La forja de la nación rumana (II): Siglo XVIII
A comienzos del siglo XVIII, Turquía perdió Hungría y Transilvania por lo que los Principados de Valaquia y Moldavia se convirtieron en una prioridad estratégica para los otomanos. Con el objetivo de asegurar su fidelidad, los sultanes entronizaron como hospodares a aristócratas fanariotas, comerciantes griegos provenientes del barrio de Fanar en Estambul que habían amasado enormes fortunas gracias a sus puestos en la administración otomana.
Durante el período fanariota (1711 – 1821), se alternaron en el poder familias griegas – Cantacuzeno, Mavrocordatos o Ipsilanti – con dinastías rumanas pro-turcas – Ghica, Racovita o Callimachi - en reinados tan cortos como débiles y cuyas actuaciones siempre contaron con la aprobación del sultán. Los hospodares de Moldavia y Valaquia se situaron entonces al frente de sendos Consejos (Divanes), integrados por una decena de boyardos cada uno, en las cortes de Iasi y Bucarest.
Instalados en la línea de fractura entre los imperios austriaco, otomano y ruso, los aristócratas rumanos se apoyaron alternativamente en cada uno de estos poderes para proteger sus intereses. A finales del siglo XVII, Transilvania pasó a manos de los Habsburgo por lo que Austria aumentó su capacidad de influencia sobre los Principados e incluso se anexionó Oltenia entre 1718 y 1739.
Pero fue Rusia quien, a medio plazo, ganó la partida. En el conflicto ruso-turco, los Principados rumanos se convirtieron en el escenario bélico hasta el punto que, entre 1769 y 1774 y en 1790-91, las tropas zaristas establecieron una administración militar de ocupación que sirvió de base para las operaciones al sur del Danubio. Aunque, tras la guerra, en ambos principados se restableció en sus tronos a hospodares leales al sultán, cada vez estuvieron más influenciados por los rusos y por las esperanzas de unificación de una parte importante de su pueblo.
La conciencia nacional rumana no aparece nítidamente hasta mediados del siglo XVIII de manos de la Iglesia Uniata de Transilvania - vinculada a Austria y enfrentada a los magnates húngaros - y de un grupo de intelectuales integrantes de la Escuela de Transilvania (Petru Maior, Samuil Micu-Klein y Georghe Sincai). Estos intelectuales de credo uniata y educados en Viena, realizaron una labor historiográfica y lingüística que sentó las bases del nacionalismo rumano, reflejado en el contenido del Supplex Libellus Vallachorum, un memorando enviado a Leopoldo II en 1791 en el que se pedían los mismos derechos para los rumanos que para el resto de minorías transilvanas y una representación en el parlamento regional (Dieta).
En Valaquia y Moldavia, la población vivía la opresión de los boyardos y de los hospodares fanariotas. Los campesinos y los habitantes de las escasas ciudades conformaban una masa muy conservadora y fiel a la Iglesia Ortodoxa – controlada desde el Patriarcado de Constantinopla - que estaba lejos de interesarse por el movimiento de liberación nacional, a lo que tampoco ayudaba la carencia casi absoluta de una burguesía comerciante.
3 comentarios
Knyaz Vojvoda -
Vicente Montojo Montojo -
¿Me podría indicar algún libro o artículo de algún historiador riguroso que trate del tema de la conquista de Transilvania y Bucovina y de la reacción que provocó entre los distintos sectores de la población, como la emigración de ortodoxos a Valaquia?
Abu Gloria -