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Bucarestinos

Pan y cebolla

Pan y cebolla

Que en Grecia está la cosa muy calentita no lo digo yo, sólo hay que mirar la televisión para darse cuenta. El estricto plan del gobierno heleno, dictado por el FMI y la Unión Europea, ha sacado a medio país lleno de rabia a la calle. Se podrán hacer muchas otras cosas para salir de esta crisis – entre ellas, buscarles las cosquillas a especuladores y banqueros oportunistas que, con la que está cayendo, todavía no quieren bajarse del tren -, sin embargo, también me parece que es la hora de apretarse el cinturón, ahora bien, ¡todos!

 

¿Qué ocurre mientras en Rumania? Ante su difícil situación económica y para evitar un inminente colapso de la economía, a mediados del año pasado recibió un préstamo de 20.000 millones de euros del FMI y de la Unión Europea (muy lejos de los 110.000 millones de Grecia) y, a cambio, se comprometió a poner en marcha un plan de medidas para reducir el déficit público hasta el 5,9 % del PIB.

 

Varias veces han venido los técnicos del FMI a ver cómo andaban las cosas por estos lares y a cantarles las cuarenta a los miembros del gobierno de Emil Boc, así que según anunció ayer el presidente Basescu, a partir de junio las pensiones bajarán un 15 %, los sueldos de los funcionarios un 25 %, la prestación de paro se reducirá un 15 %, el IVA subirá hasta el 24 %, se revisarán las subvenciones a la agricultura, se reducirán las ayudas a la energía térmica y se eliminarán algunos programas sociales.

 

Vamos, que aquí sólo le aprietan el cinturón al ciudadano rumano. De reducir los sueldos de los políticos (que rondan los 7.000 € mensuales - pingües comisiones ilegales a parte – cuando el sueldo medio ronda los 400 €), de controlar sus propiedades (pisos en la Costa Azul, Ferraris, Maseratis, terrenos, joyas…), de meterlos en cárcel por la cantidad de dinero que se han llevado calentito (mucho entrar y salir del juzgado con grandes sonrisas pero de acabar en la trena, nada de nada), de reducir el número de diputados y senadores (se anunciaron despidos de funcionarios, sí, pero ninguno de políticos) o de controlar el gasto inútil (como regalarle millones de euros a la República de Moldavia o gastar a espuertas en la campaña electoral), no se ha dicho ni palabra.

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