación y al trabajo, aunque la sociedad que las envuelve no les permite disfrutar plenamente de estos derechos, especialmente en las zonas rurales.
Recientemente, las potencias occidentales han anunciado que a partir de julio empezarán a retirar sus tropas y que en 2014 ya no quedarán soldados extranjeros en ese país por lo que la cosa pinta mal para las hembras afganas.
Valga este breve post como homenaje a un hombre que tuvo el coraje de enfrentarse a la barbarie para aportar luz en un país de sombras y pagó cara su osadía.
Uno sólo en Bucarest

Veo en la prensa que en España hay montada una buena y yo tengo el corazón partío respecto a lo que allí ocurre.
Me gusta que la gente salga a la calle a protestar, es sano y demuestra que nuestra Democracia está viva, que todavía tiene energías y ganas para denunciar los michelines del sistema. Comparto con los manifestantes sus deseos de poder votar listas abiertas, de reclamar una verdadera separación de poderes - ya saben, aquello del Legislativo, Ejecutivo y Judicial -, de impedir que las listas electorales se llenen de imputados en escándalos de corrupción, de exigir que el voto de un hombre valga igual en todas partes de España, independientemente de dónde viva, o de reivindicar el fin de la financiación pública de los partidos políticos. En definitiva, me gusta que se exija una verdadera regeneración – o depuración – del sistema democrático y, sobre todo, que se haga sin violencia.
Pero también hay cosas que no me gustan, como por ejemplo que algunos pretendiesen extender la protesta más allá de las plazas y recorrer las calles gritando no se sabe exactamente qué el día de la jornada de reflexión y en durante el día de elecciones (cosa que, al parecer, finalmente no ha ocurrido, aunque ya tenemos un segundo precedente – la jornada de reflexión tras el 11M fue la primera - sobre cómo saltarnos a la torera la necesaria paz propia de la jornada de reflexión). Me huele mal que la indignación haya estallado ahora, en plena recta final de la campaña electoral, y no hace unos meses o quizás en un par de semanas. Me escama la vaguedad de las propuestas de los manifestantes, que a estas alturas de la película no hayan elaborado un manifiesto que aclare qué piden exactamente. Me alucinan ciertos discursos demagógicos, que pretender introducir con calzador posturas claramente políticas e ir mucho más allá del origen de la irritación ciudadana. Finalmente, me apena comprobar que los políticos españoles no han entendido nada y que en las últimas horas de campaña intentasen acaparar el voto de los indignados (¿es que no han escuchado ni una palabra de lo que dicen?).
Por mi parte, atendiendo a unos comentarios en Twiter (#romanianrevolution) y llevado más por la curiosidad que por ansias reivindicativas, me he acercado a las 19 h a la Embajada de España, sin embargo, no había nadie más. La foto que he tomado ha despertado los recelos de la policía, que ha venido a preguntarme qué hacía allí tomando fotos. Para no dar demasiadas explicaciones, el blog me ha servido de exclusa.
Veremos qué ocurre mañana.
Sobre el puro morbo y la integración

Leo tanto en la prensa española como en la de aquí el caso de una chica rumana embarazada asesinada por su pareja – también rumana – en la localidad de Torrejón de Ardoz. El espeluznante crimen tiene además el añadido que el energúmeno contactó por Internet con la familia de la víctima para mostrarles su fechoría y, de paso, amenazar de muerte a la hermana de la desdichada. Por suerte, la policía rumana contactó a tiempo con la española y se pudo detener la carnicería y arrestar al asesino.
Sin duda, la historia es suficientemente espantosa como para que la industria del morbo televisivo de ambos países se haya frotado las manos y haya dedicado sus buenos minutos a explotar tan escabroso tema. La cadena rumana Antena 3 dedicó incluso un programa especial nocturno para tratar la noticia durante el cual, los sesudos tertulianos y el presentador se preguntaban, algo acomplejados, si iba a cambiar la opinión que tienen los españoles de los rumanos a causa de este crimen. ¿Cambiaron los rumanos su opinión sobre los españoles cuando un descerebrado rebanó el pescuezo de sus padres y su hermana menor con un sable japonés?, ¿y cuándo dos idiotas admiradoras este psicópata mataron a una compañera de clase para ganarse su admiración? Pues eso.
Sea como fuere - no quiero desviarme del tema -, para ilustrar su debate el programa contactó con la portavoz de la Federación de Asociaciones de Emigrantes Rumanos en España, Sra. Cristina Lincu, quien, tras agradecer educadamente la invitación, reprochó a los periodistas que aquélla era la primera vez que una televisión rumana contactaba con la federación y lamentó que lo hiciese por semejante historia. Muy digna, la Sra. Lincu dijo que esperaba que le preguntasen por la reciente noticia según la cual los rumanos forman el colectivo de inmigrantes que más se ha inscrito en las Oficinas del Censo Electoral para participar en las próximas elecciones municipales españolas.
¡Bravo, Sra. Lincu, bravo! Efectivamente, eso es una noticia y lo demás es puro y repugnante morbo. Si los rumanos son los inmigrantes que más se interesan por la política de su municipio es porque no quieren quedarse al margen, porque les interesa qué ocurre en su ciudad, porque están implicados con la sociedad en la que viven, en definitiva, es porque están integrados.
Ante semejante elocuencia, ningún periodista osó seguir preguntando a la Sra. Lincu y juntos volvieron a zambullirse en la basura pues, supongo, ahí se sentían más cómodos. Por mi parte, simplemente cambié de canal.
Rumanía en la Epoca de Aur
RUMANIA
A finales de 1964, pocos meses antes de la muerte de Gheorghiu-Dej, antecesor en el poder de Ceauşescu, una televisión occidental filmó este curioso reportaje sobre Rumanía (clickar sobre la imagen para ver el vídeo).
Sin entrar en asuntos políticos, la película muestra una Rumanía bellísima – ¡en eso no ha cambiado! -, aferrada a sus tradiciones pero sin renunciar a la modernidad, un país permeable a las modas occidentales, donde los turistas pueden disfrutar de estaciones de esquí totalmente equipadas, flamantes hoteles, hermosas ciudades monumentales y de unas playas que, de acuerdo con el locutor, nada tienen que envidiar a la costa española.
El vídeo vale la pena para comprobar cómo era aquella Rumanía - al menos, externamente - que iniciaba la Epoca de Aur y cómo la demencia del déspota Ceauşescu y la cleptocracia impuesta por la actual oligarquía política cambiaron un país que, poco a poco y con mucho esfuerzo, intenta hacerse de nuevo un lugar en el mundo.
De zombis

