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Bucarestinos

De viaje por Rumanía

Las puertas decoradas de Maramureș: simbología (y II)

Las puertas decoradas de Maramureș: simbología (y II)

Explicábamos, hace ya unos de meses, que las puertas decoradas de Maramureș son una de las manifestaciones artísticas populares más originales de Rumanía. Portal de tránsito entre el un exterior caótico y el espacio sacro de la familia, estas puertas monumentales están cargadas de simbología, reflejada mediante diversos elementos grabados en la madera que, originalmente, tenían su motivación mística y protectora. Desafortunadamente, con el paso de los años y el desencantamiento del mundo que anunció Max Weber, desde principios del siglo XX, esta decoración se ha ido limitando a funciones principalmente estéticas, reduciendo un repertorio originalmente riquísimo. Quedan, sin embargo, en los lugares más inesperados o recónditos, puertas con muchos motivos ancestrales, por lo que puede ser un buen ejercicio, con tiempo y paciencia, perderse por Maramureș en su búsqueda.

El motivo más frecuente es la soga o cuerda trenzada (funia răsucită), representación del constante encuentro entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte. En muchas ocasiones, esta cuerda trenzada forma el denominado árbol de la vida, elemento vivo en el que se producen los fenómenos cíclicos de la naturaleza – símbolo de la vida eterna y la fertilidad, el árbol brota, florece, fructifica, decae y se seca periódicamente – y que vincula los tres planos concebibles por el hombre, ya que sus raíces se hunden en las profundidades de la tierra, crece sobre la superficie y apunta hacia el cielo. El árbol de la vida se extiende por la superficie de la puerta, principalmente desde los pilares, extendiendo sus ramas y formando también círculos con cruces o motivos florales insertados o combinado, en ocasiones, con hojas de parra y manojos de uva como símbolo de la Eucaristía.

Los pájaros, asociados a nociones de trascendencia y a la superación de la vida terrena, también están presentes, como representación de la eternidad del alma humana. Al margen del resto de aves representadas, la imagen del gallo constituye el guardián de la noche, cuyo canto mañanero ahuyenta los espíritus nocturnos y anima la salida del sol, que supone la resurrección. Otro símbolo guardián, como los antiguos lares y penates romanos, es la faz o una figura humana, representaciones del espíritu de los antepasados que protegen el hogar. Por último, en sus concepciones precristianas, las serpientes grabadas en la madera son una vieja alegoría del alma del fundador de la casa, relacionada con la propia tierra y el mundo subterráneo, que protege a la granja del demonio.

Diferentes tipos de rosetas, con las formas más variadas, componen también la decoración de estas puertas, como referencia a la luz solar, el calor y la buena fortuna. Destaca, entre todas ellas, la antiquísima rosácea o roseta hexapétala, inscrita en una circunferencia, que remite al centro del Universo, origen de todas las cosas y, por extensión, al mismo Dios. Completan la decoración distintas series de rayas, líneas hacia arriba y hacia abajo, algunas formando ángulo, otras en forma de diente de sierra, también conocida como diente de lobo, cuyo origen se pierde en los orígenes dacios del pueblo rumano.

Las puertas decoradas de Maramureș: origen, construcción y significado (I)

Las puertas decoradas de Maramureș: origen, construcción y significado (I)

Maramureș es una región del noreste de Transilvania, fronteriza con Ucrania, que - junto a la vecina Bucovina, en Moldavia -, conserva con más entusiasmo las tradiciones de Rumanía, especialmente ligadas a la cultura religiosa ortodoxa, mezclada con los más variopintos tintes paganos, como veremos a continuación.

Sus dos manifestaciones más emblemáticas son, por un lado, sus impresionantes iglesias de madera y, por el otro, las puertas decoradas de sus granjas, muestra del status social de sus propietarios. La tradición de las puertas monumentales se remonta al siglo XV aproximadamente, momento en que la región estaba organizada como un voivodato bajo soberanía húngara, con una mayoría de la población rumana y algunos asentamientos sajones y sículos, dedicados a explotar minas de sal y la industria maderera. Una multitud de pequeños nobles locales (llamados knez), escasamente adinerados, poblaban la zona, hasta el punto de que, en el siglo XV, Maramureș era la zona del Imperio de los Habsburgo con más nobles por metro cuadrado. Entre sus privilegios nobiliarios, destacó su derecho a levantar una gran puerta en su propiedad – derecho que no tenía el resto de los habitantes -, convirtiéndose así en un símbolo externo de su poder.


