Blogia
Bucarestinos

Bucarest y su mítico laberinto subterráneo (I)

Cualquier bucarestino que se precie ha escuchado decenas de historias alrededor de los túneles secretos que perforan el terreno sobre el que se asienta la ciudad, un misterioso laberinto con múltiples utilidades, pero principalmente diseñado para permitir escapar a las autoridades comunistas en caso necesario. Sin duda, hay mucha leyenda sobre estas galerías, pero existen también algunas certezas.

Es una realidad incontestable que Bucarest tiene un subsuelo muy perforado, como atestiguan restos bien conservados como la gran bodega del han Șerban Vodă (1685-1883), visible gracias a un cristal que lo protege, en la calle Lipscani, frente al Banco Nacional Rumano.


Restos del han Șerban Vodă, en la calle Lipscani

Antiguamente, Bucarest era una ciudad extensa que combinaba viviendas más o menos ostentosas, según su propietario, iglesias y monasterios, mercados y hosterías con bosques y terrenos de cultivo. Los boyardos, nobles propietarios de mansiones y haciendas, poseían enormes cavas donde solían almacenar alimentos y, sobre todo, barriles y botellas con el vino que producían sus vides. Entre los siglos XVI y XVIII, Bucarest no era el lugar seguro que es hoy y tanto la guerra como los asaltos eran una constante amenaza en el horizonte, por lo que muchas de estas bodegas tenían túneles que permitían a sus dueños, en caso saqueo o asedio, alejarse de su vivienda por el subsuelo, cientos de metros, huyendo así de sus atacantes, según afirma el historiador Dan Falcan.

Uno de estos túneles, probablemente el más antiguo de la ciudad, se localiza en la zona de Piata Unirii, bajo la calle Negru Voda. Se trata de una galería excavada a 10 metros de profundidad, con una longitud de 350 metros y una anchura de 1,5 metros, construida con ladrillo, que conecta bajo la tierra la Curtea Veche, la cercana Iglesia Real y Hanul lui Manuc. Siglos después, la monarquía seguía sintiendo el gusto por los discretos desplazamientos subterráneos, pues otro de los túneles permitía a Fernando I y su familia trasladarse desde la sala de las calderas del Palacio Real (actualmente, Museo Nacional de Arte) hasta el Palacio Știrbei (hoy, sede de la UNESCO), junto al parque Cişmigiu. El túnel fue remodelado y electrificado en 1981, pero fue posteriormente clausurado por orden de Ceaușescu al considerarlo “poco práctico”.

Una de las galerías más importantes de la ciudad iniciaba su recorrido en la Torre Colţei (demolida en el año 1888, tras los desperfectos sufridos en un terremoto) y se ramificaba hacia los viñedos del Barón Barbu Bellu, bajo la iglesia de San Juan el Nuevo y el río Dâmbovița, a lo largo de todo el actual Bulevar Ion C. Brătianu. Piața Unirii e incluso más allá.


Imagen de la Torre Colţei, de 1888, que se alzaba frente al actual Hospital Colțea

Hay también galerías subterráneas en el área de Cotroceni y en la zona del Monasterio Antim, donde se localizó un túnel ramificado, conservado en parte, que unía el monasterio con la escuela secundaria Gheorghe Sincai y en el área del Centro Cívico. El norte de Bucarest alberga otras construcciones de este tipo, pues hay túneles que conectan el Monasterio Plumbuita con el Palacio Ghica, bajo el río Colentina Otras galerías unían los monasterios de Sărindar y Dâmbovița – hoy desaparecidos – o la Casa Dudescului y Zăvoaiele Cioplea, ubicadas cerca de Dudești. Más céntrico, bajo el famoso Magazin Victoria, un túnel se ramifica hacia la colina donde hoy se levanta el mastodóntico Parlamento, hacia el Palacio de Teléfonos y hacia la iglesia de Sfântul Gheorghe. Los cronistas del tiempo del fanariota Ioan Caragea contaban que el voivoda se trasladaba en un carruaje de cuatro caballos, desde su palacio en Cotroceni hasta la corte situada en la colina de Spirii, por una gran galería subterránea. Durante las revoluciones de 1821 y 1848, muchas de estas galerías sirvieron a los patriotas rumanos y a sociedades secretas como Eteria para esconder armas, municiones y provisiones que emplearían contra el invasor.

 

Del desaparecido monasterio de Sărindar partía un túnel secreto al monasterio Dâmbovița

A pesar de todo, la única galería subterránea de la capital, catalogada como monumento histórico, es el túnel de la mansión Golescu-Grant, situada en la calle Tibleș en el margen izquierdo del Dâmbovița, levantada a finales del siglo XVIII. Originalmente construida para poder huir en caso necesario - y posiblemente empleada por Tudor Vladimirescu en 1821 -, tenía varios kilómetros de longitud, pues enlazaba la casa con el monasterio Chiajna y el Palacio Cotroceni. Tras ser parcialmente destruida durante los bombardeos que sufrió Bucarest en 1944, actualmente está en estado de abandono, repleta de desechos y tierra, y solo son parcialmente accesibles 25 metros del recorrido total.

Imágenes de un tramo del túnel de la mansión Golescu-Grant, en estado de abandono

Repasadas las principales galerías bucarestinas de las que existe constancia, en una próxima entrada hablaré sobre los túneles secretos de Ceaușescu y la leyenda que existe a su alrededor.

4 comentarios

Maribel -

Tus reportajes sobre Rumania me encantan, soy una enamorada de ese país y su gente. No tenía idea de esos túneles, la próxima vez que visite ese maravilloso país indagaré sobre ellos.

Mercè -

Super interessant.....

Gloria -

¿Se puede visitar alguno de estos túneles, aunque sea una pequeña parte de él?

Francisco Javier Tostado Fernández -

Hola Carlos,

si me lo permites añadiré algún dato, no tanto relacionado con Bucarest pero que podría ser interesante en lo que a túneles y ciudades subterráneas se refiere. Hoy con el incremento de la población mundial se hace cada vez más apremiante encontrar nuevas soluciones urbanas y una de ellas son las ciudades subterráneas. Ejemplo de ello lo encontramos en Toronto (Canadá) con el espacio subterráneo más grande del mundo, por cierto, lo visité hace ya unos años y me impresionó, el de Coober Pedy (Australia), el de Osaka (Japón)... y proyectos como el de Lowline (EE.UU.) y el de Hong Kong (China). No obstante, la idea de excavar en el subsuelo de las ciudades es algo que nos viene de muy antiguo probablemente por una necesidad histórica más dramática, como en la región de la Capadocia, en Turquía, que tiene un laberinto de galerías datadas de siglo VIII a. C. y posiblemente construida como refugio en tiempos de guerra por los hititas, o en Nápoles (Italia) con una ciudad subterránea que se remonta a tiempos de la antigua Grecia y de la antigua Roma.

Tras descubrir recientemente tu blog y comentar por primera vez en él, permíteme felicitarte por la repleta y contrastada información que aportas, algo que se echa de menos en las redes sociales y que te agradezco personalmente dado mi total desconocimiento de Bucarest y Rumania en general. Espero aprender mucho más de él.
Saludos