Permítame el lector una reflexión algo alejada de las habituales.
Existe una relación entre las grandes crisis de la humanidad del siglo XX y el cine de zombis. Nótese que no estoy hablando de crisis bélicas de largo alcance, sino preferentemente de crisis políticas, económicas o sociales. Las primeras películas de zombis aparecieron brevemente justo tras el crack del 29 – destaca White zombie, de 1932 - para prácticamente desaparecer después. En los años 50, en los inicios de la Guerra Fría, se pusieron de moda los OVNIS y los extraterrestres, aunque algunas películas los relacionaron con pseudo-muertos vivientes como en el caso de Zombis de la estratosfera (1952) o incluso la mítica Plan 9 del espacio exterior (1959). En un mundo con terribles antecedentes y cuya complejidad aumentaba de forma vertiginosa, era reconfortante pensar en la inocencia del ser humano y en la amenaza exterior, aunque estos primeros ejemplos del cine con zombis atisbaban ya el contenido de un mensaje diferente, más crítico con el ser humano.
Los años 60 fueron los del fin de la inocencia, se impuso el pensamiento de Plauto según el cual "El hombre es un lobo para el hombre" y de ahí que durante ese decenio apareciesen los zombis como trasunto del ser humano de entonces, tan irracional y violento como incapaz de controlar un mundo que, debido al aumento de los flujos de información, cada vez se le hacía más incomprensible. Despuntaron entonces grandes clásicos como la reflexiva El último hombre sobre la Tierra , protagonizada por Vincent Price, o La noche de los muertos vivientes de George A. Romero, que dio el verdadero pistoletazo de salida al fenómeno zombi tal y como lo entendemos hoy en día.
Inmediatamente después de la crisis del petróleo hubo un repunte en los estrenos de películas de zombis, aunque fue en los años 80 cuando, a razón de prácticamente un estreno mensual, se vivió la primera época dorada del género coincidiendo con el aumento del terrorismo internacional y con los últimos estertores del comunismo. De estos años destacan títulos como Muertos y enterrados, la fantástica The Evil Dead o El día de los muertos. Al tiempo que se denunciaban públicamente las consecuencias de la crisis ecológica y el fin de las fuentes de energía derivadas del petróleo, los 90 asistieron a un ritmo de producción zombi similar La última gran crisis mundial, desatada por una globalización que amenaza a la singularidad del individuo, por la debilidad del Imperio americano y por el estallido de la crisis financiera coincide también con un momento de esplendor de la temática zombi, magníficamente representada hoy por la serie The Walking Dead y por la postmoderna saga de Resident evil, entre muchos otros títulos.
Más allá de la cronología, el zombi se presenta cada vez más como paradoja del ser humano actual. Su rabia es contagiosa – sólo hay que mirar al telediario para comprobar lo contagiosa que es la violencia entre el ser humano –, se mueve por impulsos – comer/consumir - y sólo muere al dispararle al cerebro, pues es precisamente ese órgano el causante de todos los males del hombre y del zombi. Quien piensa demasiado, quien analiza detenidamente el mundo que le rodea, puede acabar cayendo en la locura y actuando como un zombi violento aunque, paradójicamente, también quien no emplea su cerebro acaba actuando como un zombi errante.
El zombi como voluntad y representación.
Johann Baptiste Cramer

Beethoven lo consideró el mejor pianista de su época e Ignaz Moscheles dijo de su música que era “tan intelectual como entretenida”. Debido a su naturaleza refinada y a su estilo musical impecable, en Londres lo conocieron como Glorioso John.
Johann Baptist Cramer, hijo del violinista y director de orquesta inglés Wilhelm Cramer, nació en Mannheim el 24 de febrero de 1771. Muy pronto se trasladó con su familia a Londres donde empezó a recibir clases de música de su padre. Debutó como intérprete de piano a los diez años y a los doce empezó a recibir clases de Muzio Clementi, convirtiéndose rápidamente en un virtuoso muy reconocido por el público británico.
En 1788 emprendió su primera gira de conciertos por ciudades de Francia y Alemania, actividad que simultaneó con la composición de sus propias piezas. Fue buen amigo de Beethoven, Haydn, Berlioz, Mendelssohn y Liszt, de los que interpretó la mayor parte de sus obras para piano.
Desde 1800 se estableció definitivamente en Inglaterra, donde siguió realizando conciertos y trabajando en la publicación de las obras de sus colegas y amigos músicos. En 1835 se retiró definitivamente de los escenarios, dejando como herencia un estilo interpretativo seguido por la mayoría de los pianistas del siglo XIX.
Como compositor, Cramer nos ha dejado 124 sonatas y 84 estudios para piano, 50 sonatas para otros instrumentos acompañados de piano y 9 conciertos para el mismo instrumento que recomiendo descubrir a los amantes de la música clásica.
Mascarilla facial

Que la belleza exige ciertos sacrificios parece una obviedad, sin embargo, todo tiene sus límites. Ayer, avituallándonos en el súpermercado, nos topamos con esta máscara de barro de la marca Montagne Jeanesse, que en una interpretación libre al español podría traducrise como El Circo de los Monstruos Marinos de las Profundidades de las Fosa de Las Marianas.
Al parecer, el contenido del sobrecito proviene del Mar Muerto, cosa que me extraña poco a la vista de la fotografía que lo ilustra. La pobre mujer, víctima, sin duda, de la búsqueda compulsiva de la excelencia, se ha embadurnado la cara con un barro azul de origen más que dudoso (por mucho que se insista en lo del Mar Muerto). No contenta con su aspecto, ha colocado una hoja fresca de plátano sobre cada ojo y encima, un canapé de paté del malo, trufado de grasa y coronado por ramitas de coral blanco.
El paquetito afirma que la plasta limpia los poros „en profundidad”, aunque más bien parece que los tapone y sustituya la suciedad existente con nuevas capas de porquería. Otro de los beneficios anunciados es la reducción del stress y, aunque dudo de cómo un mazacote facial de tal calibre puede reducir el stress, estoy totalmente seguro de que no se refiere al stress ajeno de aquéllos que contemplan a la parienta con semejante aspecto.
A los valientes que quieran enfrentarse al Mud Pac, puedo decirles donde encontrarlo.
¡Felicidades, Don Mario!

Llegando de comer he leído la noticia de que Mario Vargas Llosa ha ganado el Premio Nobel de Literatura y me he alegrado mucho.
Me gusta Vargas Llosa como escritor y como persona y recuerdo con emoción cuando, en septiembre de 2007, una amiga común me lo presentó junto a su mujer durante la entrega del Premio a la Tolerancia y él insistió en hacerse una foto con los enanos.
Insisto, ¡muchas felicidades!
Una historia de guerra

