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Matías Corvino, rey de Hungría

Matías Corvino, rey de Hungría

¿Por qué hablar de un rey húngaro en un blog sobre Rumanía? Al hilo de la polémica sobre la soberanía de Transilvania, Matías Corvino es - junto a su padre, Iancu de Hunedoara -, un personaje fascinante y objeto de controversia entre rumanos y húngaros.

Matías Corvino (Mátyás Hunyadi, en húngaro) nació en Cluj en 1443, es decir, vio la luz en una Transilvania bajo soberanía húngara, aunque en el seno de una familia noble perteneciente a la populosa minoría rumana (también conocidos como válacos o vlah). Como su padre pasó buena parte de su vida alejado de su familia, la educación de Matías recayó en su madre, Isabel Szilágyi, quien le proporcionó algunos de los más reputados profesores de Europa Central del momento, convirtiendo a Matías en un entusiasta partidario del humanismo, propio del Renacimiento.

Casa de nacimiento de Matías Corvino, en Cluj

Tras la tormentosa guerra civil que siguió a las muertes de Iancu de Hunedoara y Ladislao V de Hungría, en 1458, la Dieta húngara escogió a Matías Corvino como nuevo rey, debido precisamente a la reputación de su padre y al apoyo explícito del legado apostólico del papa Calixto III, el cardenal español Juan Carvajal.

El reinado de Matías no fue precisamente plácido. Durante los primeros años, tuvo que consolidar su poder frente a ciertos nobles húngaros que lo cuestionaban. Luchó contra el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico III, para frenar sus ambiciones sobre el territorio de Hungría. También se enfrentó a los checos que dominaban la Alta Hungría, a los polacos y a los otomanos en Serbia y Bosnia.

En 1462, el sultán Mehmed II planeó la invasión de Valaquia, en respuesta a unos ataques en su territorio del mítico Vlad III Tepeș. Ante la inminente ofensiva, los boyardos destronaron a Vlad III y coronaron a su hermano, Radu III El Hermoso, preferido por el sultán. Vlad se exilió a Transilvania, desde donde trató de forjar una alianza con Matías Corvino mientras organizaba razzias en territorio válaco contra los turcos y las tropas de su hermano. Matías, contrario a la guerra con el sultán, acabó deteniendo a Vlad III bajo la, posiblemente falsa, acusación de traición y lo encerró durante años en Visegrado, al norte de Budapest. Sólo en 1475, a instancias de Esteban III El Grande de Moldavia, Vlad III fue reconocido de nuevo como príncipe de Valaquia por Matías, aunque su reinado duró menos de un año, al morir asesinado en 1476.

En 1467, la introducción de nuevos impuestos en Transilvania provocó un levantamiento en la región, alimentado por Esteban III de Moldavia. Matías Corvino derrotó a los insurrectos e incluso trató de recuperar la soberanía sobre Moldavia – recordemos que, en origen, Moldavia fue conquistada por un voivoda de Maramureș, súbdito del rey de Hungría -, pero fue derrotado en la batalla de Baia, a finales del año. Este conflicto no impidió que, pocos años después, apoyase militarmente a Esteban frente a los envites de los turcos. Las victorias moldavo-húngaras permitieron firmar un acuerdo según el cual los otomanos se comprometieron a no invadir ni Moldavia ni Valaquia.

Matías no sólo fue un buen guerrero, sino también un gran administrador. Reformó la justicia húngara, creó un ejército profesional conocido como Ejército Negro, promocionó a sus colaboradores exclusivamente por sus méritos y no por su origen y limitó el poder de los nobles. Además, admirador como fue del Renacimiento italiano, invitó a pensadores humanistas, artistas, científicos y arquitectos, muchos de ellos originarios de Italia, para enriquecer su corte, mantener con ellos animadas discusiones e impulsar ambiciosos proyectos, entre los cuales destaca la Bibliotheca Corvinniana, una de las mayores colecciones de libros de su época.

Matías Corvino murió en 1490.

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