La clásica puerta (poartă) monumental de Maramureș, siempre de madera, está formada por la puerta misma y varios pilares que sostienen un techo a dos aguas. El modelo más antiguo tenía tres pilares de igual altura, con una puerta pequeña para las personas y una más grande, de dos hojas, para el acceso de los carros. En ocasiones, las puertas tienen también un banquito cubierto donde sentarse a vérselas venir, protegerse de la lluvia o conversar con los vecinos. Sobre esta base, existen puertas de los más variadas, con hasta ocho pilares en dos filas, sin puerta o con dos puertas para los individuos, con una puerta grande de una sola hoja, etc.


Estas puertas suelen construirse con madera de roble, cuya tala debe coincidir con un ciclo de luna llena para ahuyentar las desgracias de la casa. Su transporte se realiza en martes, jueves o sábados, conocidos en rumano como “días dulces”, de modo que la madera se impregne de buena suerte. Bajo el tablón de madera que constituye el umbral, se entierran algunas monedas, incienso y agua bendita para “alejar las plagas”.


Para los campesinos de Maramureș, como en tantas otras culturas ancestrales, cruzar la puerta supone una cierta transfiguración, traspasar desde un mundo complejo y desordenado al universo pacífico y acogedor que constituyen la familia y el hogar. De este modo, estas puertas representan el intervalo que separa el exterior del espacio casi sagrado de la granja. Así como en otras regiones de Rumanía, la separación entre el lugar sagrado que constituye la iglesia y el espacio laico de la casa es nítida, en Maramureș muchas veces se confunde como un reflejo de la religiosidad de sus habitantes. Asimismo, muchas casas se orientan hacia el este, como las iglesias, celebran rituales de protección parecidos y se decoran con motivos similares.

El misterioso bosque de Hoia Baciuc

El misterioso bosque de Hoia Baciuc

Debo confesar que siento cierta debilidad por los temas paranormales. No necesariamente porque crea en lo paranormal, sino porque me gusta pensar que, más allá de nuestras rutinas, existe un mundo nebuloso que, aunque oculto al ojo profano, enriquece la anodina existencia del hombre moderno con seres legendarios, sombrías supersticiones y lugares arcanos todavía por descubrir.

En el bosque de Hoia Baciuc, llaman la atención las caprichosas formas de algunos árboles

En las inmediaciones de Cluj-Napoca, capital de Transilvania, muy cerca de la sección al aire libre del Museo de Etnografía de la ciudad, se encuentra el bosque de Hoia Baciuc, famoso por atesorar gran cantidad historias sobre fenómenos inexplicables, desde bioformas, fantasmas errantes y susurros espectrales a zonas de aterrizaje OVNI. Tales misterios han convertido el lugar en un imán tanto para curiosos como para sesudos estudiosos del más allá, todos en busca de alguna revelación.

Una "bioforma" aparece inesperadamente en la fotografía de este paseante

Los visitantes más entusiastas, quizás sugestionados por la acumulación de enigmas, cuentan que  durante sus paseos sufren mareos, malestar generalizado e incluso arañazos y quemaduras inexplicables, como si el bosque quisiese mantenerlos alejados. Alguno incluso ha perdido la noción del tiempo, creyendo haber estado allí por unas horas cuando, en realidad, ha vagado durante días.

Un imprevisto prado circular en Hoia Baciu cuenta una vieja historia sobre el asesinato en masa de unos campesinos. A pesar de ello, tiendo a pensar en un claro sagrado de los dacios, tan propensos a los espacios místicos naturales

Tantas historias se contaban sobre Hoia Baciuc que, en los años cincuenta, el biólogo Alexandru Sift (1936 – 1993) empezó un estudio científico sobre los fenómenos luminosos, magnéticos y radiológicos que tenían lugar en la zona. A lo largo de los años, Sift tomó centenares de fotografías, que llamaron la atención a otros grupos de investigación, tanto rumanos como extranjeros. De este modo, en agosto de 1968 se atestiguó fotográficamente un objeto no identificado que volaba deslizándose sobre las copas de los árboles. Repentinamente, el objeto empezó a moverse a gran velocidad para subir en línea recta hacia el cielo, donde se le perdió de vista. Sift acumuló una gran cantidad de material de investigación, que fue enigmáticamente robado unos días después de su muerte, para desaparecer definitivamente; solo se salvaron algunas imágenes que lograron ser rescatadas y publicadas en un libro, en 1995, por un amigo de Sift, Adrian Pătruț, profesor de Química de la Universidad Babeș-Bolyai de Cluj-Napoca.