Arturo Pérez Reverte,
XLSemanal, 12 de septiembre de 2010.
Alguien escribió en cierta ocasión que si una historia de guerra parece moral, no debe creerse. Y alguna vez lo repetí yo mismo. Pero eso no es del todo verdad. O no siempre. Como todas las cosas en la vida, la moralidad de una historia depende siempre de los hombres que la protagonizan, y de quienes la cuentan. Ésta de hoy es una historia de guerra, y quiero contársela a ustedes tal como algunos amigos míos me han pedido que lo haga. La moralidad la aportan ellos. Yo me limito a ponerle letras, puntos y comas.
Base de Mazar Sharif, Afganistán. Cinco guardias civiles, de comandante a sargento, perdidos en el pudridero del mundo, formando a la policía afgana. Cinco guardias de veintidós llegados hace cinco meses y medio, desperdigados por una geografía hostil y cruel, en misión de alto riesgo, en una guerra a la que en España ningún Gobierno llamó guerra hasta hace cuatro días.
Los cinco de Mazar Sharif, como el resto, eran gente acuchillada, porque lo da el oficio.
Sabían desde el principio que a la Guardia Civil nunca se la llama para nada bueno.
Y menos en Afganistán.
Si lo que iban a hacer allí fuera fácil, seguro, cómodo o bien pagado, otros habrían ido en vez de ellos.
Aun así, lo hicieron lo mejor que podían. Que era mucho.
Atrincherados en una base con americanos, franceses, holandeses y polacos, vivían con el dedo en el gatillo, como en los antiguos fuertes de territorio indio. Igual que en los relatos de Kipling, pero sin romanticismo imperial ninguno. Sólo frío, calor, insolaciones, sueño, enfermedades, soledad. Peligro.
Los únicos cinco españoles de la base, de la provincia y de todo el norte de Afganistán.
Ellos y sus compañeros habían llegado a la misión tarde y mal, aunque ésa es otra historia.
Que la cuenten quienes deben contarla.
Aun así, con la resignada disciplina casi suicida que caracteriza al guardia civil, se pusieron al tajo.
Como era de esperar, no encontraron la mesa puesta.
Quien estuvo por esos mundos con militares norteamericanos, holandeses y franceses, sabe de qué van las cosas.
Sobre todo con los norteamericanos, que tienen a Dios sentado en el hombro como los piratas llevan el loro.
Para hacerse un hueco entre sus aliados, distantes y despectivos al principio, no hubo otra que la vieja receta de Picolandia: aprender rápido, trabajar más que nadie, no quejarse nunca y ser voluntarios para todo.
Y por supuesto, tragar mierda hasta reventar.
Y así, a base de orgullo y de constancia, poco a poco, los cinco hombres perdidos en Mazar Sharif se hicieron respetar.
Un triste día se enteraron de la muerte de sus dos compañeros en Qualinao.
De la pérdida de dos guardias civiles de aquellos veintidós que llegaron hace medio año, y de su intérprete.
Y pensaron que el mejor homenaje que podían hacerles era que la bandera norteamericana que ondea en la base fuese sustituida, aquel día, por la española a media asta.
Eso no se hace allí nunca, aunque a diario hay norteamericanos muertos, los franceses sufrieron numerosas bajas, y también caen holandeses y polacos.
Así que el jefe de los guardias civiles, el comandante Rafael, fue a pedir permiso al jefe norteamericano.
Accedió éste, aunque extrañado por la petición.
Saliendo del despacho, el guardia civil se encontró con el jefe del contingente francés, quien dijo que a él y a sus hombres les parecía bien lo de la bandera.
En ésas apareció otro norteamericano, el mayor James, que nunca se distinguió por su simpatía ni por su aprecio a los españoles, y con el que más de una vez hubo broncas.
Preguntó James si los muertos de Qualinao eran guardias civiles como ellos, y luego se fue sin más comentarios.
A las ocho de la tarde, cuando fuera de los barracones apenas había vida, los cinco guardias se dirigieron a donde estaba la bandera.
Formaron en silencio, solos en la explanada, cinco españoles en el culo del mundo: Rafael, Óscar, Rafa, Jesús y José. Cuando se disponían a arriar la enseña, apareció el teniente coronel francés con sus cuarenta gendarmes, que sin decir palabra formaron junto a ellos.
Luego llegaron el mayor James, el teniente Williams y veinte marines norteamericanos.
Y también los polacos y los holandeses.
Hasta el pequeño grupo de Dyncorp, la empresa de seguridad privada americana destacada en Mazar Sharif, hizo acto de presencia.
Todos se cuadraron en silencio alrededor de los cinco españoles, que para ese momento apretaban los dientes, firmes y con un nudo en la garganta. Y entonces, sin himnos, cornetas, autoridades ni protocolo, el capitán Rafa y el sargento José arriaron despacio la bandera.
Una historia de guerra nunca es moral, como dije antes.
Si lo parece, no debemos creerla.
Pero a veces resulta cierta. Entonces alienta la virtud y mejora a los hombres.
Por eso la he contado hoy.
El expatriado español y la comida

Una de las conversaciones recurrentes entre los expatriados españoles es su añoranza por la gastronomía hispánica. El tema suele ser protagonista entre gente que se acaba de conocer pues el quorum está asegurado y la crítica a la cocina local, el enemigo común, une mucho (se tenga o no razón).
Pensaba hoy en ello mientras preparo unas patatas a la riojana con unos chorizos traídos desde Monforte de Lemos, en la provincia de Lugo. Los expatriados hacen auténticos malabarismos y obligan a sus parientes a hacerlos para importar una gran variedad de productos que les recuerdan a los sabores caseros.
Sin duda, los embutidos son las grandes estrellas. No que es que Rumanía no haya embutidos, sin embargo, ¡¿cómo van a competir los carnaţi afumaţi y el caşcaval con el chorizo ibérico o con el manchego?! Su facilidad de ocultación entre la ropa del equipaje de cualquier madre o hermano que viene de visita facilita su traspaso ilegal en la frontera rumana. Lógicamente, la inocente ilegalidad llena de orgullo a los delincuentes, sobre todo cuando ven su nevera repleta de jamón ibérico embasado al vacío, chorizo, fuet, manchego, cecina y tantos otros deliciosos manjares.
En nuestra mudanza vinieron cantidades ingentes de garbanzos, lentejas y judías pues como los de la Bañeza no hay otros, señora. También había vino, judías con rabo de toro, ventresca, olivas rellenas, pimientos del piquillo rellenos de codorniz, arroz con denominación de origen y varias cosas más. Sé de algunos que se hacen traer o se traen ellos mismos galletas María para untar en la leche de buena mañana y yo mismo extorsioné a una conocida que iba de vacaciones a Mallorca para que me trajese una ensaimada (cosa que hizo y que yo le agradeceré eternamente). Una mañana, en la oficina, me puse a preparar compulsivamente bocadillos de atún con olivas rellenas, achoas y pan crujiente para todos. ¡Así se desayuna en España!
A pesar de todo, una vez devorados los manjares, queda un regusto amargo, pues aún cocinados con el máximo cariño, los sabores se parecen pero no es lo mismo, oiga. Y es que como en casa, en ninguna parte.
Recuerdo que mi abuelo explicaba que, durante la Guerra Civil, su padre fue a visitarlo al frente y le llevó comida. En este sentido, para los parientes expatriarse es como vivir en el frente.
Tauromaquia

