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Nicolae Titulescu (en el despacho de Rajoy)

Nicolae Titulescu (en el despacho de Rajoy)

Me ha sorprendido leer en la prensa que, sobre una mesita baja situada entre los sofás del despacho del presidente del Gobierno de España, se encuentra un libro ilustrado sobre el ministro de exteriores rumano y presidente de la Sociedad de Naciones, Nicolae Titulescu (1882 – 1941). El libro ha llamado la atención porque, entre sus páginas, asoma un punto con los colores de la bandera rumana que ha sobresaltado a algún periodista al confundirla con una bandera republicana.

Nicolae Titulescu nació en Craiova en 1882, poco después de la independencia de los principados rumanos. De familia de abogados, pasó su infancia en Tituleşti (Olt) y, tras terminar sus estudios en el instituto Carol I de Craiova, se trasladó a estudiar Derecho a París, donde se doctoró con la tesis Essai sur une théorie des droits éventuels.

En 1905 regresó a Rumanía como profesor de derecho en la Universidad de Iaşi, iniciando en seguida su actividad política. Elegido diputado del Partido Conservador Demócrata de Take Ionescu en las elecciones de 1912, acabó siendo nombrado ministro de finanzas en el gobierno liberal de Ion I. C. Brătianu.

En la recta final de la Primera Guerra Mundial, estableció en París junto a Take Ionescu, Octavian Goga y otras personalidades el Comité Nacional Rumano, único órgano de representación de los rumanos reconocido por los Aliados, que presionó internacionalmente para favorecer la unión de Transilvania con Rumanía, arrebatándosela así a la derrotada Hungría.

Durante el turbulento período entre 1927 y 1936, Titulescu ocupó el cargo de ministro de Exteriores en dos ocasiones (1927-1928 y 1932-1936), simbolizando la adhesión de Rumanía a las políticas filofrancesas, la defensa de la seguridad colectiva y el desarrollo de la Sociedad de Naciones.

Desde 1921, Titulescu fue delegado permanente de Rumanía en la Sociedad de Naciones de Ginebra, convirtiéndose en su presidente en 1930 y 1931. Desde este cargo, Titulescu defendió el mantenimiento de las discutidas fronteras establecidas por los tratados de paz de 1919 y abogó por las buenas relaciones y el respeto mútuo entre los viejos y los nuevos países europeos surgidos tras el conflicto mundial. En un escenario donde la derecha conservadora y la más radical ascendían de forma imparable, Titulescu fue muy criticado por su acercamiento a la Unión Soviética y por sus abiertas simpatías hacia la izquierda europea, concretamente durante la Guerra Civil española.

Titulescu navegó en el movido mar de las relaciones internacionales entre las dos guerras mundiales. Consciente del peligro que suponía el nazismo alemán, Titulescu trabajó intensamente para establecer alianzas que limitasen el poder germano y evitasen futuros conflictos regionales, especialmente a través del reforzamiento de los lazos entre Francia y la Pequeña Entente formada por Chescoslovaquia, Yugoslavia y Rumanía (1933) y de la creación de la Entente de los Balcanes (1934), establecida por Yugoslavia, Turquía, Grecia y Rumanía.

La irrefrenable ascensión alemana convenció a Titulescu de la necesidad de establecer un contrapeso que sólo podía provenir de la Unión Soviética, a la que se mostró dispuesto a apoyar para que ingresase en la Sociedad de Naciones a cambio del reconocimiento de la soberanía rumana sobre Besarabia, espinoso tema que enfrentaba a ambas naciones. De acuerdo con esta política de alianzas, en 1935 Titulescu trató de forjar una alianza entre Francia, la Pequeña Entente y la URSS, aún cuando los soviéticos se negaban a reconocer la anexión de Besarabia. La invasión italiana de Etiopía provocó una reacción airada de Titulescu, que defendió la imposición de sanciones a Italia, importante socio comercial de Rumanía, en contra de la opinión del rey y de gran parte de la clase política. El fracaso de las sanciones contra Italia y el desprestigio de la Sociedad de Naciones ante su incapacidad en la crisis de Manchuria de 1932, menguaron la reputación del ministro de Exteriores. La puntilla llegó en julio de 1936, cuando Titulescu y el ministro de exteriores soviético Litvinov lograron alcanzar un acuerdo preliminar sobre Besabaria. El rey Carol II, desconfiando de las intenciones de Titulescu, forzó su caída y le invitó a abandonar Rumanía, decisión que anuló el preacuerdo con los rusos y provocó el exilio de Titulescu primero a Suiza y, más tarde, a Francia.

Aunque Titulescu siguió dando conferencias y publicando artículos a favor de la paz y anunciando los peligros de una nueva guerra, ello no evitó que Rumanía, gobernada por un totalitario Carol II, se deslizase hacia una inevitable alianza con la Alemania nazi. Nicolae Titulescu murió en Cannes, tras una larga y dolorosa enfermedad, en marzo de 1941, aunque su cuerpo descansa en la Iglesia San Nicolás de Braşov.

1 comentario

Luis -

Caramba. Siempre nos asombras con estos pequeños apuntes de historia. Realmente, si uno se pone a pensar, qué difícil sería participar en la política europea en los años treinta... Bravo.