Una de las pocas imágenes rescatadas del archivo de Alexandru Sift (1968)

Sea usted creyente o escéptico, el bosque de Hoia Baciuc es un lugar que invita a un paseo tras visitar la bella ciudad de Cluj y, quién sabe, quizás le ofrezca alguno de sus misterios y consiga atisbar, aunque sea por un momento, el universo escurridizo de lo paranormal.

Hoia Baciu también tiene una cara amable para el paseante

Aquellos chalados en sus locos cacharros

Aquellos chalados en sus locos cacharros

En las cercanías de Bucarest - yo no lo he visto en otro lugar - existe un curioso vehículo de fabricación casera, muy típico de la zona, aunque difícil de fotografiar (como si de un Chupacabras o un Bigfoot se tratase).

Apenas es una plataforma con ruedas - aunque matriculada, eso sí lo tiene -, sin carrocería y con un motor sin protección que parece sobredimensionado para la velocidad que alcanza. Los viajeros se colocan como pueden, normalmente con las piernas colgando al exterior, junto a las piezas de un ingenio que expulsa humo por cada una de sus juntas. Una gran correa de transmisión se sitúa junto al único asiento del vehículo, el del conductor, en ocasiones un sillón casero o, en el mejor de los casos, el asiento reciclado de otro coche. El depósito de gasolina está a la vista, igual que las válvulas, las bujías y el ventilador, normalmente instalado al frente.

110416b_Esos locos en sus cacharros

Estos insólitos coches suelen ir cargados con material de construcción o agrícola – lógicamente, sin amarrar adecuadamente - y transportar a un exceso de pasajeros. Jamás he visto ninguno fuera de una localidad por lo que deduzco que se emplea para realizar trayectos muy cortos, posiblemente desde los hogares al puesto de trabajo de los viajeros.

Traiasca Partidul Comunist Roman

Traiasca Partidul Comunist Roman

En el cinturón de circunvalación de Dej hay una de tantas fábricas construidas en tiempos del comunismo, hoy abandonadas, típica de la arqueología industrial del comunismo rumano que rompe los paisajes del país.

 

 

 

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En la pared exterior, con letras grandes y rojas, todavía puede leerse Traiasca Partidul Comunist Roman (Viva el Partido Comunista Rumano).

 

 

Las iglesias fortificadas sajonas

Las iglesias fortificadas sajonas

Ya hablé en mi post titulado Herta Müller (09/10/09) sobre el origen de la población sajona de Rumania, minoría que hoy sufre un amargo proceso de envejecimiento previo a su desaparición.

 

Durante nuestra escapada del fin de semana pasado dedicamos todo el domingo a recorrer algunas de las más bellas iglesias fortificadas construidas por la población de origen germano en los alrededores de Brasov. Todas ellas tienen en común un templo con una alta torre, rodeado de sólidas murallas circulares con un número variable de bastiones que durante la Edad Media protegieron a los habitantes de las distintas poblaciones de los ataques de sus enemigos y les proporcionaron espacio para almacenar recursos en previsión de largos asedios. Su interior, de un sobrio estilo gótico, suele estar decorado con dibujos florales, símbolos, escudos y frases con grandes letras góticas en alemán en honor a Dios.

 

 

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Harman (Hönigberg o Hermannsdorf) es una población situada en el amplísimo valle del río Olt. Aunque se han encontrado restos de asentamiento neolíticos de la cultura Cucuteni, la primera mención escrita que tenemos del lugar es de 1240, durante el reinado del rey húngaro Bela IV. Su iglesia fortificada fue construida un año después de la gran invasión de los mongoles de 1241 y protegió a sus habitantes, principalmente agricultores, ganaderos y artesanos, de mongoles, turcos, húngaros, plagas de langosta, la Peste Negra e inundaciones.