La tauromaquia es un arte documentado en Europa desde la Edad de Bronce. Existen bellos frescos en los propileos del Palacio de Cnossos, fechados hacia el 1.500 a.C., donde ya se muestran escenas de taurokathapsia. Roma también empleó los toros – más bien los uros – en espectáculos donde lo más granado de la sociedad patricia demostraba sus dotes cinegéticas frente a un público entregado. Ya en España, una crónica de 1128 confirma que en las celebraciones de la boda de Alfonso VII con Doña Berenguela la Chica, hija del Conde de Barcelona Ramón Berenguer III, “hubo también fiestas de toros”.
La evolución del pensamiento europeo desde la Edad de Bronce hasta hoy ha permitido la introducción del tan incorrecto como bienintencionado concepto de los derechos de los animales. Por mucho que les pese a los abolicionistas, los animales no tienen derechos porque no tienen obligaciones, ahora bien, el hombre sí tiene el deber de respetar a los animales.
La obligación de respetar a los animales es compatible con el arte del toreo mediante la introducción de cambios legislativos que permitan un mejor trato al toro de lidia, evitando así la prohibición de un arte secular y, por tanto, el consiguiente empobrecimiento de la cultura europea. Un ejemplo de ello lo tenemos en Portugal, donde matar al toro es una práctica prohibida desde 1928 (excepto en la localidad de Barrancos, situada en el Alentejo).
La prohibición de la lidia que votó ayer el Parlament de Catalunya constituye un paso más en el proceso de ingeniería social iniciado allí hace unos años, mediante el cual las autoridades conforman a golpe de decreto una realidad ideal mientras cierran los ojos ante un pasado incómodo y tozudo: a principios del siglo XX, debido al elevado número de aficionados, Barcelona tenía tres plazas de toros (El Torín, Las Arenas y La Monumental), siendo la única ciudad del mundo con tres recintos para practicar el toreo.
Descubriendo a Hummel
El blog de un buen amigo me ha hecho recordar que un día le hablé de mi afición por escarbar en las enciclopedias de la música para encontrar a todos aquéllos que, como el Salieri de Amadeus, quedaron sepultados bajo la grandiosidad de Mozart, Beethoven y otros magníficos y más mediáticos compositores.
Fueron muchos los sacrificados por la gloria de sus contemporáneos y el nivel de sus obras sólo ha empezado a resurgir cuando intérpretes como Howard Shelley lo han reivindicado en sus conciertos.
Recomiendo a los lectores que, antes de acercarse a la tienda de CDs más cercana (y lo harán, a buen seguro que lo harán), escriban en el buscador de Youtube los nombres de Johann Nepomuk Hummel, alumno de Mozart y amigo de Beethoven, Giovanni Paissiello, el preferido por Catalina la Grande Rusia y por Napoleón Bonaparte, Friedrich Kalkbrenner, temido por Liszt y Chopin, Clara Schumann, la amantísima esposa del egregio Robert Schumann, Ignaz Moscheles, el profesor de música de Mendelssohn, o John Field, el irlandés que recorrió Europa con su piano a cuestas.
Escuchen, por favor, lo que Youtube les ofrece y después, con los bolsillos llenos, tomen al asalto la sección de música clásica de la tienda de CDs que más les plazca.
Escalofriante aniversario

Es cierto que ahora hace un año que pasó a mejor vida Michael Jackson.
También es verdad que el apasionamiento de sus fans puede llegar a niveles insospechados.
A pesar de todo, me cuesta entender que un engendro semejante levante pasiones tales como para comprarle un cuadro a esta buena señora para decorar el salón de su casa.
Aunque, pensando un poco, conozco a alguien que quizás...
El delito de aprender

En Afganistán todavía hay escuelas sólo para niñas. No se trata de una elección libre y más o menos aceptable de la familia, se trata de separarlas forzosamente de los niños. Desgraciadamente, el concepto de la mujer como ser impuro y decadente no sólo lo defienden los barbudos fanáticos del Kalashnikov, sino también una sociedad a la que la Democracia le viene todavía demasiado grande y que debe empezar por conceptos más básicos.
Sea como fuere, los afganos más despiertos consideran que sus hijas deben recibir educación y, por tanto, en un gesto aparentemente normal pero realmente valiente las envían cada día a la escuela para que aprendan matemáticas, lengua, algo de su atormentada historia y a convivir con otras niñas. Posiblemente los recursos sean escasos, la formación que reciban insuficiente y seguro que la comunidad internacional debería prestarles más atención y dinero, sin embargo, hay que valorar el esfuerzo de todos.
Pero también hay otros afganos menos despiertos, cualquiera diría que los campos de amapolas que abundan en el país les han nublado el cerebro pero no es así, simplemente son malos, una pandilla de hijos de puta (con perdón).
En la última semana, tres escuelas de niñas han sido atacadas con gas tóxico. No pretendían asustarlas para que dejasen su formación - eso habría sido poco -, pretendían matarlas junto a sus maestras por cometer el delito de aprender y enseñar respectivamente. Los descerebrados talibanes temen a la escuela, actitud normal, al fin y al cabo, pues quizás algún día una de esas mujeres se niegue a aceptar sus repugnantes imposiciones y ese será el verdadero principio del fin de su hegemonía.
Mientras tanto, para aquéllos que se preguntan qué hacemos en Afganistán: ¡Pues eso, entre otras cosas, acabar con tanto cabrón suelto!
Maternologia

En 1880, el doctor I.C. Drăgescu publicó un tratado titulado Maternologia que pretendía ser un compendio de normas de salud y educación y que establecía la idea que se tenía a mediados del siglo XIX de la institución familiar en Rumania, concepto compartido por prohombres como C. A. Rosetti o Nicolae Bălcescu:
Femeia este ângerul păzitor al familiei, educătórea societăţii. Fiă-care naţiune atribue femeii mărirea séu decădinţa sa. Dacă bărbatul forméză legile, femeia forméză moravurile, dacă bărbatul guvernéză societatea, femeia o nobiléză.
“La mujer es el ángel guardián de la familia, la educadora de la sociedad. Cada nación concede a sus mujeres la grandeza o la decadencia en la que viven. Si el hombre forma las leyes, la mujer forma las costumbres, si el hombre gobierna una sociedad, la mujer la ennoblece”
No sé qué diría nuestra ínclita Ministra de Igual da sobre la afirmación del Dr. Drăgescu, estoy seguro de que le encontraría todas las pegas y de que tacharía al profesor de protofascista, sin embargo, personalmente comparto este punto de vista.
Nacer en Rumania

Debo empezar este post admitiendo que el sistema sanitario rumano tiene muchas y buenas excepciones y que hay médicos que se comportan según el código deontológico más estricto, sin embargo, para desgracia de las madres rumanas, el proceso de dar a luz hoy en Rumania es un auténtico despropósito.
Lógicamente, tras la buena nueva de un embarazo y los regocijos correspondientes, lo primero que hace la futura madre es contactar con un médico de familia. Puede ir recomendada – la mejor y la más barata de las opciones – o a pelo, en cuyo caso deberá inaugurar la relación con su doctor con el conveniente regalo, en metálico o en forma de materia prima; de no cumplir con esta tradición, lo más probable es que el médico la trate con cara de perro durante toda la gestación, la haga esperar hasta tratar al último paciente del día de visita, le dedique apenas unos minutos, etc. También puede ocurrir que el médico, a pesar de estar encuadrado en la Seguridad Social Rumana, la transfiera a su consulta particular con peregrinas excusas, de forma que la sufrida madre deberá abonar todas las visitas (25 €), ecografías (100 €) y pruebas varias (que pueden alcanzar precios superiores a los 150 €).
Llegado el día del nacimiento, la parturienta no sólo deberá haber pensado en su ajuar y en la canastilla, sino también deberá ir bien pertrechada de gasas, vendas, hilo esterilizado, guantes, jabón, pinzas hemostáticas, tijeras, jeringas, agujas esterilizadas, medicinas varias y, sobre todo, anestesia pues de no llevarla nadie le surtirá de ella (de hecho, sé de un caso en el que aunque una madre se ofreció a darle parte de su anestesia a otra que estaba sufriendo en la sala de preparto, la enfermera no lo aceptó y dejó a la pobre desdichada allí gritando como alma que lleva el diablo). Al margen de todo esto, el coste del parto en un hospital público rumano es de unos 600 € si todo va bien – cantidad que se da de tapadillo al médico – y de unos 700 € si hay que hacer una cesárea de urgencia. Una vez el bebé está junto a la madre, alguien deberá proveerlos de comida pues las raciones suelen ser escasas o simplemente inexistentes.
Finalmente cabe recordar, como corolario, que con este panorama hospitalario el último ministro de Sanidad acudía diariamente al Ministerio con su flamante Ferrari rojo.
Encuesta sobre actividades (políticas) paranormales

