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¿Qué pasa en Roşia Montană? (I)

¿Qué pasa en Roşia Montană? (I)

Roşia Montană es una localidad minera transilvana, situada en el Valle del río Roşia, en los Montes Apuseni (Departamento de Alba). Se trata de una zona catalogada como desfavorecida en el Programa Nacional para el Desarrollo Rural 2007-2013 , carente de infraestructuras, condicionada por una serie de factores climáticos y edáficos que limitan la actividad agrícola y donde el paro alcanza al 80 % de la población activa.

A pesar de todo, la zona donde se levanta Roşia Montană es rica en minerales por lo que su tradición minera está atestiguada documentalmente desde el año 131, cuando la localidad llevaba el nombre de Alburnus Maior. Tras la definitiva conquista de Dacia por el emperador Trajano, en el año 106, colonos romanos se asentaron en las nuevas tierras del imperio y entre ellos, de acuerdo con unas antiguas tablillas halladas en Alburnus Maior y fechadas entre los años 131 y 167, decenas de hispanos y sus familias, especialmente del norte peninsular, que se trasladaron allí para trabajar en las minas de oro de la región (en la imagen, galerías romanas conservadas de las minas de Roşia Montană). La explotación minera se extendió, con mayor o menor intensidad, durante la Edad Media y la Edad Moderna, aunque alcanzó su máximo apogeo durante el período austro-húngaro, concretamente a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando Roşia Montană se convirtió en una de las localidades más desarrolladas de la zona, con calles empedradas e iluminadas, escuelas, centro sanitario, cine, teatro, casino e incluso una sala de baile, a los que acudía una población étnicamente diversa – rumanos, húngaros, alemanes, judíos, eslovacos, etc. –  que, directa o indirectamente, siempre estaba relacionada con la actividad minera. Después de 1948, cuando todas las minas privadas fueron nacionalizadas por el nuevo régimen comunista, las minas de Roşia Montană se convirtieron en una propiedad del Estado y, progresivamente, fueron perdiendo eficiencia. En 1989, año de la Revolución, las pérdidas de Roşia Montană eran tres veces superiores a los beneficios que reportaban debido al uso de tecnologías obsoletas y a la falta de inversiones.

A pesar de la manifiesta decadencia de Roşia Montană, en 1999, la empresa Roşia Montana Gold Corporation (RMGC), fundada en Alba en 1997 y cuyos principales accionistas son la compañía minera estatal Minvest Roșia Montană S.A. (19.31 %) y la empresa de capital canadiense Gabriel Resources (80.69%), obtuvo la licencia de concesión para la explotación de las minas y mostró su interés en realizar una importante inversión en la zona para desarrollar un nuevo proyecto minero que mejorase la eficiencia del proyecto y lo hiciese viable. Con este objetivo RMGC desarrolló varios estudios geológicos, arqueológicos, sociales, medioambientales y de viabilidad económica que iban a resultar profundamente polémicos, especialmente en lo que al impacto medioambiental del proyecto se refiere. 

El proyecto diseñado por RMGC anuncia el cierre de la explotación local de la empresa minera pública Minivest – con la consiguiente extinción de 775 puestos de trabajo - y la organización de las minas de oro más grandes de Europa, previéndose la extracción de 300 toneladas de oro y 1.600 toneladas de plata en cuatro minas a cielo abierto, que serán explotadas según un método de excavación en superficie que extraerá 220 millones de toneladas de mineral de una área total de unas 100 hectáreas. La roca estéril se depositará en dos escombreras y los lodos producto del tratamiento del mineral con cianuro de sodio del mineral y de la separación del oro y la plata, serán tratados por oxidación y acumulados en lago abierto de decantación, con una capacidad de 250 millones de toneladas, contenido por un dique capaz de resistir un terremoto de 8 grados en la escala de Richter y dos precipitaciones máximas consecutivas.

La polémica está servida.

2 comentarios

Florpn -

tímido acercamiento :))

Luis. -

Ay, Carlos, lo del lago lleno de cianuro... Como el de Aznalcóllar, esperemos que no.