 

Prejmer (Tartlau) es una población cercana que cuenta con la iglesia fortificada cuyos muros de casi 4 metros de espesor fueron considerados siempre como inexpugnables. Prejmer fue fundada por los Caballeros Teutónicos y colonizada por sajones de Turingia en el siglo XIII. El asentamiento también se menciona por primera vez en las fuentes escritas en 1240.  La construcción de la fortaleza, levantada alrededor de una iglesia de 1250, se inició en 1427 y como en Harman fue concebida como un refugio o albergue para los aldeanos en tiempos de guerra.

 

 

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Aunque visitamos otras, finalmente destacaré la iglesia fortificada de Cristian. Se levantó en estilo gótico en el siglo XIII sobre los restos de una basílica romana. Ya en el siglo XVI, se construyó el muro y los bastiones que la rodean y un par de pasadizos secretos que permitían a los habitantes escapar a los bosques cercanos en caso de sitio. Una de las torres de la fortaleza se llama la Torre del Bacon. Inicialmente sirvió como capilla pero más tarde se empleó como almacén de víveres, sobre todo de tocino, de donde viene su nombre. Los aldeanos llenaban la bodega de la torre con hielo para conservar los alimentos durante el verano y para mantenerla fría solo se les permitía entrar allí en domingo. Actualmente, una anciana sajona cuida de la iglesia y abre la puerta a los visitantes. Durante nuestra visita nos explicó que hoy sólo quedan un centenar de sajones en Cristina que celebran la misa en alemán. A los lados de la puerta principal, tres listas, una para los muertos en la Primera Guerra Mundial, otra para los muertos durante la Segunda y, finalmente, otra para los deportados a la Unión Soviética que nunca regresaron. La abuela nos señaló allí los nombres de sus padres. Después de la guerra, nunca los volvió a ver.

 

 

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Último viaje

Último viaje

Pocas veces morirse es glamuroso, al fin y al cabo, ya dicen que la muerte hace tabla rasa igualándonos a todos, por lo tanto, es durante nuestro entierro cuando podemos dar ese toque más personal al último adiós.

 

 

Viajando la semana pasada por Moldavia tuve la oportunidad de conducir un rato junto a una familia enlutada que iba a despedir a algún pariente. Desconozco si el finado iba dentro del ataúd, no tuve cuajo para bajar a ventanilla de mi coche y preguntarles, aunque la actitud compungida de los viajeros parecía indicar lo peor.

 

Pensando después sobre la imagen, ¿para qué tanto gasto en tu sepelio? Al fin y al cabo, tu coche suele ser un inseparable compañero que también tiene derecho a acompañarte al camposanto, por lo tanto, ¿qué mejor que colocarte en su techo cual si de un viejo y fiel caballo de batalla se tratase? Es menos estiloso, es cierto, pero ¿a quién le importa el estilo en esos momentos?

 

En ruta

En ruta

Volviendo de pasado jueves de un viaje relámpago a Sinaia, en plena carretera nacional, me crucé con este vehículo. Ni que decir tiene que circulaba mucho más rápido que yo, pitándome insistentemente para que me apartara, sin importarle lo más mínimo ir cargado con decenas de sillas.

 

Unos kilómetros más allí, me crucé con tres coches (que no iban juntos, por cierto) construidos con una plataforma de madera con cuatro ruedas, dos sillas parecidas a las de jardín para el piloto y el copiloto, un sillón doméstico trasero para los acompañantes y un motor que echaba humo. No había más carrocería. Un par de ellos iban cargados de frutas, el último parecía ir de paseo, en plan familiar.

 

Es cierto que el parque móvil rumano ha mejorado mucho en los últimos años, sin embargo, aún quedan joyas que contemplar por las carreteras del país.

Tren nocturno a Bucarest

Tren nocturno a Bucarest

Hasta hace poco, viajar en tren por Rumania solía ser un asunto a considerar detenidamente. Hay varios tipos de trenes según la velocidad que alcanzan y las paradas que realizan, con lo que un mismo trayecto puede ser rápido y cómodo o lento y pesado. Cuando se viaja en el tren nocturno, puedes colocarte sentado en un compartimento de seis plazas o dormir en el coche cama, pudiendo compartir tus sueños con 5 ó 3 personas más. Estas ocasiones son fantásticas para compartir charla con los lugareños, que no suelen dudar en ofrecerte vino, agua, algunas galletas o lo que tengan a mano para picar y hacer el viaje más llevadero. En una ocasión, un paisano me preguntó por Sara Montiel (quien pensaba que había pasado a mejor vida), por La Pasionaria y por Carrillo.