Hace unos días preguntaba a los sufridos lectores de este blog su opinión sobre el ataque parapsicológico sufrido por el candidato socialista, Mircea Geoana, durante las últimas elecciones a la Presidencia de Rumania.
Un 57,1 % de los encuestados no sólo confirman el ataque sino que incluso vieron un ectoplasma rondar la corbata del Sr. Geoana. Un 14,3 % duda del ataque, sin embargo, sospecha que entre la cantidad de fantasmas que pueblan estas tierras (la mayoría motorizados con caros vehículos todoterreno y con la actitud de autosuficiencia que suele dar el despojar el presupuesto del Estado que debería ir destinado a mejorar la vida de sus conciudadanos), quizás alguno pudo echarle el mal de ojo al pobre aspirante. Finalmente, un 28,6 % de los lectores son escépticos y no creen en fantasmas, en el poder de la mente ni en otras monsergas, aunque se felicitan por la excusa e incluso algunos me han comentado en mensajes privados que piensan emplearla cuando sea menester.
Postales navideñas: una tradición en decadencia

Correos ha confirmado que en los últimos cuatro años se ha reducido en un 80 % el envío de tarjetas navideñas destinadas a familiares y amigos. Curiosamente, sólo las empresas mantienen la costumbre de felicitar así a sus clientes y proveedores.
Las postales han cedido terreno a los cutres e impersonales mensajes de teléfono móvil. Sinceramente, pocas cosas me dan más rabia que un mensaje en el móvil con una felicitación preescrita por alguien tan poco gracioso como original, con chascarrillos absurdos sobre los Reyes Magos o Papá Noel.
Por mi parte, un año más he contribuido a mantener esta bonita práctica y voy a seguir haciéndolo pues creo que la alegría de recibir una postal de Navidad personalizada y manuscrita bien vale el esfuerzo de pensar una buena dedicatoria y de escribirla.
Muchas gracias a los que también habéis hecho el esfuerzo, cada vez más inusual, de acercaros a un papel, tomar un bolígrafo y pensar unas líneas dedicadas.
Particularidad nacional

“La particularidad nacional existe, sin duda ninguna. En el arte, consiste en la agrupación de todos los lugares comunes. El grado de particularidad indica a la vez el grado de mediocridad. Por eso, crear significa siempre rebasar esa particularidad. Un artista es él mismo o no es nada. Pero ser él mismo significa vivir sus verdades, sufrir con sus experiencias, inventar su estilo. Todo ello sólo se realiza renunciando a la facilidad, y la más funesta de las facilidades la constituyen los llamados valores específicos que se forman por sedimentación de la mediocridad colectiva y que uno se los encuentra ya hechos, sin esfuerzo alguno por su parte. En definitiva, la particularidad nacional es lo que queda de una cultura después de haber suprimido el esfuerzo personal de pensar, las vivencias individuales y los logros de la soledad creadora. Eso es.”
Mihail Sebastian
Desde hace dos mil años
Ensimismamiento

Decía Sócrates en el siglo V a.C.: “Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros.”
A parte del desconcertante detalle del cruce de piernas, el asunto sigue trayendo cola hoy en día. Pero aunque el problema es viejo, algo ha cambiado desde que Sócrates formuló esta afirmación (alguien la copiaría más tarde, quizás Platón, pues Sócrates no dejó nada escrito), ya que nunca como hoy en la historia de la Humanidad el acceso a la información había sido más fácil y generalizado (o globalizado, como gusta ahora decir).
Entrar en la Biblioteca de Alejandría, aquella que ardió probablemente en el siglo III, debía resultar apabullante para sus contemporáneos. En aquél momento, sólo algunos tenían acceso a la cultura y el desafío del saber era motivo suficiente para superar sus angustias y sumergirse en la lectura y la investigación. Hoy tenemos una inmensa Biblioteca de Alejandría de alcance universal, lo que nos convierte en seres con un potencial infinito y una responsabilidad absoluta sobre su explotación, es decir, somos los únicos responsables de nuestra ignorancia. En Occidente no hay excusas económicas o sociales para ser un imbécil. Lo eres porque deseas serlo. Dice Fernando Savater que la sociedad es frecuentemente sublime pero que la masa es siempre abyecta. Hay que dejar a un lado el paternalismo y admitir que la masa es abyecta porque se recrea en su estulticia y renuncia al esfuerzo de aprender.
Al contrario de lo que a primera vista podría parecer, Internet nos obliga a ser más exigentes con nosotros mismos pues toda la información que ofrece requiere el filtro de la Razón o la aplicación de un criterio claro para separar el trigo de la paja (lo mismo podría decirse de la televisión, la radio o los periódicos, aunque he preferido referirme a Internet por ser la herramienta de información preferida por la gente más joven). Desgraciadamente, la imbecilidad generalizada ha renunciado al indispensable filtro, lo que la convierte en cómoda víctima de teorías de la conspiración y absurdas creencias.
La ignorancia y el ensimismamiento (gracias, Guille, por introducir este concepto para definir este gran mal que nos aqueja) son hoy más delictivos que antes pues constituyen una postura deliberada de individuo.
De cretinos

La clase política de este país es absolutamente rocambolesca y destacar es tarea complicada, sin embargo, el alcalde de Constanza, el Sr. Radu Mazăre, sin duda se ha proclamado el más imbécil de los políticos rumanos.
Para los que lo desconozcáis, Constanza es una ciudad costera con uno de los puertos más importantes del Mar Negro en la que viven 300.000 habitantes, es decir, que no es ningún pueblucho perdido de la mano de Dios. Radu Mazăre es su alcalde, miembro del Partido Socialdemócrata o Partido Socialista y la mantiene en un lamentable estado de postración y abandono imperdonable.
Entre las actividades veraniegas que se organizan en la costa, hace unos días se celebró una pasarela de moda en Mamaia, la zona de playa de la ciudad. Allí que se fue el Sr. Mazăre y no se le ocurrió nada mejor que desfilar vestido de soldado de la Wehrmacht (con cruz gamada incluida, por pequeñita que fuese, según sus propias palabras). Para justificarse defendió la elegancia del uniforme nazi y expresó su admiración por la organización rigurosa y la disciplina del ejército alemán de entonces.
Hace falta ser cretino para actuar así y además tratar de justificarse con semejantes argumentos, sin embargo, en un país donde un descerebrado de este calibre puede hacer semejante exhibición o donde un ministro de Sanidad va a trabajar en su Ferrari, ambos sin consecuencias, todo será posible mientras el pueblo rumano no les pida explicaciones, cosa poco probable mientras su mayor preocupación sea pasar la tarde en el Mall.
Resultados electorales

