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Sezession transilvana

Sezession transilvana

El Art nouveau fue un movimiento artístico que afectó a toda Europa, extendiéndose desde Noruega hasta Sicilia y desde España hasta Transilvania, cuyo momento culminante se desarrolló entre 1880 y 1920, aproximadamente, afectando a todas las ramas del arte. Aunque se trata de un fenómeno europeo, los diferentes nombres con el que se lo conoce reflejan su diversidad regional; así, en Francia se conoció como Art Nouveau, en Alemania Die Jugendstil, en España Modernismo, en Italia Arte nuova, en Holanda Nieuwe kunst, en Escocia Glasgow Style y en Polonia Mloda Polska, mientras que en Austria y Hungría se lo conoció como Sezession.

Detalle de la decoración de las dovelas de las

bóvedas del vestíbulo del Palacio de Cultura de Târgu Mureș

Cada país tuvo su propia versión del Art Nouveau e incluso en el seno de una misma versión nacional, existen versiones regionales por lo que, debido a su heterogeneidad, en ocasiones se ha identificado más con un período que con un estilo. En muchos de sus nombres, se alude a la idea de novedad e innovación, aunque también se lo ha conocido como Stile Floreal, Lilienstil, Style Nouille, Paling Stijl o Stile Vermicelli en referencia a las formas orgánicas y curvilíneas que son tan características de este estilo.

Todas las versiones del Art Nouveau se basan en sofisticadas y, en ocasiones, paradójicas premisas: aunque el movimiento surgió como una reacción a la corriente historicista propia del siglo XIX - criticada por su supuesto desorden estético, por el exceso de referencias culturales y por su constante relación con la Historia - y con la intención de renovar el lenguaje artístico, lo cierto es que el Art Nouveau mantuvo ciertos lazos con la tradición. Es cierto que no derivó de las formas antiguas o de los estilos propios del medievo, pero mantuvo estrechas relaciones con la arquitectura vernácula rural y urbana y con la artesanía local, empleando motivos populares que fueron considerados como arcaicos y genuinos en la búsqueda de un tiempo mítico que el presente debía emular. También sirvieron de inspiración otras tradiciones extra-europeas, especialmente la arquitectura y las pinturas y dibujos japoneses.

El lenguaje de las formas del Art Nouveau es complejo. Por un lado, existe un modernismo denominado ondulante en el que se evidencia una preferencia por los elementos florales, por los motivos curvilíneos, por las superficies coloreadas y onduladas como puede observarse en las obras de artistas como Victor Horta en Bélgica o Antoni Gaudí en España.

Escalera interior del Hotel Tassel (Bruselas)

Por el otro, aparece también un modernismo geométrico que muestra una predilección por el funcionalismo, por las formas geométricas, por las masas cúbicas y esféricas, por los muros planos y las superficies lisas, evidentes en los trabajos de Charles Rennie Mackintosh en Escocia o en los de Josef Maria Olbrich en Austria.

Glasgow School of Arts

Lo que une a ambos movimientos es un esfuerzo permanente de aplicar a la arquitectura y al diseño el concepto de Gesamtkunstwerk (obra de arte total), que implica una planificación de los edificios en la que cada elemento decorativo o estructural combinan con el conjunto, incluyendo la decoración interior y el mobiliario, así como la tendencia a eliminar la distinción entre artes mayores y artes aplicadas.

Aunque en la Europa occidental las naciones modernas aparecieron, aproximadamente, a finales del siglo XVIII, en Europa Central y del Este fueron formándose a lo largo del siglo siguiente, siendo la cultura material el vehículo con el cual se diseminó el discurso nacional. Precisamente, por ser uno de los de los medios más visibles de la cultura material, la arquitectura siempre ha tenido un importante valor de representación.

A lo largo del siglo XIX aparecieron nuevas naciones a partir de la desintegración de grandes imperios y, en el marco de este fenómeno, muchas nuevas naciones trataron de crear un estilo específico en la arquitectura y en las artes. Todas estas naciones deseaban confirmar su propia autonomía y reclamar su hegemonía cultural en una cierta región y todas emplearon la arquitectura como un medio para proclamar la singularidad de su identidad cultural.

La identidad nacional debía reflejar la esencia de la nación; frecuentemente, esta esencia se expresaba mediante símbolos, que aparentemente concentraban las características distintivas de un pueblo. El lenguaje simbólico que las élites culturales emplearon en sus discursos sobre la identidad cultural fue esencial en la creación del espíritu patriótico y en el proceso de introducción de la idea de unidad nacional entre la población.

Senyera de vidrio en el Palacio Güell (Barcelona)

Desde el punto de vista arquitectónico, algunos estilos fueron conscientemente creados usando una retórica simbólica con el objetivo de hacer visible la ideología nacionalista.

Transilvania no sería ajena a todo este movimiento.

1 comentario

Luis. -

Bravo, muy bien.

A modo de curiosidad, el "art noveau" en Italia se conoce como "stilo Liberty", por un tal señor Liberty, de Londres, que tenía una tienda de muebles.

Por cierto, "Art Noveau" también fue idea de un vendedor de muebles, pero de París. Lo malo es que no me acuerdo ahora mismo de cómo se llamaba, lástima. Pero supongo que será fácil de encontrar en algún libro.