Blogia
Bucarestinos

La Pascua en Bucovina: La iglesia (III)

La Pascua en Bucovina: La iglesia (III)

En Bucovina, tanto iglesias como monasterios son joyas arquitectónicas en las que podemos encontrar las señas de identidad del pueblo rumano y un reflejo de su vida espiritual y natural. Las iglesias contribuyen, independientemente de su estructura arquitectónica, a propagar el mensaje religioso, a mantener la memoria y a integrar la experiencia del hombre, tanto a nivel individual como colectivo.

 Más que en ningún otro edificio, la simbología que encierran las pinturas de los muros exteriores de las iglesias monacales de Bucovina forman un entramado simbólico de carácter religioso pero también histórico, económico e incluso jurídico que, como decía Caro Baroja, nos explican el funcionamiento de una cultura, sus mitos y creencias y nos permite recuperar su memoria.

Al mismo tiempo, estos impresionantes frescos son relatos que explican al espectador la doctrina cristiana, que facilitan su comunicación con lo trascendente y que le muestran, especialmente a través de composiciones como El Juicio Final, el poder de Dios y la inexorabilidad del destino.

La iglesia se convierte así en el lugar en el que el hombre, solo o en comunidad, busca significados, se reconforta y confirma unos ciertos códigos de relación y conducta a través de la contemplación, la invocación y la plegaria. De este modo, en los días previos a la Pascua, es habitual ver a los fieles escribir los nombres de sus difuntos en pequeños pedazos de papel para que más tarde, los sacerdotes, mediadores entre ellos y Dios, los recuerden durante la celebración de la misa y los tengan en cuenta durante sus plegarias. Durante la Cuaresma y la Pascua, el rito de lectura de nombres de difuntos durante la eucaristía de los sábados cobra especial trascendencia por su vínculo con la resurrección de Cristo y de las almas del Paraíso.

La Pascua es la celebración de la victoria de la luz, encarnada en Cristo, frente a la oscuridad de la muerte, conmemoración que coincide temporalmente con añejos ritos paganos que aclamaban el reinicio de la vida, asociado a un nuevo ciclo de fertilidad de la tierra, tras un prolongado período de penumbra y frío. En este contexto, la Pascua constituiría la lógica derivación en el mundo cristiano de un viejo rito de intensificación característico de una sociedad agrícola y pastoril.

 

1 comentario

Luis. -

Bravo, bravo y mil veces bravo. ¡Muy bien escrito!