Dejaré de lado que la participación en Rumania no ha llegado al 28 %. Obviaré que los socialistas (PSD) y los demócrata-cristianos (PD-L) han quedado empatados o que los liberales (PNL) no han cosechado entre los desaciertos del gobierno de coalición. Pero lo que no puedo dejar de comentar es el espectáculo de Elena Basescu, la niñita de papá.
Sin ningún tipo de programa y por su cara bonita, ha obtenido un 3,5 % de los votos, por lo tanto, ya tiene su asiento en Bruselas. La jugada le ha salido de muerte. Como no podía ir primera en las listas del PD-L, la elementa se inventa un partido y la pandi de turno va y le da un escaño en Bruselas. ¿Qué tipo de Democracia es esta en la que una niñata medio analfabeta, sólo por que le han salido bien las cirugías estéticas, ha obtenido un escaño en el Parlamento Europeo?
Para más INRI, obtenido el jugoso puesto, ha ido directa a la sede central del partido de papi a recoger su nuevo carné del PD-L, con el Sr. Presidente de la nación babeando a sus espaldas y el Primer Ministro, Emil Boc, recibiéndola en las escaleras de entrada al edificio. Vuelves a una casa de la que nunca has salido, le ha dicho el gacho ¡Qué vergüenza de país!
Para empeorar las cosas, el fascistoide Vadim Tudor y el payaso Gigi Becali también tienen sus puestos asegurados en Bruselas. Todo un despropósito.
Elecciones europeas

Se acercan las elecciones europeas y Bucarest se ha llenado de carteles electorales más o menos afortunados.
Evidentemente, se presentan los partidos de siempre: liberales (PNL), demócrata-cristianos (PD-L), socialistas (PSD), etc., sin embargo, como ocurre en otros países de Europa, parece que es el momento de presentar también a los frikies de la política.
Entre los partidos tradicionales, cabe destacar el eslogan empleado por los liberales de Crin Antonescu (por no hablar de la foto de campaña, un grupo de gente situada en diferentes planos, pegados todos con PhotoShop, ¿tanto trabajan que no pueden ni juntarse para la foto?): Bani pentru români. Bani europeni (Dinero para los rumanos. Dinero europeo). No haré más comentarios, el texto lo dice todo, sin embargo, me parece curioso que en Cluj, por ejemplo, el PD-L utilice un eslogan similar (Bani pentru Cluj. Bani europeni). Vamos, que todos tienen puesto el ojo en las arcas de Bruselas.
Sin dejar el PD-L, mención aparte merece el Sr. Theodor Stolojan. Tras las elecciones generales de noviembre de 2008, este buen señor fue designado primer ministro por el presidente Traian Basescu pero sólo duró en su cargo cinco días pues dimitió para sorpresa de todos. Ya había hecho algo parecido en 2004 a causa de ciertos problemas salud (nerviosos, según las malas lenguas), aunque parece que los aires de Bruselas y, sobre todo, las jugosas dietas, lo han animado a volver al ruedo político. En el cartel electoral sale en mangas de camisa, con un puñado de tierra en las manos y un campo de fondo preparado para ser sembrado, todo muy bucólico y pastoril.
Vamos ahora a por los frikies. En segunda posición, Elena Basescu, la hija del presidente Traian Basescu y candidata por el EBA. Licenciada en Económicas y con un Máster en Políticas (bien, eso dice ella), es una habitual de la noche bucarestina y ha hecho sus pinitos en las pasarelas. Es lícito reconocer que está como el queso (por eso ilustra este post), pero también cabe decir que no tiene programa alguno y sólo hay que consultar su web de campaña para comprobarlo (www.ebasescu.com). Se pasea por Bucarest rodeada de otras modelos, repartiendo folletos del EBA y haciéndose fotos con los más salidos del lugar.
En primera posición, sin duda, el PRM (Partidul România Mare) o Partido de la Gran Rumania, un partido de tendencias ultranacionalistas (si, chico, ni aquí nos libramos de eso…) encabezado ahora por Gigi Becali, el Jesús Gil rumano, y por Corneliu Vadim Tudor, un populista xenófobo y ultraderechista, aunque antiguo incondicional de Ceauşescu. Su lema: Una pareja de cristianos y patriotas que expulsarán a los ladrones de Rumania. Ni más ni menos.
Por nuestra parte, el pasado domingo María y yo nos acercamos a la Embajada de España para votar. Por suerte, no teníamos que elegir entre ninguno de éstos. Y quien no se consuela es porque no quiere.
Fanta Shokata

¡Soy adicto a la Fanta Shokata!
Lo reconozco. La probé hace algunos años, en uno de nuestros viajes de verano a Rumania y me gustó tanto que incluso me llevé tres botellas de dos litros a España, para ir bebiéndolas en ocasiones señaladas.
La Fanta Shokata es una de las 70 variedades mundiales de Fanta. En Rumania, pero también en otros países balcánicos, se vende esta modalidad de refresco, basado en una bebida tradicional llamada socată, hecha por fermentación de flores de saúco en limonada.
La socată casera se prepara mezclando en un gran recipiente unos 170g de flores secas de saúco, el jugo de 3 limones y su piel, 2,5 kilos de azúcar y 10 litros de agua. La mezcla debe fermentar durante 4 ó 5 días a temperatura ambiente, normalmente en un lugar fresco y seco como un sótano.
El misterio de los grifos rumanos

Cuando uno se enfrenta a un grifo, independientemente del lugar del Planeta en el que se encuentre, escoge girar el órgano de maniobra (que así se llama), de acuerdo con sus deseos, hacia dónde se sitúe la marca indicativa de la temperatura del agua: azul para la fría y roja para la caliente, sin embargo, en Rumania el resultado final suele ser el inverso al anhelado.
Con el despiste propio del sueño matutino y confiado, uno entra en la ducha de un hotel y gira el órgano de maniobra hacia la señal que indica el agua caliente, congelándose instantáneamente y saltando fuera del plato de la ducha cual si de una gacela Thompson acosada por hienas hambrientas en pleno Serengeti se tratase.
Poco antes de iniciar una comida de negocios, uno se disculpa y se levanta educadamente de la mesa para lavarse las manos antes de comer. Incauto y con cierta prisa, gira el órgano de maniobra hacia la señal que indica el agua fría, abrasándose instantáneamente las palmas como si hubiese tocado las brasas de cualquier hoguera de San Juan.
A quienes viajéis a Rumania permitidme una recomendación: girad siempre el órgano de maniobra en el sentido contrario al que indican las señales azul y roja del grifo, acertaréis más que si lo hacéis de acuerdo con el sentido común.
Gas

