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Basarab I, fundador del Principado de Valaquia

Basarab I, fundador del Principado de Valaquia

A principios del siglo XIV, mientras las huestes de Jaime II de Aragón se extendían por el Mediterráneo, los almogávares sembraban el terror en los territorios del Imperio Bizantino, Alfonso XI de Castilla derrotaba a los moros en la batalla del Salado, el estilo gótico se imponía en los templos y el arcipreste de Hita escribía El libro del buen amor, en el extremo opuesto de Europa surgía de entre las sombras medievales la figura de Basarab I El Fundador (Întemeietorul), figura clave en la historia de Valaquia.

En esas fechas, al sur de los Cárpatos y hasta las orillas del Danubio, existía una serie de formaciones políticas rumanas, como el Banato de Severin, los knezatos (ducados) de Ioan o Farcas o el principado del voivoda Litovoi, que estaban sometidos a la autoridad de la corona húngara. La crisis abierta con la desaparición de la dinastía Arpad en Hungría, ocurrida en 1301, facilitó que se relajase el dominio magiar sobre la región y el consiguiente nacimiento de una Valaquia independiente.

Carlos I Roberto de Anjou, en una imagen de la Chronica de gestis Hungarorum (hacia 1360)

Basarab aceptó inicialmente su vasallaje al rey húngaro, Carlos I Roberto de Anjou (1308 – 1342), a quien pagaba periódicamente tributo, lo que en 1324 le valió ser denominado “nuestro voivoda transalpino”, indudable reconocimiento de su control del territorio más allá de los Cárpatos. A la espera de nuevas fuentes históricas, no sabemos si Basarab consiguió este dominio a través de enlaces matrimoniales, imponiéndose por la fuerza a los otros señores feudales de la zona o mediante una combinación de ambas políticas, sin embargo, la realidad es que el rey húngaro lo reconocía como el más poderoso de todos ellos.

Imagen actual de la fortaleza de Severin

A pesar de todo, sólo un año después, las relaciones entre Basarab y el monarca húngaro se habían deteriorado, pues documentos de la corte definían a Basarab como rebelde a la corona. En estas circunstancias, en 1330, Carlos I decidió emprender una campaña militar contra el príncipe rumano, reconquistando primero la fortaleza de Severin y encaminándose después hacia Curtea de Argeș. Tras incendiar la ciudad, las tropas húngaras iniciaron el camino de regreso a Hungría, sin embargo, al pasar por un angosto desfiladero, se produjo la Batalla de la Posada, en la que fueron emboscadas por un ejército formado por caballería, arqueros y campesinos rumanos, comandado por Basarab, que durante 4 días, entre el 9 y el 12 de noviembre de 1330, masacraron al ejército enemigo.

Imagen de la Batalla de la Posada, del Chronicon Pictum (s. XIV)

La terrible derrota de la Posada, en la que pereció buena parte de la élite nobiliaria y eclesiástica húngara, puso fin a las aspiraciones magiares por sobre el territorio al sur de los Cárpatos, lo que permitió que Basarab reforzase el nuevo reino, extendiese sus territorios hacia el este, enfrentándose a los tártaros de la Horda de Oro, y estimulase el comercio con las colonias genovesas asentados en el Mar Negro.

Tras un prolífico reinado, sólo ensombrecido por la epidemia de Peste Negra que asoló Europa a mediados del siglo XIV, Basarab I murió en Câmpulung en 1352 y automáticamente se convirtió en una figura legendaria para la historia de Valaquia y para la futura Rumania.

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