 

Si no tienes ganas de cháchara o tienes presupuesto suficiente, en el caso más lujoso puedes disponer de un camarote individual, opción que yo he elegido para volver de un viaje de trabajo de Arad a Bucarest. La distancia entre ambas ciudades es aproximadamente igual a la que hay entre Barcelona y Madrid, el trayecto duró 10 horas y me costó 53,7 €.

 

El camarote, forrado de madera (muy del estilo Orient Express), contaba con una cama de lo más cómoda con lamparita para leer, un par de almohadas y una couette, un armario con colgadores y un tocador con un par de botellas de agua (indispensable cuando la calefacción está demasiado alta, situación frecuente en los trenes rumanos), servilletas y toallitas refrescantes a disposición del viajero.

 

Durmiendo como un lirón, el recorrido se he hizo cortísimo y, teniendo en cuenta que  la puntualidad fue excelente, a partir de ahora debo incluir el tren entre las opciones de transporte a según qué destinos donde llegar con avión es tarea imposible.

Despropósito geográfico

Despropósito geográfico

Chichis (que en rumano se lee “Quiquis”) o KöKös (en húngaro) es un pueblo transilvano. Es probable que sus habitantes desconozcan el significado de los nombres - ¡todos! - del lugar que los acoge o, quizás, simplemente son unos cachondos mentales.

Avram Iancu

Avram Iancu

La lucha continua”, dice el grafitti, junto a la imagen de Avram Iancu, todo un personaje en la historia de Rumania.

 

Avram Iancu nació en 1824 en Vidra de Sus (pueblo que hoy se denomina Avam Iancu, de acuerdo con una costumbre muy rumana de cambiar el nombre de los municipios si en ellos ha nacido algún hijo especialmente ilustre) en el seno de una familia campesina emancipada de la servidumbre. De profesión abogado, tuvo un papel muy destacado en la revolución que sacudió Transilvania entre 1848 y 1849.

 

Formó una guerrilla que se opuso desde los montes Apuseni a los nacionalistas húngaros que pretendían separarse del Imperio Austrohúngaro. La milicia que le acompañaba y la lealtad que juró a los Habsburgo le valieron el apodo "Crăişorul Munţilor" ("El Príncipe de las Montañas").

 

La derrota de los húngaros en Sighişoara en agosto de 1949, frente a tropas austriacas y rusas, – a la que Iancu había contribuido indirectamente –lo animó a viajar a Viena para solicitar una cierta autonomía para los rumanos de Transilvania, sin embargo, el emperador Francisco-José I, temeroso de las ansias nacionales rumanas, se negó a recibirlo. Detenido y maltratado por las autoridades austriacas, sufrió las consecuencias de su arresto y acabó retirándose a los montes Apuseni, donde pasó los últimos años de su vida retirado de la política, vagabundeando y tocando una flauta de pastor. Murió en 1872, siendo sólo una sombra de lo que había sido.

 

Viendo este grafitti en las calles de Cluj y pensando en lo cercanos que se sienten a Viena los transilvanos, me pregunto: ¿qué parte de la lucha continúa?

De negocios

De negocios

El pasado lunes y martes estuve de viaje por el norte de Rumania, en las provincias de Cluj y Maramureş. Las cuestiones laborales fueron a pedir de boca y mi estancia en el Maramureş profundo tan sorprendente como otras veces, sin embargo, quiero ahora hablaros de Baia Mare, la capital de la provincia.

 

Baia Mare, que en rumano quiere decir Mina Grande, fue una ciudad de origen minero, antiguamente muy rica debido a estas explotaciones que, tras la Revolución de 1989, empezó a decaer irremediablemente debido al goteo de cierres que sacudió a la región. A pesar de todo, la que podía haberse convertido en un más de la grises ciudades nuevas rumanas, con sus anchas avenidas rodeadas de tristes edificios y un pequeño casco antiguo semiabandonado, se ha convertido en un interesantísimo ejemplo de cómo un buen alcalde, el liberal Cristian Anghel, puede resucitar una ciudad y ponerla al nivel de sus vecinas europeas sin necesidad de obras faraónicas o inverosímiles proyectos arquitectónicos, gracias a la modernización de las infraestructuras y a una concienzuda reforma de fachadas, tanto en edificios residenciales como en los de interés cultural.