Muchos me han preguntado por las consecuencias que en Rumania tiene la crisis del gas entre Rusia y Ucrania. Rumania es un país productor de gas, de hecho, produce más del 60 % del gas que consume, sin embargo, casi el 40 % restante lo importa exclusivamente de la Federación Rusa vía Ucrania, lo que la hace relativamente vulnerable a los caprichos del Kremlin (como, por ejemplo, forzarla a pagar el metro cúbico de gas un 20 % más caro que la media europea). Como se espera que el volumen de gas importado se triplique en los próximos años, Rumania está haciendo un esfuerzo para la diversificación de sus fuentes energéticas, reflejo de lo cual es su participación desde 2007 en el proyecto Nabucco.
El proyecto Nabucco prevé la construcción de gasoductos desde la zona del mar Caspio hasta Europa occidental, como alternativa al gas importado por el gasoducto Druzhba, controlado por Rusia. Nabucco, al que los rusos se oponen con soterrada violencia (véase sus acciones en Georgia o Ucrania, vecinas díscolas según Moscú), transportará el gas desde Azerbaiyán, y quizás también desde Irán y Turkmenistán, hasta Europa a través de Georgia, Turquía, Bulgaria, Rumania, Hungría y Austria.
Tras un intercambio de acusaciones entre las autoridades rusas y ucranianas, el pasado 7 de enero Rumania dejó de recibir gas ruso, sin embargo, la población no se está viendo afectada por el embargo. Sólo la gran industria, consumidora del 32 % del gas natural, ha visto recortado el suministro de esta materia prima y, por tanto, ha visto afectada su producción.
Aunque hace unos días se decretó el Estado de Urgencia, el gobierno confirma que Rumania tiene reservas para dos o tres meses, lo que prácticamente nos sitúa fuera del invierno.
Combinat

Rumania está trufada de los deprimentes restos del mito soviético de la producción industrial a gran escala, los llamados combinat, hoy ruinas de sobredimensionadas unidades industriales que se caen a pedazos en medio de la nada, o junto a vías muertas de ferrocarril, o frente a decadentes villas nacidas al albor de una promesa industrial, ahora liquidada.
Es paradójico que estos testigos de la arqueología industrial, ahora totalmente destruidos, hayan sido producto del mismo ánimo rapaz del pueblo que hace años destruyó los castillos medievales, símbolo entonces de la grandeza aristocrática. Tras la Revolución de 1989, estas inmensas, ineficientes y contaminantes fábricas fueron abandonadas, simplemente se cerraron y su personal fue despedido. Con la caída del bloque soviético ya no había a quien vender. Los obreros se fueron y las puertas se cerraron.
Día a día veían como aquellos armatostes se deterioraban tanto como su propia situación económica, así que un día, alguno más desesperado que otro, saltó la valla y se llevó el material de alguna oficina, quizás los muebles. Posiblemente volvió acompañado al día siguiente y se llevó el marco de alguna ventana pues en su casa hacía frío. Poco a poco se abrió la veda y el lugar que antaño los vio trabajar, acogió entonces a los antiguos obreros para ofrecerles su propia piel.
El resultado es un lugar fantasmagórico, vacío, indefenso, desprovisto de toda humanidad (si es que alguna vez la tuvo), lleno de basura y recuerdos de una época en la que, al menos, todos tenían un lugar donde ir a trabajar.
Cioran

Nunca os he hablado de Emil Cioran, uno de los filósofos más lúgubre de la historia del Nihilismo. Cioran era rumano, estaba fuertemente influido por Nietzsche y Schopenhauer y, aunque a veces cueste, vale mucho la pena leerlo.
Como introducción de un libro sobre la transición a la democracia en Rumania, leí hace unos días la siguiente frase de Cioran, escrita en 1936:
“Mi país, se me aparecía como un resumen de la nada, o una materialización de lo inconcebible, como una especie de España sin Siglo de Oro, sin conquistas ni locuras, y sin un Don Quijote de nuestras amarguras. Formar parte de él, ¡qué lección de humillación y de sarcasmo!”
Recomiendo su libro de aforismos, Breviario de podredumbre, una obra dura, desgarradora, no apta para todos los públicos ni para todas las ocasiones, en palabras de Savater, un libro que refleja “… lo que todo hombre piensa en un momento de su vida, al menos en uno, cuando reflexiona sobre las Grandes Voces que sustentan y posibilitan su existencia.”
Rusia es culpable

Leo que Georgia se defiende de un ataque ruso mientras intenta asegurar su integridad territorial amenazada por una situación envenenada que le dejó, precisamente, su más ilustre ciudadano, el camarada Josef Stalin. Georgia sale derrotada y Rusia no tarda en reconocer dos nuevos estados: Abjasia y Osetia del Sur. Los periódicos en España han olvidado ya el tema, no hay aldeas ardiendo ni muertos en las cunetas pero en el Caucaso sigue muriendo gente y Rusia, la Rusia imperial, ha triunfado.
Leo en un País atrasado (aquí sólo llega prensa española atrasada) que el último premio Kandinsky, el principal premio de arte moderno de Rusia, lo ha ganado el pintor ultranacionalista y miembro del reaccionario partido Euroasia, Alexey Belyáev-Gintovt. Recibiendo el premio a su obra inspirada en el arte soviético, el artista gritó: “Rusia es eterna”. Pienso en las llamas de Georgia y que ahora le toca a Ucrania, pues Rusia no renunciará a Crimea y ahora se siente fuerte. Pronto oiremos hablar de Sevastopol, muy pronto. Antes de cerrar El País, veo una foto en la que cientos de personas miran curiosos desde El Malecón de la Habana al destructor antisubmarino Almirante Chabanenko. La Armada rusa regresa a Cuba 20 años después de la desaparición de la Unión Soviética.
Ahora disfruto de Dilema Veche, uno de los periódicos de referencia entre la intelectualidad rumana. Habla de la República de Moldavia y dice que en la última encuesta del gobierno moldavo, el político con mayor credibilidad para los ciudadanos de la antigua Besarabia rumana es Putin (con un 77 %), seguido de Dimitrii Medvedev (con un 61,1%). El presidente de Moldavia, Vladimir Voronin, sólo tiene credibilidad para un 46,8 % de los encuestados. Me asombran estos resultados, sobre todo considerando que en la Transniestria separatista, algunos de los antiguos soldados del XIV Ejército Ruso, hasta hace muy poco amenazaban e incluso asesinaban a sus conciudadanos de origen rumano simplemente por defender que se enseñe esta lengua en las escuelas de Tiraspol.
El diario Izvestia publicó el pasado 21 de noviembre que el ex primer ministro checo, Milos Zeman, propuso durante una conferencia en Viena que, si la Unión Europea no podía constituirse como un contrapoder a Estados Unidos, más le valía integrase en la Federación Rusa. Rusia todavía tiene serios apoyos en el corazón de Europa.
Paseando por Bucarest veo la bandera de la OTAN ondear hasta en la sede de la Liga Rumana de Fútbol y entiendo que todavía hay miedo a Rusia, mucho miedo.
Y ahora echo un vistazo a la prensa española, ésa que está al día en Internet, y me revuelve el estómago ver cómo el gobierno habla de mantenerse al margen en la operación que Lukoil quiere hacer con Repsol afirmando que se trata de un trato entre dos empresas privadas. Putin y su camarilla se frota las manos ante un gobierno tan cándido. Rusia es una autocracia y como tal, será una de las protagonistas del futuro conflicto que asolará el siglo XXI, el que tendrá lugar entre la Democracia y autocracia. Por el momento, la democracia pierde.
Triste anécdota es que el nuevo coordinador de Izquierda Unida sea un dirigente del Partido Comunista Español, alguien que debería esconderse bajo la losa de la Historia. Y es que no aprendemos…
Los últimos segundos de un régimen
Pocas veces en la Historia es posible determinar con tanta precisión los últimos momentos, el segundo de última agonía de un régimen, como en el vídeo del postrero discurso de Ceaceşcu en Bucarest.
Tras asesinar a varios estudiantes en Timişoara durante una protesta por la detención de un obispo crítico con el régimen, Ceauceşcu montó una manifestación de apoyo a la dictadura en la capital y precisamente cuando empezó a agradecer a los organizadores su entusiasta y espontánea demostración, se alzó un grito de lo más profundo de las gargantas del pueblo rumano, un grito que, por su gesto, aterrorizó al dictador y le convenció de que había llegado su final.
Pocos días después, el día de Navidad de 1989, no sin antes repetir la carnicería de Timişoara, Ceauceşcu y su esposa Elena murieron fusilados en Târgovişte.
Obama

