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Sobre el tráfico de armas en estos lares

Sobre el tráfico de armas en estos lares
Las películas nos han enseñado cómo, tras el desmantelamiento de la Unión Soviética, los malos acuden a supermercados perdidos en las montañas del Cáucaso o en los extensos bosques siberianos para comprar armamento de saldo ofrecido por generales rusos corruptos reconvertidos en mafiosos. Por suerte, los satélites espías del MI6 o de la CIA siempre tienen sus ojos puestos sobre ellos y, en el momento de mayor efervescencia especulativa, aparece James Bond, Bruce Willis o cualquier otro héroe para solventar el entuerto con una ensalada de tiros, algunas oportunas cabriolas y una gran dosis de suerte y adrenalina.
 
En Rumanía andamos escasos de héroes de semejante calibre, así que la prensa y los políticos sólo discuten sobre el misterioso robo que tuvo lugar en un tren que partió desde Brasov a finales de la semana pasada. El convoy llevaba 27 vagones, ocho de los cuales transportaban material militar, por lo que estaba custodiado por 10 gendarmes. Después de pasar la noche del viernes en la ciudad transilvana, el tren se dirigió hacia Giurgiu, camino de Sofía. Poco antes de llegar a la ciudad junto al Danubio, el tren se detuvo ilegalmente para que los conductores cargasen 70 litros de diésel que pensaban pasar de contrabando a Bulgaria mientras los diez oficiales de la policía encargados de vigilar el vehículo se reunieron en el primer vagón para ver la tele. De este modo, cuando el tren llegó finalmente a la frontera, unos operarios se percataron de que uno de los vagones había sido forzado, el sello estaba roto y la puerta no estaba correctamente cerrada.
 
Al comprobar qué había ocurrido, constataron horrorizados que alguien había robado 4 cajas con 64 ojivas de proyectiles de 122 mm para ser usados en lanzamisiles múltiples sobre plataforma móvil Grad, de marca rusa. Las ojivas, compuestas de material explosivo y un detonador, constituyen la parte delantera de misiles o cohetes usados normalmente para destruir vehículos o edificios o para dispersar material químico o biológico y, aunque por sí solas no constituyen un peligro, ensambladas en un misil pueden causar mucho daño.
 
En un primer momento, para tranquilizar al personal, el portavoz de la gendarmería dijo, precisamente, que sin acoplarlas a un proyectil no tenían ninguna utilidad, mientras que el comité de defensa del Parlamento rumano aseguró que, probablemente, los ladrones no tenían ni idea de lo que habían robado y que posiblemente sólo buscaban chatarra. Poco después se anunció a bombo y platillo que las ojivas iban descargadas y, curiosamente, poco después las 4 cajas aparecieron ayer en Gara de Nord, aparentemente intactas.  
 
No es la primera vez que desaparecen armas en Rumanía. En enero del año 2009, el depósito de la Unidad técnica militar de Ciorogarla fue asaltado por unos intrusos que se llevaron un montón de ametralladoras AKM y pistolas Carpati y TT, además de algunas bayonetas y prismáticos. Finalmente se detuvo a los ladrones, miembros de la familia mafiosa Preda, constantemente involucrada en tráfico de drogas y de armas, en robos y asesinatos.
 
Si me preguntan, creo que los cacos no buscaban únicamente metal para venderlo a peso pues del tren en cuestión no se llevaron nada más que las ojivas y fueron directamente al vagón que las alojaba. Posiblemente, cuando comprobaron que estaban descargadas, decidieron abandonarlas en un lugar público para interrumpir la intensa búsqueda de la policía y el Ejército. Sea como fuere, esta vez hemos tenido un final feliz sin la intervención de ningún héroe de acción, sin embargo, también hemos comprobado con un escalofrío cómo unas armas tan potentes pueden ser fácilmente robadas y acabar cayendo en manos de algunos de los muchos desaprensivos que pueblan el mundo más allá de las pantallas de cine.

1 comentario

Luis -

Sí, Carlos, pone los pelos de punta.