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Bucarestinos

Las protestas no se detienen

Las protestas no se detienen

Ni el regreso de Raed Arafat a su antiguo puesto ni la anunciada retirada de la privatizadora Ley de Sanidad han calmado los ánimos en Rumanía o han devuelto a los manifestantes a sus casas.

La rabia y el asco de muchos rumanos contra una clase política podrida son profundos, pues su prepotencia, su falta de escrúpulos y el latrocinio al que tienen sometido al país parece no tener límite. Ayer, la coalición antinatura de liberales y socialistas organizó un gran acto político frente a la sede del gobierno en Piaţa Victoriei. En río revuelto esperaban la ganancia de pescadores, así que llevaron a sus incondicionales en autobuses, bocata y banderín en mano, hasta la puerta de Basescu, para gritarle su indignación y reclamarle elecciones anticipadas. Embriagados, cuando terminó el acto, desfilaron hacia Piaţa Universitate, el corazón de las protestas, sin embargo, los que allí estaban los recibieron con gritos y pitidos, incluso la policía tuvo que proteger algún incauto político que intentó mezclarse con los manifestantes que llevan instalados varios días.

Los manifestantes de Piaţa Universitate, como el resto de rumanos – excepto los animales de partido -, no quieren a socialistas, ni a liberales ni a pedelistas, quieren una clase política digna, honesta y a la altura de las circunstancias, quieren una vida mejor, exigen respeto y, sobre todo, el fin del saqueo de Rumanía.

Aún así, en estas circunstancias, todavía queda lugar para el arte y el humor. Una pintada realizada en el centro de la ciudad, que encabeza esta entrada, dice: “Times New Român”, un juego de palabras entre el nombre de la popular tipografía encargada por The Times en 1931 y la palabra român (rumano), indicando que ha llegado el tiempo de los nuevos rumanos, de una nueva Rumanía. Por su parte, en una gran pancarta en inglés, un cachondo pedía ayuda a Chuck Norris: “Chuck Norris, help!

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