A propósito de Obama, leo de Thomas Friedman en The New York Times que “la parte de su oratoria política que más aplausos ha provocado era la que decía que todo y toda estadounidense tendrá la oportunidad de asistir a la universidad siempre que realice un período de servicio nacional: en el Ejército, en el Cuerpo de paz o en la comunidad”.
Mientras estudiaba la carrera de Historia y a raíz del estudio de la agogé espartana, se me ocurrió iniciar un debate con mis compañeros, que yo esperaba elevado intelectualmente, sobre la conveniencia de que las democracias occidentales recuperasen el valor de los derechos ciudadanos a través de la asunción de ciertos deberes (léase prestación de servicios a la comunidad, especialmente a ancianos e inmigrantes, servicio militar, etc.). No tardó en salir la palabra “fascista”, la eterna y facilota desautorización del oponente y el debate llegó a un callejón sin salida.
Me pregunto qué dirán hoy mis interlocutores sobre la victoria Barak Obama, aunque creo que no me equivoco al pensar que estarán dando palmas con las orejas de pura alegría.
Por mi parte, entenderéis que me alegre de cómo concibe la relación entre derechos y deberes en la sociedad americana que desea (re)construir el nuevo presidente de Estados Unidos. Los aplausos de los americanos son un reflejo de su necesidad de volver a formar parte de una causa mayor que ellos mismos. Ellos sabrán estar a la altura, ¿y Europa?
El simple acto de pedir hora en el médico (en Rumania)

Hoy he tenido de nuevo una de esas conversaciones marcianas que existen sólo en éste, nuestro particular Paraíso Floston:
- Buenas tardes, tengo hora reservada con el doctor Ioan Fodor para el próximo día 24 a las 12.15 y desearía cambiarla de día.
- Inmediat! – eterna respuesta rumana que siempre debe hacerte temer lo peor - ¿para cuando desea la visita?
- Para más adelante
- Inmediat!
Silencio al otro lado de la línea, se oye a alguien teclear, exprimirse la mollera…
- Tengo hora para el día 24
- Mmmmm, le he dicho que el 24 no puedo.
- Sólo tengo hora para el día 24
- Ya, ¿no puede ser el 25?
- No
- ¿Para cuándo tiene hora?
- No puedo decírselo
- Pero, ¿qué ocurre, el doctor ya no visitará más?
- Sí visitará, pero no puedo decirle cuándo.
- ¿Y en diciembre?
- Sí, en diciembre sí
- Pero, ¿qué día?
- Sólo podré decírselo a partir del 21 de noviembre. Vuelva a llamar entonces.
- Bien, gracias. Adiós
Es decir, que en Rumania no entienden lo que es economizar el lenguaje. Este es un buen ejemplo de cómo funciona todo aquí, desde pedir cita en el médico hasta escoger un plato en un restaurante o pedirle a tu secretaria que envíe una carta, todo es lento, tedioso, inusualmente difícil…
Miradas transilvanas

Volando hacia Cluj desde la capital, por la ventanilla del avión, es fácil comprobar cómo los Cárpatos separan el territorio de Valaquia, donde se encuentra anclada Bucarest, de la gran llanura húngaro-rumana, en la que se encuentra Cluj (sólo desde 1918, tras la Primera Guerra Mundial, la ciudad se encuentra en territorio rumano).
Las montañas conforman algo más que una frontera física, trazan una frontera cultural e incluso moral entre la herencia ilustrada austrohúngara y la despótica otomana, un nuevo limes entre la Roma occidental y la Oriental, Europa frente a Asia.
Un país sin preguntas

He pasado de nuevo un par de días en Cluj, en viaje de negocios, sin embargo, lejos de comentar sobre el modernismo transilvano (cosa que haré en otro post), me gustaría reflexionar sobre algo que me ocurrió ayer.
Dejando ya el hotel, camino del aeropuerto, me topé en la recepción con un cartel que anunciaba para el día siguiente el “VI Simposium Internacional de Eficiencia Energética”. Un grupo de mujeres preparaba en una gran mesa la documentación, las credenciales, etc, así que decidí acercarme e inocentemente preguntar si alguien podía informarme sobre el evento. Por respuesta sólo obtuve un conjunto de miradas de desconfianza y casi pánico.
Nadie decía nada y ante mi insistencia, tímidamente, una me preguntó que para qué quería esa información. “Para participar”, respondí. “¿Está usted invitado?”, logró balbucir amedrentada la azafata. “No, sólo quiero saber el contenido del programa” Y su respuesta fue: “No puedo dárselo”. Solicité de nuevo cualquier información, algo que me permitiese valorar si valía la pena participar en el evento, pero sólo conseguí respuestas esquivas. Finalmente, desistí y me marché.
Casualmente, ya en el avión, leyendo su libro sobre la Unión Soviética, Ryszard Kapuscinski afirma que en aquél entonces “la mera entonación de una frase que expresaba el deseo de enterarse de algo anunciaba peligro, podía presagiar malos augurios”. Al final del mismo párrafo sentencia: “La civilización que no hace preguntas, que coloca fuera de su marco el mundo de la inquietud, del criticismo y de la búsqueda, es una civilización paralizada, estancada, inerte”.
A Rumania todavía le queda mucha caspa comunista que quitarse de la solapa.
Vivir como un español

Mientras esperas a la salida de tu avión en el aeropuerto de Henri Coanda, unas televisiones te ofrecen imágenes de los más sugerentes sobre viajes y promociones inmobiliarias. Una de ellas, Gran Residencia 2, se construirá próximamente en Otopeni y su principal reclamo dice: Viva como un español.
Cuando lo vi por primera vez, simplemente me hizo gracia pensar que España es un referente de vida para los rumanos, sin embargo, las declaraciones del primer ministro de Rumania, Calin Popescu Tariceanu, en las que afirmaba que Rumania aspira a convertirse en la España de los Balcanes me han llenado de orgullo patrio. ¡España es un ejemplo para Rumania y no sólo en lo que a promociones inmobiliarias se refiere!